O casi. Como seguramente usted sabe, no es posible observar directamente un agujero negro pues la luz no logra escapar de éste debido a su elevadísima gravedad. No obstante, es perfectamente posible ver a los compañeros de un agujero negro, es decir, a otros objetos que se mueven en torno a algo invisible que los atrae. Es lo que ocurrió en el caso de HR 6819, un sistema triple de objetos. El equipo del astrónomo Petr Hadrava detectó en 2009 algunas particularidades en las observaciones espectroscópicas de este sistema que los llevaron a concluir que HR 6819 era un sistema compuesto por 3 objetos en lugar de 2, como hasta ese momento se creía. No publicaron esos resultados pero continuaron el análisis, concluyendo recientemente que las velocidades y masas de los objetos visibles se explican sólo si el objeto invisible es un agujero negro. Esto hace que HR 6819 sea en realidad una estrella que orbita lentamente (quizás a lo largo de décadas) a una segunda estrella que demora 40 días en moverse en torno al agujero negro.

En nuestra galaxia conocemos menos de 30 agujeros negros (incluyendo el súpermasivo en su centro) de modo que cualquiera nuevo es relevante para construir una buena estadística de sus propiedades. Pero hay más: Con una magnitud V=5.3 este sistema se puede ver a simple vista (el ojo humano alcanza a ver hasta V=6.5, que es más débil, en condiciones extremas). Se encuentra además a tan sólo 1000 años luz de distancia, lo que lo convierte en el más cercano a la Tierra. Como comparación, nuestra galaxia tiene unos 100 mil años luz de un extremo a otro y la distancia a la estrella más cercana al Sol es poco mayor a 4 años luz. Esto lo pone suficientemente cerca para ser un buen objeto de estudio y suficientemente lejos para que no comporte riesgo alguno para nosotros. (Crédito de imagen: ESO/L. Calçada).

El Sistema Solar tiene unos 5 mil millones de años. Su estrella central, en términos astronómicos, es una estrella enana amarilla de tipo espectral G2, cuya temperatura superficial ronda los 5.500° C.Al ser una estrella pequeña, poco masiva, consume su "combustible" principal (Hidrógeno) de manera más lenta, significando que nuestra estrella podrá vivir por más tiempo. Concretamente, le restan otros 5 mil millones de años, antes que empiecen sus etapas de colapso. Nuestro Sol hoy contiene planetas (8), planetas enanos (5) y pequeños cuerpos del Sistema Solar, y aunque es nuestro vecindario más cercano, apenas hemos podido estudiarlo dentro de lo que nos permite nuestra tecnología de sonda espaciales. De hecho apenas no mucho tiempo, en 2015, la sonda New Horizons logró acercarse a Plutón, el otrora noveno planeta del Sistema Solar (hoy recatalogado como planeta enano), y obtener muy valiosas imágenes de su misteriosa superficie, al ser un cuerpo tan pequeño y lejano. Por otra parte, la estrella más cercana a nuestro Sol, el sistema múltiple Alfa Centauri, ubicado hacia la constelación de Centauro, se ubica a 4.3 años luz de distancia. Es decir, que la luz tarda 4.3 años en llegar a nosotros, tiempo que se multiplica a varios niveles si quisiéramos enviar una sonda espacial a ese destino, lo que por el momento no tiene sentido, a menos que estemos dispuestos a esperar 80 mil años usando motores de propulsión iónica, como a veces se ha propuesto por escritores de ciencia ficción.