El Mercado cumple un siglo como hito de la ciudad
CIUDAD. Dos hombres destacan en los orígenes de este edificio de impronta neoclásica: el alcalde Maximiliano Poblete y el constructor Jaime Pedreny, también presente en la Casa Giménez y la Casa de la Cultura, entre otras obras arquitectónicas.
"Como número extraordinario del programa conmemorativo del Combate naval de Iquique, la alcaldía entrega en solemne ceremonia el Mercado Modelo Municipal, situado entre las calles Uribe, José Santos Ossa, Maipú y Pasaje Sotomayor. La monumental obra cuesta 881.598 pesos".
Este es parte del relato escrito hace un siglo en las páginas de El Mercurio de Antofagasta. Una jornada en la que nació un inmueble que es parte de la historia local.
La nota cita que desde tempranas horas, el número de compradores y curiosos fue de tal magnitud que la policía se vio obligada a intervenir "enérgicamente", mientras banderas chilenas y extranjeras flameaban en el interior y exterior del reluciente edificio.
"Puede decirse que no hay nadie de alguna significación, que no desfile por los corredores y pasillos del local", se escribió ese 21 de mayo de 1920.
Los orígenes
Maximiliano Poblete era el alcalde mayor de Antofagasta por aquellos años. Reconocido como la más grande autoridad pública en la vida de la ciudad, fue su impulso el que hizo posible una obra fastuosa para aquellos años, cuando la comuna apenas superaba el medio siglo de vida.
El historiador José Antonio González puso ese momento en perspectiva.
Antofagasta dependía de su abastecimiento de los barcos que hacían una recalada en el puerto, sea trayendo productos agrícolas desde el sur o desde el norte; incluso hubo líneas de navegación que trajeron frutas desde el Ecuador. A a su vez, se tenía dificultades con la Sociedad Nacional de Agricultura, pues se estaba barajando desde la década pasada establecer un ferrocarril desde la ciudad hacia Salta en Argentina, para abastecer con alimentos la población local.
"La resistencia sureña a estos propósitos se hicieron sentir en Santiago. Faltaba un espacio para recepcionar los productos cárneos y la distribución a la población, que pudiese abastecer con holgura a los antofagastinos, además con rapidez, puesto que no había una central de refrigeración. En ese contexto, el papel del alcalde Poblete es significativo. El organiza los cabildos abiertos para cohesionar a la población y las demandas", explicó el docente.
Notas anteriores en este mismo Diario daban cuenta de que los comerciantes no tenían un local apropiado y los reclamos de los vecinos eran recurrentes por los problemas de salubridad en las calles.
El mundo salía de la I Guerra Mundial, el Tratado de Versalles ya estaba firmado, Chile estaba bajo los últimos meses de presidencia de Juan Luis Sanfuentes y la actividad salitrera mostraba tenues signos de recuperación después de años complicadísimos.
Así emergió la necesidad de un mercado.
Imagen urbana
Una investigación de la historiadora Guadalupe Durán, dio cuenta de que en febrero de 1914, el municipio pidió un préstamo de 150.000 libras esterlinas, de las cuales 30.000 libras serían para la construcción de un Mercado Modelo.
Claudio Galeno, arquitecto y académico, citó que Antofagasta venía de un periodo muy próspero para su imagen urbana, las obras del Centenario de la República (1910) habían dotado a la ciudad de importantes edificios como la Intendencia, el Resguardo Marítimo y la Gobernación Marítima.
Además, los espacios públicos habían acogidos a los monumentos de las colonias, que reflejaban una cosmopolita ciudad global. Cuando el alcalde Poblete asume en 1912, su proyecto de ciudad modelo se alinea con la ciudad anhelada por la ciudadanía, con muchas inversiones privadas junto a las públicas.
En 1913 se terminó el Club Británico, el Hotel Belmont y el Banco Mercantil, en 1914 el Cuartel General de Bomberos y la nueva Casa Consistorial, en 1917 el Templo de San José (Catedral), en 1918 la Compañía Cervecerías Unidas. Esto culmina con el Mercado, que se construye entre 1917 y 1920, citó el académico.
"Es cierto que, desde el punto de vista económico, el mundo se enfrentaría al terrible conflicto de la Primera Guerra Mundial, que justamente empezó a mediados de ese 1914. Sin embargo, en marzo de 1916 llamaron a propuesta públicas y en octubre de 1917 recién se iniciaron las obras que fueron lentas por la escasez de materiales de construcción, que en esa época eran, en su mayoría, importados", explicó Galeno.
Construido en concreto, bien puede decirse que se usó hormigón armado, lo que da fortaleza al inmueble, bastante bien cuidado a pesar de los años.
Y así llegó el 21 de mayo de 1920.
La historiadora Guadalupe Durán, a partir de algunas notas de prensa de El Mercurio de Antofagasta, describió el inmueble:
"De rasgos arquitectónicos neoclásicos, el edificio es imponente, tiene dos plantas y un subterráneo. En el primer piso se habilitaron 28 puestos para carnicerías, 16 para verdulerías y dos chancherías. Posteriormente se ubicaron dos almacenes, puestos pequeños de venta de diarios y librerías... En el segundo piso, ocho para cocinerías, 18 de venta de pescado, puestos de menudencias y pequeñas verdulerías. Se agregaron después los gallineros".
Siete años más tarde incluso funcionó la Biblioteca Municipal en los locales asignados con los números 13 y 14, mientras en el subterráneo quedaron locales para venta de pescado, venta de leche al pie de la vaca (sector de Uribe), puestos de menestras, abarrotes, tiendas y otros negocios.
Por cierto, el nuevo edificio contaba con los servicios más importantes: alumbrado eléctrico, servicios higiénicos, desagües, agua y alcantarillado. Una maravilla para la época.
21 de mayo de 1920 fue inaugurado el recinto que reunió a comerciantes de todo tipo en su interior. Antes hubo otros inmuebles más pequeños.