La movida cultural "Madchester" nació en la ciudad de Manchester a fines de los años 80 y tuvo como componente fuerte la música electrónica. Ese desenfreno aterrizaría en Ibiza en los 90, tierra de libertades, DJ's y experimentaciones con drogas. "White Lines" -la nueva serie de Alex Pina, creador de la exitosa "La casa de papel"- circula entre esas latitudes con una mirada crítica a las consecuencias de la fiesta salvaje del ayer y la capitalización de lo que alguna vez fueron escenas alternativas.
Una joven inglesa llamada Zoe Walker (Laura Haddock) viaja a España para saber qué pasó con su hermano Axel (Tom Rhys Harries), un famoso DJ que desapareció hace 20 años y cuyo cuerpo acaba de ser encontrado en las arenas de Almería. Parece una momia, pero aún se puede leer el nombre que tiene tatuado sobre el pecho: Kika. Con la cabeza llena de preguntas, la chica -quien ha idealizado a su hermano desde que murió- se traslada hasta Ibiza para investigar su desaparición. Las sospechas recaen sobre una poderosa familia local: los Calafat. El resto de los personajes tampoco está libre de dudas. Son los amigos de Axel, quienes se quedaron estancados en los excesos, especialmente el narcotraficante Marcus (Daniel Mays). Importancia cobrará también Boxer (el portugués Nuno Lopes), el jefe de seguridad de la familia Calafat, quien se convertirá en una suerte de aliado romántico de Zoe.
La narración avanza entre los flashes del pasado y las inclemencias del presente. Zoe se transformará en una investigadora emocional y, en el proceso, se irá desprendiendo también de sus idealizaciones al darse cuenta que su hermano no es la persona que imaginaba. Es por eso que a Pina le gusta decir que este es un viaje interior de esa chica en busca de respuestas. Es una forma de darle apariencia de profundidad a una serie que no la tiene. Por el contrario, "White Lines" -fenómeno de audiencia en el mundo- es tan superficial como sus postales de Ibiza en HD. Un cóctel de lugares comunes, intrigas de telenovela y excesos gratuitos (orgías, incesto, narcotráfico, drogas) que pretenden provocar, pero tienen la liviandad de un comercial de cerveza.
La pregunta del millón es: ¿Hay algún problema con todo eso? La verdad es que no. El streaming es una caja de ofertas desechables y descomunales que no aspiran a ser obras maestras y "White Lines" se desenvuelve bien en esa lógica del descarte. Lo que resulta menos perdonable es que la serie no sea virtuosa dentro del juego que ha establecido. Los giros narrativos no funcionan y la heterogeneidad de géneros (comedia, thriller, drama emotivo) la debilitan como también lo hacen las distintas claves actorales y los vacíos que se abren entre el inglés y el español. Alex Pina tiene, sin embargo, luz verde en el mundo del streaming. Este capricho es consecuencia de su rápido ascenso en una industria que ha cobrado mayor fuerza en esta cuarentena.
"White lines" es el viaje de una chica buscando pistas tras la muerte de su hermano.
Por Andrés Nazarala R.
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