Educar para después de la pandemia
"Tengo confianza en que saldremos de esta crisis. Hemos sobrevivido a plagas peores".
Vivimos un momento difícil para la humanidad. De ello no cabe duda. Hay quienes están aislados en completa soledad. Hay quienes deben seguir en las calles a pesar del temor de llevar el virus a sus casas. Están también aquellos que trabajan en el sistema de salud, preparándose para dar la batalla contra el enemigo invisible.
Uno de los primeros grupos de nuestra sociedad en enfrentarse a los efectos de la pandemia fue el de los estudiantes escolares y, un poco más tardíamente, los técnicos y universitarios. Fueron ellos los que primeramente supieron el significado de la palabra "cuarentena", los primeros en practicar el aislamiento social y los primeros en verse enfrentados al teletrabajo. De su mano, fueron los profesores los primeros llamados a crear un sistema en que sus estudiantes pudieran trabajar, en este caso aprender, a distancia. Algunos con mayores recursos que otros. Algunos con mejores resultados que otros.
Con la presente reflexión no pretendo invisibilizar la grave situación de aquellos que están sufriendo producto de esta pandemia. No pretendo opacar sus realidades con buenos deseos. Sin embargo, tal sufrimiento no puede inmovilizarnos. Ante una crisis como esta, la obligación de quienes todavía no nos hemos visto afectados es pensar en soluciones para los problemas que aquejan a nuestra sociedad. Uno de ellos es el impacto que tendrá la crisis en la educación de la generación que nos sucederá.
Voces más autorizadas que la mía auguran que, tras la pandemia, la sala de clases no volverá a ser la misma. Tal es la opinión expresada por Luis Bonilla, miembro del consejo de gobierno del Instituto de Educación Superior para América Latina y el Caribe (IESALC) de la UNESCO, en una entrevista que dio a The Clinic recientemente. Bonilla sostiene que el coronavirus se constituyó en el elemento que llevó a todos los ministerios de educación del mundo a plantear la educación virtual.
Pero ¿en qué circunstancias se está dando ese cambio en Chile? Conocidas son las dificultades que han experimentado las comunidades educativas para seguir reuniéndose en torno al aula, ahora virtual, y cumplir su cometido. Aún mayores son las dificultades de aquellas familias de desmejoradas condiciones económicas. Consecuentemente, esta crisis tiene la potencialidad de pasar de una de tipo sanitario a una de tipo social. En otras palabras, la pandemia puede tener el efecto de ahondar la brecha que existe entre pobres y ricos al dificultar el acceso de los primeros a la educación, único vehículo de movilidad social.
En la medida en que más y más establecimientos optan por la educación virtual, más y más recursos que antes eran un lujo pasan a ser una necesidad. Conexión a internet, dispositivos tecnológicos, programas computacionales y un espacio tranquilo donde estudiar son, ahora, necesidades básicas. El reto de satisfacer tales nuevas necesidades se suma al reto de educar en un mundo como el que habitábamos hasta antes de la pandemia. Según observaba Bauman en Los retos de la educación en la modernidad líquida: sobresaturado de información, eternamente cambiante y sin elementos sólidos a los cuales asirse.
¿Servirá la actual crisis de detonante en el proceso de tecnologización de la educación nacional? Todo indica que sí ¿Estábamos preparados para ello? Definitivamente no ¿Será el resultado de ese proceso una educación más igualitaria, accesible y acorde a la modernidad actual? Eso depende de nosotros.
Tengo confianza en que saldremos de esta crisis. Hemos sobrevivido a plagas peores. Nuestra primera línea ante el enemigo invisible -profesionales y técnicos de la salud, bomberos, conductores de buses y camiones, recolectores de basura, profesores, artistas y un largo etcétera- sabrá dar la pelea con escasez de recursos pero exceso de ingenio. Lo que nos queda a nosotros es pensar en cómo educar para que nuestros hijos sean capaces de construir un mundo más justo y fraterno después de la pandemia.
Esther Croudo Bitrán
Directora ejecutiva Alianza por Antofagasta