En otro paso hacia la apertura de su economía, Nueva York permitirá que hipódromos y el autódromo Watkins Glen International reabran sus puertas, en momentos en que el brote de coronavirus amaina, dijo ayer el gobernador Andrew Cuomo. Pero añadió una advertencia: "Sin muchedumbres. Sin fanáticos".

En su sesión diaria con la prensa, el gobernador dijo que podía haber incluso un regreso de los partidos de Grandes Ligas de béisbol a Nueva York, también sin fanáticos. "Si funciona económicamente, eso sería excelente", dijo.

Cuomo anunció también que los residentes de los condados suburbanos de Westchester y Suffolk -dos de los focos iniciales del brote en el país - seguirán siendo elegibles para cirugías opcionales y cuidados ambulatorios. "Hubo un período en el que los hospitales estaban lidiando básicamente con pacientes con COVID-19", dijo. "Ya pasamos ese período, Si usted necesita atención médica, si necesita un tratamiento médico, debería poder conseguirlo".

El anuncio llega cuando los nuevos casos y las muertes en el estado más azotado del país continúan estabilizándose o bajando, dijo. Hubo 157 muertes reportadas desde el viernes, una noticia alentadora comparada con inicios de abril, cuando el saldo diario estaba superando 700. El total de muertes en el estado es ahora de 22.500.

Pero Cuomo advirtió que el estado podría registrar un aumento de casos a medida en que reabra su economía. Para evitar que se disparen los casos, las personas tendrán que seguir tomando precauciones, como el distanciamiento social, dijo.

"Las personas van a estar saliendo de sus casas", dijo. "¿Cómo actuarán cuando salen? ... Si son inteligentes veremos un alza en los números, pero no considerable".

Mientras, el número de policías en la ciudad de Nueva York que se han ausentado por enfermedad durante la pandemia cayó a su punto más bajo.

El viernes, 1.157 agentes estaban fuera por enfermedad, lo que representa 3,2% de la fuerza de patrulla en el mayor departamento de policía del país. Los funcionarios dijeron que es aproximadamente la misma tasa que antes del estallido de la pandemia.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, volvió a criticar ayer las medidas de distanciamiento social adoptadas por gobiernos regionales para combatir el COVID-19, lo que provocó la renuncia de su segundo ministro de Salud en menos de un mes, mientras que la pandemia sigue avanzando a pasos largos en en el país.

"El desempleo, el hambre y la miseria será el futuro de aquellos que apoyen la tiranía del aislamiento social", afirmó en un mensaje en su cuenta en Twitter el líder ultraderechista, uno de los gobernantes más escépticos sobre la gravedad de la pandemia y que llegó a calificar el COVID-19 como una "gripecita".

El coronel de la reserva del Ejército mantiene un duro y tenso pulso con los gobernadores de la mayoría de los estados brasileños, que han impuestos medidas de distanciamiento social, como cuarentenas, cierre de escuelas y comercios y restricciones al transporte y la movilidad, para frenar la creciente expansión de la pandemia en el mayor país latinoamericano.

Brasil superó ayer los 15.000 muertos por coronavirus y los 230.000 contagiados, según cifras oficiales, que lo convierten en el quinto país con el mayor número de casos de COVID-19.