El coronavirus ha revelado las debilidades de un planeta enormemente interconectado y una sociedad de consumo desmesurada y rapaz con el hábitat, por eso el escritor y científico Paolo Giordano cree que será "un shock fuerte para la civilización".
"No solo es un shock económico sino también cultural, muy fuerte. No sé predecir qué cambiará a largo plazo pero debo decir que espero y deseo que algo cambie", afirma a Efe este célebre físico teórico, quien en 2019 estuvo en Anfagasta como invitado a Filzic.
Giordano (Turín, 1983), autor del superventas "La soledad de los números primos" (2009), aborda la pandemia que con especial fuerza azota a su país en el ensayo "En tiempos de contagio" (Salamandra), desde ayer en versión digital y en papel a partir del 16 de abril.
Se trata de una reflexión hilvanada al inicio de la crisis, en la que ilustra las matemáticas que encierra la propagación del virus y entre otras cosas receta el cuidado del ecosistema y el sentido de comunidad global como armas para combatir una amenaza enorme.
Renuncias
En sus páginas el pensador aboga por un cambio social porque tras esta crisis vislumbra causas que "también tienen que ver con nuestro modo de interactuar, consumir y comportarnos con el medioambiente", subraya al teléfono desde su casa de esta inédita Roma confinada.
"El comportamiento tan agresivo que desde hace decenios tenemos con los ecosistemas y la naturaleza es el origen lejano, y no tanto, de esta pandemia y de otras que ha habido antes", sostiene.
Giordano lamenta que hasta la fecha nadie ha sido capaz de frenar esta tendencia depredadora del planeta ni de "cambiarla mínimamente" y, por eso, considera que "quizá este es un momento para reflexionar un poco más seriamente sobre los riesgos que queremos o no correr".
"Estas renuncias parecen imposibles y sin embargo en estos días aprendemos que valdría la pena alguna renuncia por un poco más de seguridad en el futuro", considera.
Apunta al cambio climático como una causa de la propagación de enfermedades y reitera este planteamiento en la entrevista: "Cuanto más destruyamos el medioambiente, más entraremos en contacto con nuevos microbios, virus o bacterias", avisa, basándose en estudios del equipo asesor para el cambio climático de Naciones Unidas.
En definitiva, a su juicio, necesitamos "corregir los vicios de nuestra modernidad para preservar el futuro".
Amenaza global
El patógeno ha demostrado una enorme capacidad de viajar por todo el mundo, causando 590 mil contagios y 27 mil muertos, lo que lo convierte en el "primer gran virus de la globalización", afirma.
También lo fue el virus que provocó las neumonías por el síndrome respiratorio agudo grave (SARS) en 2002, pero se detuvo antes. El coronavirus actual está "particularmente adaptado a viajar".
Esto hace que todo el planeta se sienta amenazado y que haya propiciado una suerte de sentimiento de "destino común" en la humanidad, en gran parte encerrada en sus casas.
"Es un momento en que se siente muy fuertemente esta pertenencia a nuestra especie, a estar en una colectividad. Lo vemos en nuestros comportamientos, no nos aislamos en casa por miedo al contagio sino para ayudar al sistema sanitario. Es un modo de pensar en la colectividad que no tenemos muy a menudo", destaca.
En su ensayo el autor establece lo que considera el "esqueleto invisible de toda pandemia", el modelo SIR, por el que se mueve el patógeno, entre los sujetos Susceptibles de ser contagiados, los ya Infectados y los Removidos, los inmunizados o fallecidos.
Pero en estas "matemáticas del contagio" también entran en juego las desigualdades sociales y el escritor turinés se pregunta qué dimensiones alcanzaría la pandemia si llega a la depauperada África.
O incluso a las puertas de Europa: "¿Qué pasará cuando este virus llegue a uno de los muchos campos de refugiados?", plantea.
Por eso, ya que el virus prolifera en las relaciones sociales, el distanciamiento es por el momento la mejor vacuna para protegerse y evitar que avance a esas zonas más vulnerables.
El poeta John Donne dejó plasmada esta idea de comunidad en una de sus meditaciones: "Nadie es una isla". Y ahora menos que nunca.
Epicentro europeo
Giordano empezó a escribir su ensayo un 29 de febrero, cuando las cifras en Italia aún estaban lejos del desastre actual: casi setenta mil contagios y 6.800 víctimas mortales. Es el epicentro europeo.
Para tratar de contener la propagación, el Gobierno ha impuesto fuertes restricciones de movimiento, ha recluido a la población en sus domicilios y ha cerrado tiendas y espacios públicos. "Son las únicas medidas que se pueden tomar", apunta el escritor.
Una de las preguntas que la gente suele hacerse es por qué no se cerró el país cuando surgieron los primeros casos el 21 de febrero.
Giordano defiende el cierre paulatino: "Todos necesitamos tiempo para acostumbrarnos poco a poco", opina.
Por eso el cierre del país, practicado en Italia y en medio mundo para hacer frente a esta amenaza, es a su juicio "la vía justa".
"No nos aislamos en casa por miedo al contagio sino para ayudar al sistema sanitario. Es un modo de pensar en la colectividad que no tenemos muy a menudo".