"De mi papá recuerdo su consecuencia"
ANTOFAGASTINIDAD. Carlos Araya Guerrero, profesor de Historia y guardián de documentos.
Carlos Araya Guerrero es el menor de los hijos del matrimonio de Pedro Araya Ortiz y Juana Guerrero, dos de las personalidades que han marcado la historia reciente de la capital regional.
Es menos conocido que Pedro, su hermano senador y Jaime, el exconcejal, pero probablemente el que más llama la atención. Impresiona su afición por los tatuajes y aros, tanto como su conocimiento de la historia y antiguos documentos de historia regional en la Unidad de Patrimonio y Museología del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad de Antofagasta.
Carlos nació en el Hospital Regional de Antofagasta el 8 de enero de 1981 a las 15 horas.
¿Cuándo te enamoraste?
-Me enamoré en Valparaíso, hace 10 años. Se llamaba Fernando y fuimos muy felices juntos y guardo un grato recuerdo de él.
¿Qué es lo mejor y lo más difícil de ser el hermano menor Araya?
-Lo mejor es saber que tengo dos hermanos espectaculares, que están y estarán siempre conmigo.
Lo más difícil: nunca lo he pensado, pero creo que puede ser tratar de mantener vivo el legado de mi papá desde mi profesión como profesor de Historia, algo totalmente diferente a la política, que es a lo que se dedican mis hermanos.
¿Nunca quisiste ingresar a la política?
-No, nunca. Siempre, desde chico me gustó la historia y ahora soy inmensamente feliz dedicándome a ella. ¡Creo que los talentos que Dios me dio se relacionan con esto!
¿Qué recuerdos tienes de tu padre y qué significa tu madre?
- ¡Muchos! Podría estar toda la vida contándolos, pero rescato los siguientes de cada uno de ellos. De mi papá recuerdo su consecuencia, aún en los tiempos más difíciles de nuestra historia.
Recuerdo también su intensa vida de fe. Cada mañana, antes de partir a la oficina en la Municipalidad, rezaba tranquilamente. Cuando iba a Santiago, por la razón que fuese, lo primero que hacía era ir a rezar a la Basílica de La Merced.
Aquí en Antofagasta, me llevaba cada jueves a rezarle a la Virgen de Pompeya al Corazón de María, lo que sigo haciendo hasta el día de hoy, al igual que mi peregrinación anual al Santuario de Andacollo. Quizás por esto, me impactó tanto el atentado que sufrió la Basílica.
De mi mamá aprendí que es bueno rezar, pero que la fe se tiene que poner también en práctica. Ella nos enseñó que la caridad termina donde comienza la justicia. Para mí es la mujer fuerte, la roca sobre la cual se ha mantenido esta familia desde que mi papá no está con nosotros.
Ella fue mi principal ejemplo en la pedagogía. Pudiendo trabajar en colegios privados, desarrolló toda su carrera profesional en el Liceo Técnico A-14.
¿Qué significa para ti Antofagasta y qué sueñas para la ciudad?
-Para mí, Antofagasta es mi vida, el lugar donde nací y se encuentran mis raíces. Sueño con que realmente llegue a ser la Perla del Norte y que recupere su vocación de entendimiento, con oportunidades para todos sus hijos e hijas, especialmente para aquellos más necesitados.