La democracia de datos y el COVID-19
Con la frase 'A la Mesa de Datos le faltan datos', un medio de tiraje nacional (La Tercera, 15/04/2020) cuestionó la entrega reservada de información por parte del MINSAL al grupo de científicos/as que requiere data más específica para modelar escenarios que permitan prevenir aún más la expansión progresiva del virus en el país.
Esta situación provocó la crisis en la mesa y el abandono de ésta por parte del Instituto Milenio Fundamentos de los Datos (IMFD). Asimismo, esta semana un medio online (Interferencia, 11/05/2020) publicó los mapas de contagio del Covid - 19 que supuestamente el Ministro de Salud mantendría en secreto.
En este mismo sentido, los/as ediles exigieron al ministro Mañalich el acceso a los mapas geo-referenciados para, en palabras de la alcaldesa de Peñalolén, Carolina Leitao, no estar a ciegas gestionando la crisis.
Un poquito de política comparada nos viene bien para analizar esa sensación de secretismo, manipulación y antidemocracia que critica un medio online de periodismo investigativo (Ciper Chile, 21/04/2020) a la gestión del actual gobierno.
La tesis oficialista es de carácter normativo, y se basa en la premisa constitucional de la privacidad de los datos de los/as pacientes (aquí podríamos citar el artículo 19 que asegura que "El derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona"). Desde la Actoridad internacional, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el Representante para la Libertad de los Medios de Comunicación de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa emitieron una declaración en la cual instan a los gobiernos a proporcionar información fidedigna en formatos accesibles a todos/as sobre la base de la normativa internacional de los derechos humanos (aquí podríamos citar el Artículo 3: Derecho a la vida, libertad y seguridad).
Si bien no fue fácil encontrar información comparativa sobre transparencia de datos en esta pandemia, un actor internacional como el Open Government Partnership (OGP) analiza las estrategias más importantes de 78 países miembros de esta organización, muchos de los cuales trabajan con el concepto de 'gobierno abierto' (Canadá e Italia), entregando geo-referenciamiento de casos confirmados de COVID-19 por código postal, grupos de edad y posibles fuentes de infección (Australia, Costa Marfil, Ecuador, El Salvador, Filipinas). Otras experiencias interesantes de lo que yo he denominado 'democracia de datos' es lo ofrecido por Francia, que generó una plataforma de código abierto para el monitoreo remoto de casos sospechosos o reales en el hogar por parte de los médicos y hospitales. Lituania ha desarrollado un conjunto de mapas virtuales que permiten el análisis de varios datos estadísticos tales como lugares de cuarentena, número de personas enfermas y recuperadas, la cantidad de personal médico en cada municipio, negocios afectados, etc. Nepal, por su parte, monitorea puntos críticos como el estado de los infectados a nivel local, centros de aislamiento y cuarentena, instalaciones de salud, ambulancias, comités gubernamentales y otras informaciones relevantes.
En resumen, las democracias que abren sus gobiernos han generado una serie de plataformas con tecnología online para realizar análisis proyectivos de comportamiento de la expansión viral, moldeando o simulando escenarios para tomar todo tipo de decisiones tanto sanitarias como de gobernanza de otras políticas públicas.
Me gustaría creer que una verdadera democracia protege a sus ciudadanos/as (no todo el mundo puede tener acceso a datos disgregados), pero también confía en sus científicos y tomadores de decisiones para el diseño de pronósticos y datos que influyan en sus estrategias del gobierno. No es tiempo para generar una 'batalla de los microdatos' (El Mostrador, 11/05/2020), es el momento para la confianza recíproca, pues como decía Alfonso Gómez Lobos en su artículo "Fundamentaciones de la Bioética": "Un acto que ataque deliberadamente la vida o la salud es maleficente y, por ende, (bio) éticamente incorrecto" (2019, 44). Un gobierno que opte por la ignorancia habrá perdido la batalla a la pandemia.