Popotitos
Pocos serán los que recuerden ese tema de los mexicanos "Teen Tops". Y menos aún, serán los que entiendan el porqué de ese nombre. Pero ahora que los plásticos nos agobian, se hace necesario darlo a saber… Y más de alguno habrá de sentirse sorprendido.
Entrados los años 50, llega a Chile la Coca Cola, refresco yankee envasado en una botella pequeña de vidrio grueso. Desplazó del mercado a nuestra chilenísima "Bidú" de similar color y parecida en su sabor y aroma. Junto con esta bebida "invasora", apareció "la moda" de beberla bien helada, con una pipeta, que en Chile llamábamos "pajita" y que no era otra cosa que un trozo de caña de trigo. Una bombilla muy primaria y muy ecológica, como ven. Desechada, servía hasta de abono a la tierra.
Esta "pajita" chilena, en México la llaman "popote". Allá, el popote es una planta herbácea que se emplea para hacer escobas y para ingerir bebidas. De allí que aquella canción hiciera referencia a una muchachita de piernas muy delgadas, que parecían "carricitos". Ojo: de esos mismos "carrizos" que aún brotan en nuestra muy antofagastina "Quebrada de Carrizos"… Esas modestas gramíneas dieron el nombre de ese lugar.
En la era del plástico, que amenaza al planeta en todos sus rincones, esa "pajita" se hizo de material sintético y por lo tanto, es parte de los muchos artículos, elementos y artefactos desechables de que hoy disponemos. Ahora, esas "cañitas" las hallamos a la vera del Láscar y en la ribera del Río Amargo. En el Río Frío y en la mismísima cumbre de Morro Moreno. Los "barman" la emplean a destajo y hoy los ambientalistas del mundo claman por su desaparición. Vienen adheridas a los jugos envasados en tetrapacks, que los niños sorben con mucha fruición…
Y van quedando diseminadas por doquier… Las hallan en los estómagos de las tortugas, de los cocodrilos… De tiburones y delfines. Flotan en el mar, junto a botellas, envoltorios, envases diversos.
Lo que comenzamos en los años 50 con una inocente "pajita" hoy ha derivado a un problema que amenaza a la naturaleza toda.
Jaime N. Alvarado García