Nuestra identidad regional
Amo a mi tierra, a sus pueblos y a su pueblo. Su historia y sus historias, sus culturas, sus luchas y sus esperanzas. Me emocionan la historia social, los atardeceres en el desierto, las caminatas nocturnas en la cordillera, los duros cerros de la costa, las canciones de Illapu, los sonetos de Sabella, los poemas de Ferraro, las novelas de Rivera Letelier y de Patricio Jara.
Los recuerdos de los movimientos sociales de 1906, 1929, y la década de 1950. Están conmigo el Teatro Móvil en la explanada de las obras portuarias, las ferias culturales de la Plaza Colón, la música de Choche Mérida y Juanito Polanco. La verde camiseta del Deportivo Atacama y el entusiasmo de "Norte Grande", verdadero precursor del CDA, el Antofagasta Portuario, los Pumas del AP.
Estuvimos, estamos y estaremos siempre con los pueblos andinos, aquellos de las montañas sagradas y los caudales cada vez más efímeros. Con los pescadores de caletas y ensenadas que insisten en poblarse cada temporada, con los transhumantes de la mar. Con los pirquineros, también esencia de nortinidad, que buscan permanentemente la esquiva veta, el huidizo filón, dejando sudor y sangre, esfuerzos y sueños, la vida toda en el desierto y los cerros. Con los sobrevivientes de la pampa, que viven en las poblaciones de Tocopilla, Antofagasta y Taltal, y aún disfrutando y sufriendo el polvillo de María Elena. Con los mineros del cobre y del litio.
No es difícil caracterizar a nuestra cultura. Dinámica, múltiple, diversa, combativa, así es la cultura de la región de Antofagasta. De hombres y mujeres; niños, adultos y ancianos; de pueblos ancestrales e "inmigrantes permanentes", que decidieron compartir nuestros esfuerzos y que, con su cotidiano quehacer, en todos los ámbitos sociales, geográficos, culturales, laborales, debemos internalizar profundamente, y con mucho orgullo, nuestra participación en la diaria construcción de nuestra historia, de nuestra identidad.
Domingo Gómez P., antofagastino, profesor normalista, miembro de OPRIL.