"Carla era demasiado buena para este mundo"
10 AÑOS. Los temuquenses recuerdan a su hija, que estaba esa noche con su pololo y cuyo cuerpo nunca apareció.
Es difícil contener las lágrimas cuando Álvaro y Pilar cuentan su historia, una historia que desgarra, que duele, que emociona y que regala un potente mensaje de esperanza, de fe y, por sobre todo, de amor.
Todo comienza a escribirse hace tres décadas cuando ambos deciden iniciar un proyecto familiar, conscientes de que en el camino tendrían que convivir con alegrías y tristezas, con triunfos y fracasos, así, como la vida misma.
La primera gran alegría del matrimonio llega el 18 de diciembre de 1988 cuando una angelical mujercita abre sus pequeños ojos café claro en una habitación común del Hospital Regional de Temuco. Era Carla Marión Mellado Valdebenito, la primera de las dos hijas de la pareja, y quien les cambiaría la vida, literalmente, para siempre.
Pesadilla
La madrugada del sábado 27 de febrero de 2010 encontró a Álvaro, Pilar y a Lucía Catalina, la menor de sus hijas, en su acogedora casa del Barrio Cautín de Padre Las Casas. Solo faltaba Carla.
Apenas despiertan con los primeros movimientos que anunciaban el segundo terremoto más fuerte en la historia de Chile y el octavo más violento registrado por la humanidad, Álvaro y Pilar comienzan a angustiarse por la ausencia de Carla. La primogénita había viajado el lunes anterior a Isla Mocha (Región del Biobío) junto a su pololo Erick von Jentschyk. Era un viaje de paseo que habían programado como tantas veces en ocasiones anteriores. A sus 21 años, Carla había terminado con éxito su tercer año de estudios en Ingeniería en Recursos Naturales de la Universidad de La Frontera. Erick ya había egresado de Ingeniería Forestal en la misma universidad.
Cuando ya pudieron sostenerse luego de los intensos movimientos del terremoto, los padres intentan comunicarse primero con Carla y luego con Erick. Pero la saturación telefónica y la escasa señal en Isla Mocha hicieron imposible algún tipo de contacto.
Álvaro y Pilar esperaron durante todo el sábado 27 tener novedades. Se comunicaron con los padres de Erick, con Carabineros de Tirúa, pero nada. No había rastros de Carla, ni de su pololo.
El matrimonio Mellado Valdebenito decide emprender viaje hasta la Isla Mocha la madrugada del domingo 28. Llegaron a primera hora a Tirúa, pero las inestables condiciones climáticas impidieron que alguna avioneta pudiese despegar a la isla. Regresaron a Temuco para recoger algunas prendas y al día siguiente volvieron en busca de una mejor suerte.
Búsqueda
La última vez que Álvaro y Pilar hablaron con su hija fue el martes 23 de febrero. Debido a la escasa señal en Isla Mocha era difícil comunicarse de manera permanente. "Carla nos contó que había llegado bien, que le encantaba volver a ese lugar, que le gustaba mucho hablar con la gente de allá y nos repetía que estaba enamorada de Isla Mocha. Su sueño era irse a vivir allá", relata Álvaro.
Tras pedir permiso en Almacenes Paris, el trabajo de Álvaro durante 27 años; y en Farmacias Salcobrand, empresa donde Pilar había ingresado solo semanas antes; los padres de Carla volvieron a Isla Mocha con la esperanza de encontrarla. Tenían fe de que junto a Erick podían estar refugiados en algún cerro a raíz del temor de un nuevo tsunami.
