Lo que Gabriela Mistral descubrió en la meditación
Subrayaba su Biblia, meditaba antes del mediodía, creía en la reencarnación y tomó votos franciscanos. Gabriela Mistral buscó en el mundo espiritual susurros para crear. Ese afán fue reunido por Diego del Pozo en "Toda culpa es un misterio" (La Pollera).
Con "Toda culpa es un misterio", el investigador Diego del Pozo, doctorado en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Helsinki, indaga en la vida espiritual de Gabriela Mistral, que partió cuando su abuela paterna la hizo memorizar los Salmos de David: "Probablemente la Biblia fue su guía espiritual inicial, así como también una fuente de inspiración para el resto de su vida. Como dato aparte, la Biblia que tenía Mistral en su biblioteca personal es una que le regalaron cuando llegó a México en 1922 y que hoy se conserva en el Museo de Arte Colonial de Santiago", cuenta Del Pozo.
En las anotaciones de esa Biblia se aprecia el profundo interés de Mistral por los personajes del Antiguo Testamento. Es la parte más intervenida por sus propias anotaciones.
"Sin embargo, la figura religiosa que realmente condujo su vida fue, sin lugar a dudas, Cristo. El mensaje de amor universal, y en particular el de la compasión como móvil de vida, fue algo que ella misma llevó a la práctica", señala el investigador que partió estudiando a la Premio Nobel en la universidad.
"Me sorprendió encontrar a una intelectual desconocida y, para decirlo en términos místicos, sentí una especie de llamado a explorar esa faceta. Además, creo que estamos en una sociedad mucho más preparada para entenderla, con menos prejuicio", asevera con esta nueva publicación entre manos. En suma, Del Pozo busca mostrar un lado de Mistral que pone en tela de juicio la imagen de la profesora rural que escribe sólo poesía infantil.
"Existe la imagen de una Gabriela Mistral muy católica y devota y algo pechoña. Esa imagen no se encontrará en este libro. Por el contrario, se demuestra una persona con una curiosidad muy amplia sobre muchas religiones y con un discurso público que está ligado hacia la figura de Cristo y con una crítica muy fuerte sobre lo que significa el sentido social de las instituciones que administran a esta figura de Cristo", explica del Pozo.
Por otro lado, Mistral se reconoce mística y casi panteísta. "De manera privada, mantiene una relación muy directa con la naturaleza y un ente creador que ha dejado parte de su esencia en ella. Esa podría ser la inspiración final para crear. La persona que se muestra en este libro es alguien que tiene una correlación directa entre naturaleza, arte, espiritualidad y belleza. Eso queda patente en lo abierta que estuvo a investigar distintas religiones. Hay rasgos de hinduismo, budismo, consejos de meditación, versos reflexivos sobre cómo se transmite el mensaje de Cristo en el Nuevo Testamento", cuenta el investigador.
El arabesco de dios
El volumen editado por La Pollera está dividido en dos partes: "Religión" y "Misticismo". La primera sección reúne textos escritos entre los años 1922 y 1950. En ellos Del Pozo repasa lo que Mistral entiende por el sentido religioso de la vida.
Parte con una frase primordial de la Mistral: "Para mí la religiosidad es la saturación que ha hecho en la mente la idea del alma".
Gabriela también releva el cristianismo con sentido social. En su discurso ante la Unión Panamericana de 1924 advierte -desde el más puro ecumenismo- que hay que "cosechar lo óptimo de todas las religiones".
Uno de los últimos textos de "Toda culpa es un misterio" es un discurso fechado en 1950. Lo dirige la poeta a la Academia de Historia Franciscana. Lo escrito la refleja en su amor por el "Hermano Universal": "San Francisco fue un súper sensitivo. En él fueron divinos los cinco sentidos. Francisco palpó sin asco la podredumbre: él miró con igualdad lo precioso y lo vulgar; él aspiró con avidez los aromas de la Umbría verde y se adentró sin volver la cara entre las llamadas plebes endomingadas, oyendo sin cólera la batahola de la plaza o el mercado. Y fue más lejos aunque ni priores ni hermanos se lo pidiesen, él acarició y sirvió a la bestia, al pájaro y a la planta, y halló lo más natural del mundo acercarse a la bestia feroz, celar por la vida de las abejas, entenderse con el halcón, cantar, sí, cantar, en preciosos versos latinos, al Sol, al Agua y al Fuego, y alabar hasta lo que llamamos 'inanimado' en una especie de filialidad hacia el planeta al cual miraba como material divino porque Cristo N.S. quiso descender a él para regenerarlo primero con su sangre después con la Gracia".
