Falta de intimidad: por qué a pacientes les cuesta continuar las terapias sicológicas online
TELETERAPIAS. Tres sicólogas relataron cómo ha sido su experiencia después de suspender las consultas presenciales, a raíz de la emergencia sanitaria.
La emergencia sanitaria por el COVID-19, la cuarentena y el autoconfinamiento, obligaron a que ciertas prestaciones médicas, como las atenciones y terapias sicológicas, dejarán de realizarse de forma presencial, como una forma de disminuir el riesgo de contagio por contacto, prefiriendo atenciones mediante plataformas digitales.
La nueva modalidad de atención es un desafío a la continuidad de los tratamientos, sobre todo porque los pacientes, al cambiar la forma de realizar sus sesiones, encontraron algunos obstáculos relacionados con la intimidad que implica llevarlas adelante.
Así lo expuso la sicóloga clínica, Tania Munizaga. "Ha sido un poco complicado ya que ha habido un poco de resistencia hacia esta nueva modalidad, que no es nueva, ya que la comencé implementar hace 2 años, con un paciente de Taltal. No obstante, la he vuelto a implementar desde que decretaron estado de excepción, y las primeras semanas han sido lentas", sostuvo.
"No obstante, una vez se le pierde el miedo, también es muy cercana, permite trabajar frente a frente con el paciente, sobre todo si ya se ha venido trabajando con él de forma presencial", dijo.
La especialista comentó que uno de los obstáculos que ha encontrado por parte de sus pacientes, es el confinamiento en espacios donde no siempre se tiene la privacidad necesaria para realizar una terapia.
"Muchos pacientes me señalan que utilizar esta metodología les resulta difícil ya que no van a tener privacidad, o que sus conversaciones pueden ser escuchadas (…) No obstante, una vez que hago la sesión, el paciente queda con una sensación de tranquilidad y seguridad, cosa que es muy importante porque son personas que, por el tema de estar trabajando en la casa, están con dificultades y algún trastorno de ansiedad y por eso han recurrido a este tipo de conexión", explicó.
Acotó que en una ocasión, tras confirmar una cita por WhatsApp, una paciente salió de su casa y se metió al auto para poder tener la sesión. "Me gustó la actitud de esta paciente, siempre hay formas de hacer las cosas".
Vulnerabilidad
Natalia Morales, psicóloga clínica que viene implementando esta modalidad de trabajo desde octubre del año pasado, producto del estallido social, explicó que la experiencia ha sido diferente dependiendo de la cercanía previa con el paciente. "He podido implementarla bien con aquellos pacientes que ya me conocen y tienen una relación conmigo, pero es más complejo de implementar cuando los pacientes no me conocen", precisó.
Y explicó que "se da una situación compleja, que es el tema de la violencia, situación que se conversa con otros colegas a través de redes sociales. Hay muchos pacientes que viven violencia en sus casas, en el contexto de la cuarentena, y por eso es más complejo empezar una terapia así (…) Ha sido diverso. Hay pacientes que toman el online sin ningún problema, porque tienen su privacidad, y otros que no, porque tienen mayores dificultades en este tipo de encierro".
Jóvenes
Paula Tapia, psicóloga clínica, psicoanalítica y experta en adicciones, y consejera terapéutica en drogodependencia, relató una experiencia distinta, ya que fueron sus pacientes jóvenes, quienes le solicitaron realizar videoconferencias.
"La mayoría de mis pacientes tiene consumo de alcohol y algunas drogas, por lo que esta situación de crisis, los ponía más vulnerables a generar consumo, entonces necesitaban más terapias y apoyo emocional. Estamos viviendo una situación que les produce mucha ansiedad", sostuvo.
Acotó que, por lo mismo, los usos de estas nuevas metodologías son muy importantes, ya que permiten continuar con los tratamientos y acompañar a pacientes que sufren crisis de ansiedad, por ejemplo.
"Varios pacientes han presentado hasta ideaciones suicidas, de hecho. Pensamientos, de decir '¡Ya no doy más de estar encerrado!', principalmente en los pacientes más jóvenes (18 a 25 años), la mayoría personas con predisposición depresiva, a quienes todo esto les afecta de mayor manera. También tengo pacientes que han presentado crisis de pánico, a quienes trato regularmente; pero lamentablemente a raíz de esto suben las crisis", dijo.