"Surgir del mar y terminar tocando las estrellas"
IDENTIDAD. Carlos Guerra, investigador, director del Crea.
El doctor Carlos Guerra es sinónimo de medioambiente en el Norte Grande. Nacido en Antofagasta en 1948, ha sumado dos hijas y cuatro hijos. Valentina, Javiera, Christian, Steward, Pablo y Lucas. El mayor tiene sobre 40 y el menor solo siete… pero "solo Christian hasta ahora ha aportado con dos nietos: José Amaro y María Ignacia".
Director del Centro Regional de Estudios y Educación Ambiental, CREA, de la Universidad de Antofagasta, tiene una visión, evidentemente marcada por el territorio.
¿Qué aprendiste de tus padres?
- De mi padre aprendí que el trabajo dignifica, no importa la profesión u oficio que se tenga. Construyendo muebles y barcos a escala, me enseñó que hay que hacer las cosas bien, ser paciente y perseverante.
Mi madre era mujer de relaciones sociales, muy vinculada a la gente, las instituciones, especialmente del ámbito marítimo de esos años. De empresaria naviera, cuando los tiempos de cabotaje se acabaron, se desarrolló como comerciante. Al inicio de productos textiles de manufactura nacional y más tarde con productos del "puerto libre" de Arica, favorecida por la amplia vinculación social que tenía a su haber. A su lado conocí la diversidad de personas y los razonamientos de los adultos, cientos de historias de amistades y familias. Presenciando las relaciones sociales, abrí tempranamente los ojos y oídos para incorporar información sobre la vida de los ciudadanos, sus alegrías y desencantos.
Por muchos años tuvimos un hogar lleno de vivencias, de trabajo familiar colaborativo para el aseo, la mantención, las fiestas, reuniones sociales, el barrio, las mascotas. Tuvimos perros, gatos, conejos, una cabra, loros, pericos, una gran pajarera llena de canarios, otra con caturras... Un día nos compraron un mono… "el Pancho" se llamaba. Con él pasé muchos años de mi infancia e inicios de mi adolescencia y se transformó en mi mejor amigo. Aprendí a reconocer que la vida de otras criaturas es igual a la que nosotros tenemos, que en la esencia fundamental no somos diferentes.
¿Qué libro te cambió la vida?
- Cuando niño me marcó "las aventuras de Tom Sawyer" de Mark Twain y varios otros del mismo autor. Sobre todo por la vinculación con lo natural y la creatividad para vivir historias con las cosas simples del entorno. Más en la adolescencia, leí mucho sobre aventureros como "Robinson Crusoe" de Daniel Defoe, varios de Emilio Salgari y sus corsarios y piratas, de Julio Verne y las fascinantes aventuras a lo desconocido del fondo de la tierra o del mar. Muchos libros, desde la inocencia, historias de ingenios y búsqueda de lo desconocido, hasta la modelación de la dialéctica del orden y desorden de la naturaleza como la Ecología Evolutiva de Eric Pianka, todos han ido marcando un camino lleno de cambios escalonados.
¿Qué caracteriza la riqueza medioambiental de nuestra Región?
- La simpleza del paisaje y su contradicción con la magnificencia del espacio y el tiempo que se expresa en él. Es un paisaje que expone sin pudor millones de años de su propia historia, mantiene relictos de los inicios de la vida, el lugar en donde la lucha por la sobrevivencia ha sido extrema, para los más diminutos organismos, hasta para el mismo ser humano, el lugar que provee las mayores riquezas provenientes tanto de sus entrañas como desde el espacio que se abre sobre él. Donde se recibe la mayor potencia de la energía del sol y al mismo tiempo, el lugar por donde podemos percibir y escudriñar la existencia del espacio infinito. Entender la continuidad: océano - desierto - cumbres alto andinas - espacio - universo, es un privilegio que solo se regala aquí.
¿Cuál es el lugar del Norte que más te gusta?
- Me gusta partir de las costas aún salvajes de la Península de Mejillones, cruzar por la cuenca del Tiburón, la cordillera de la Costa (ruta B-400 o 26), recorrer el desierto interior, visitar el Museo Ferroviario de Baquedano, seguir por la Ruta 5 (visitar Chacabuco), tomar la Ruta 25, visitar Pampa Unión, seguir hasta Calama, el Río Loa, Chuquicamata, tomar la Ruta 23CH disfrutando el ascenso de la Cordillera de Domeyko (aerogeneradores, plantas solares fotovoltaicas, ecosistema), cruzar el Llano de la Paciencia, enfrentar el gran escenario del Salar de Atacama, los volcanes, los ayllus, lagunas, pueblos y culturas ancestrales, subir por la Ruta 27CH hasta unos 4.900 m.s.n.m. todo un mundo suspendido en el espacio.
Después de los colores del día, todo lo terrenal se obscurece y se encienden millones de estrellas, constelaciones y enfrentas el infinito. Es precioso surgir del mar y terminar tocando las estrellas.
¿Por dónde pasa conseguir el éxito, el desarrollo de la Región?
- Pasa por reconocer la diversidad de espacios, paisajes, prehistoria e historia de la Región. Pasa por reconocer que hay muchísimo más que excavaciones y minerales; que hay tierras productivas que antes de los Incas, los atacameños sabían regar y manejar mejor que ahora. En palabras directas: que hay un enorme potencial agrícola y ganadero de altura; que hay una nación que vive en un área trinacional que podría desarrollar en forma conjunta un enorme intercambio de productos y proyectos productivos, educacionales y culturales. Pasa también por mirar el mar y sus costas como un ecosistema que puede brindar una diversidad de productos y servicios. Pasa por valorar, fomentar, capacitar, regular, organizar y facilitar apoyos para aprovechar sustentablemente los atractivos turísticos que ofrece la Región. Pasa por evolucionar desde una región extractivista y comercializadora de materias primas, a una región que desarrolla la manufactura e innovación con esas mismas materias primas y proyecta vivir de aquellos recursos que se auto-renuevan, cumpliendo primero con las leyes de la naturaleza, segundo con las leyes regulatorias de la equidad y oportunidad justa, de la solidaridad, y tercero, con las leyes del mercado sometida a las anteriores.