La segunda parte de "Toda culpa es un misterio" nos acerca a la Gabriela mística. Por ejemplo, en el texto "Dios" la poeta encuentra la clave del amor: "La línea torcida del dibujo tal vez proteste mirando hacia la recta e ignora que contribuye a la armonía así, siendo diferente y tortuosa. Somos un arabesco de Dios".
-¿Por qué escogió la frase "Toda culpa es un misterio" como título de su libro?
-Quería nombrar esta antología con alguna frase que hubiese sido escrita por ella. Y en el texto que llamamos "Dios", que es un texto inédito, está justo esta frase "Toda culpa es un misterio" subrayada. El mensaje nos dice que el verdadero misterio es el cómo podemos amar al enemigo, cómo podemos amar al que actúa fuera de la ley. Un amor no solamente al prójimo, sino que también al enemigo. Entender al amor cristiano como un amor total, ese es el gran desafío.
-¿Qué le parece que confesara no poder evitar creer en la reencarnación?
-Hay un escrito de ella, que es una reflexión que le surge una vez que su hijo adoptivo Yin Yin se le acerca, y le pregunta qué pasa cuando uno se muere. Ella le explica que al morir uno se reencarna en otro ser, en otro planeta del universo. A Gabriela la reencarnación le entrega consuelo para enfrentar muertes muy cercanas y dolorosas como la de su madre, o la del propio Yin Yin. En ese sentido fue como un refugio para ella. Y también una idea de acuerdo a cómo veía la vida: todos somos parte de un gran todo. Entonces reencarnándonos traspasamos nuestra existencia al resto de la naturaleza.
La meditación
Mistral puso cierto interés en la meditación. Una práctica a la que llamó "La Oración Mental", un refugio que la llevó a una verdadera concentración.
-¿Cómo meditaba Gabriela Mistral?
-En más de una ocasión comentó que muchas veces se le hacía más fácil meditar que rezar. Lo que no significa que no rece, como lo demuestran la gran serie de rezos que hizo luego de la muerte de Yin Yin en 1943. Según refiere, la meditación la realizaba en las mañanas y le servía para poder conectarse con el plano espiritual, así que es correcto pensar que así se preparaba para todo el resto de su día. Si bien sabemos que las mañanas eran para la lectura, la escritura y responder cartas, tiene sentido que el tiempo de meditación fuera antes de todo eso, al despertar.
Sobre el hábito de la meditación, concluye no sin algún desconcierto que: "La meditación es el acto más temiblemente individual que pueda darse. El que está meditando se halla, unas veces, pavorosamente solo, otras, maravillosamente solo, pero se siente casi siempre en tremenda unidad".
Gabriela Mistral fue una hermana franciscana que tuvo desde muy temprano como brújula a la figura de San Francisco de Asís. El voto de pobreza, el sentido de la compasión y la sensibilidad del santo de Asís la hicieron abrazar ese camino profundamente amarrado a la naturaleza.
"Su devoción es por el desapego de lo material, cuando habla de los privilegios materiales y del deseo. Dice que inevitablemente una vida muy cercana a eso apaga tu espíritu", agrega el especialista de la obra mistraliana.
-Hay un texto de 1935, "Recado sobre los judíos", que impresiona.
-Mistral es consciente de lo que está pasando en su mundo. Uno sabe que había cierta alevosía en cuanto al proyecto de Hitler. Que había cierta desatención, prejuicios frente a lo que estaba pasando con la comunidad judía. Y Gabriela Mistral, desde la cercanía que tiene con todas las religiones, los rescata. Y advierte con sensibilidad lo que luego sería una de las tragedias más grandes de la Humanidad. Es algo que se agranda desde los años.
El libro "Toda culpa es un misterio" selecciona discursos, columnas y retazos de los cuadernos íntimos de Gabriela Mistral.
Por Amelia Carvallo
fotos: BIBLIOTECA NACIONAL