Sin embargo, al llegar a la isla reciben la noticia que se resistían a escuchar: Carla y Erick estaban en la lista de desaparecidos producto de las olas que arrasaron con varios metros de playa. A pesar del golpe, el matrimonio no perdió la fe. Durante cinco días recorrieron junto a los padres de Erick y una decena de lugareños cada sector de Isla Mocha, concentrando la búsqueda en un lugar llamado Punta de Lobos, donde la pareja había sido vista por última vez. Al quinto día de desesperado rastreo otra noticia vuelve a azotar a la familia Mellado Valdebenito: a unos 300 metros de Punta de Lobos es encontrado entre los roqueríos el cuerpo de Erick von Jentschyk, el joven pololo de Carla, quien meses antes había confesado a sus cercanos sus deseos de casarse con ella y cumplir su sueño de radicarse en Isla Mocha. Aquel día, Álvaro y Pilar comenzaron a asumir su peor dolor.
Durante tres meses buscaron día y noche, por mar y tierra, alguna pista que les diera con Carla. Pero nada. Solo algunos artículos y prendas, como la Cédula de Identidad y un monedero que hoy usa Pilar en recuerdo de su hija.
"¿Por qué Carla?, ¿por qué nos pasa esta tragedia a nosotros?", se preguntaban en medio del dolor. Ya con el paso del tiempo y con una cuota de resignación, estas son sus respuestas. "Ahora asumo que fue mala suerte nomás. Creo que Carla no merecía, ni nosotros, ni nadie, pasar por esto. Fue la voluntad de Dios, no puedo pensar otra cosa", plantea Álvaro.
"Nos tocó algo muy difícil y destructivo, sin embargo todos tenemos nuestra mochila. Cuando volví a trabajar vi a varios padres que llegaban a la farmacia a comprar remedios para sus hijos con cáncer, quienes se iban a morir más temprano que tarde. Entonces, uno entiende que es mucha la gente que sufre", explica Pilar.
Finalmente, después de dos meses de búsqueda, Pilar volvió a su trabajo en la farmacia. Entendió que la vida tenía que continuar y que una hija de apenas 11 años la esperaba en Temuco, junto a sus abuelos. Álvaro se quedó un mes más en la isla esperando un milagro que nunca llegó.
-¿Quedaron conformes con las tareas de búsqueda y la ayuda que les prestó la autoridad de la época para encontrar el cuerpo de su hija?
-Álvaro: "El trabajo no fue suficiente. La Armada llegó tarde. Si hubiese habido un interés real habría llegado antes. Eso sí, debo decir que Carabineros de Isla Mocha, Bomberos de Temuco y Loncoche, y los vecinos se portaron espectacular. Ni la autoridad del Biobío ni de La Araucanía demostraron mucho interés".
-Pilar: "Nunca hubo búsqueda. Fue un circo. La autoridad de nuestra Región se portó horrible, tanto del gobierno saliente (Bachelet) como del entrante (Piñera) se portaron mal. Estaban para la pura foto. Los Bomberos, en cambio, ni comían para buscar a Carla".
Un década
A 10 años de aquella fatídica madrugada del 27/F, Álvaro y Pilar recuerdan así a Carla: "Siempre le he dicho a Álvaro que nuestra hija era demasiado buena para este mundo, era prestada. Era una niña angelical, de muy buenos sentimientos, buena hija, buena hermana, muy amigable, quería mucho a sus abuelos. Imagínese que en Isla Mocha todo el mundo la conocía y la llamaban "la hija". Además, tenía mucha conciencia ambiental, siempre andaba recogiendo latas de bebida, basura, era bastante ecológica", asegura Pilar.
Desde la desaparición de Carla, Álvaro y Pilar viajaron los ocho primeros años a Isla Mocha a organizar una ceremonia para estar más cerca de su hija. En el lugar construyeron un monolito que la recuerda, con la ayuda de familias y amigos de la isla. La única que vez que no asistieron fue el año pasado, pues organizaron algo más íntimo en Temuco.
Hoy, Pilar vuelve a la isla a reencontrarse con el espíritu de su pequeña Carla. Pero esta vez no llega triste ni en busca de respuestas: "Sé que mi hija está bien, está contenta y eso nos da consuelo". Vuelve un 27/F, el día que marcó su vida y la de muchos chilenos para siempre.