Antofagastinos reviven experiencia del 27F a una década del terremoto
TRAGEDIA. Hoy se conmemoran 10 años del segundo megaterremoto y posterior tsunami, más grande que se tenga registro en la historia del país. Saqueos, falta de información, desabastecimiento y carencia de servicios básicos, marcaron las horas y días posteriores a la catástrofe.
Suponía que 2010 sería recordado como el año del Bicentenario de Chile, el fin de 20 años de gobierno de la centroizquierda y el regreso de la Roja de después de 12 años de ausencia a un Mundial. Sin embargo, el país fue impactado por algo más.
El 27 de febrero, a las 3:34 de la mañana, millones de chilenos dormían en sus hogares, otros disfrutaban de la madrugada del sábado en algún local nocturno, y otros tantos terminaban de ver la penúltima noche del Festival de Viña del Mar en sus casas.
Eso hasta que un megaterremoto de 8.8 grados en la escala de Richter y posterior tsunami, con epicentro en el mar y cerca del límite entre las regiones del Maule y el Bío-Bío, sacudió al país dejando a su paso destrucción y secuelas que pudieron ser evitables.
Los reportes dan cuenta de un saldo de 521 muertos, 24 desaparecidos y más de 800 mil damnificados. De acuerdo al Centro Sismológico Nacional (CSN), el origen del sismo estuvo en un desplazamiento de la placa de Nazca bajo la Sudamericana y es considerado como el segundo más fuerte en la historia del país (después del ocurrido en 1960 en Valdivia) y el octavo más fuerte registrado por la humanidad.
Experiencia
Hoy se conmemora una década de aquel trágico episodio que marcó la vida de muchos chilenos, tanto de aquellos que perdieron a un ser querido por esta catástrofe, como aquellos que sobrevivieron para contar lo vivido el 27 de febrero de 2010 y los días posteriores.
Para repasar lo ocurrido a 10 años del megaterremoto y posterior tsunami, cuatro antofagastinos relataron su experiencia en uno de los peores desastres naturales que ha sufrido Chile.
Entre los protagonistas de esta historia figura el bombero encargado del grupo de rescatistas marítimos, Jorge Díaz, que viajaron por tierra hasta el sur del país para colaborar en labores de búsqueda y rescate de cuerpos. Él relata aún con evidente emoción como vivieron los 15 días que estuvieron prestando servicio en la zona afectada. "Había gente que nos seguía por la costa pidiéndonos que buscáramos a sus familiares perdidos. Recuerdo el caso de una abuelita que llegó con la foto de su nieto y nos decía si lo podíamos buscar en el mar. Nosotros nos llevamos la foto y justo fue la persona que rescatamos. Fue algo muy difícil porque la persona después nos estaba esperando afuera para preguntar si el cuerpo que habíamos sacado era su nieto. Eso fue algo que me marcó para el resto de mi vida", recuerda el hoy director de la Cuarta Compañía de Bomberos de Antofagasta.
A él se suma la experiencia del actual gerente general de la Asociación de Industriales de Antofagasta, Fernando Cortez, mientras este se encontraba de vacaciones en Talcahuano, instancia en la que debió luchar por su vida y la de su familia tras el azote de tsunami.
Así como también la historia de la antofagastina Denisse Molina, quien al momento del la catástrofe se encontraba viviendo en la localidad de Coronel.
8,8 grados fue la magnitud del terremoto, el segundo más grande en la historia de Chile, tras el terremoto ocurrido en Valdivia (9,5 o más) en 1960.
521 personas fallecieron en el terremoto y posterior tsunami. Otras 56 quedaron como presuntas desgracias. Ninguno de los imputados fue condenado con pena efectiva.
370.000 viviendas resultaron destruidas, 6.168 escuelas, 211 puentes y 133 hospitales destruidos o dañados. 12 metros del alto alcanzaron las olas más grandes con el posterior tsunami.