Entrando a las semanas críticas
Los poco más de 37 mil enfermos en el país (algo más de 1.200 en la zona), hablan de la magnitud de un problema que hasta ahora ha sido, en general, bien manejado. El gobierno debe hacer mejores esfuerzos por unir a Chile y escuchar mejor. Somos un país pequeño, pero con un nivel de desconfianza que nos está destruyendo por dentro.
Nuestra región y el país están entrando a las semanas más complejas de la pandemia, con una cantidad récord de enfermos, especialmente en las regiones Metropolitana y de Antofagasta, que ayer sumó otros 61 infectados.
En nuestro caso, las autoridades habían advertido que el período más delicado sería hacia fines de este mes e inicios de junio y parece que tales proyecciones son certeras, teniendo presente que ya sumamos 1.277 contagiados.
Eso explica los confinamientos para la capital regional y Mejillones -ahora nuevamente extendidas hasta el 22 de mayo- y eventualmente en otras comunas afectadas.
Ciertamente hay inquietudes, la más repetida tiene que ver con un posible colapso del sistema sanitario, por falta de camas críticas y ventiladores. Se ha dicho que la ocupación sobrepasa el 90%, pero también debe precisarse que en condiciones normales está demanda supera el 80%.
Para tranquilidad relativa, hay que precisar que hay ventiladores disponibles, pero la idea no es, obviamente, estresar el sistema, sino evitar los contagios. Por eso es tan fundamental que la población respete la cuarentena y que las actividades indispensables sigan su desarrollo normal, guardando todas las precauciones.
Más allá de los conceptos emitidos por la autoridad, debemos asumir que tan importante como enfrentar la pandemia, es cuidar la economía. Estos no son términos incompatibles ni en oposición. Sin recursos no podremos hacer frente a la pandemia, se perderán puestos de trabajo y se destruirán empresas. Es por ello que debe hacerse lo posible por retomar actividades, responsablemente, siempre y cuando estén las condiciones para ello.
Pero el país debe conseguir algo difícil y esquivo en estos últimos años: cierta unidad para hacer frente a un enemigo común. Seguir politizando la discusión no nos llevará a ningún puerto favorable, salvo contaminar aún más el alicaído ánimo de los chilenos en momentos en que necesitamos fuerza y compromiso por salir adelante.