Los pobres no negocian
Si analizamos un día cualquiera de nuestra vida, veremos que encaramos situaciones donde, consciente o inconscientemente, llevamos adelante negociaciones, tanto en los aspectos laborales, económicos, sociales, políticos o familiares. Las negociaciones efectivas son el medio para evitar enfrentamientos, y el estallido de conflictos.
Sin embargo, hoy en día el sistema de la negociación laboral está desnivelado. La precariedad en las condiciones de trabajo, surgida de las reformas llevadas a cabo durante los últimos 30 años en el mundo occidental (situación que también se ha dado en nuestro país), así como la quiebra del poder negociador de los sindicatos, se sitúa en la base del fenómeno de la pobreza salarial que afecta a millones de trabajadores a través del planeta. La precariedad laboral - entendida ésta en términos de contratos temporales, contratos a tiempo parcial, externalización y subcontratación creciente del proceso productivo -, ha supuesto que para un gran número de hogares, el hecho de tener un trabajo ya no sea garantía de estar protegidos contra la pobreza. Además, la elevada rotación asociada a dicha precariedad impide la acumulación de antigüedad y otros beneficios salariales dentro de la lógica tradicional de una vida laboral.
Un elemento clave para entender la mayor extensión del fenómeno de la pobreza entre los trabajadores en situación de precariedad es su débil o nulo poder de negociación, reflejado en su menor o nula afiliación sindical. En efecto, este ha sido uno de los resultados centrales de las políticas de ajuste laboral de las últimas décadas.
Ahora bien, la pérdida del poder negociador de los trabajadores se sitúa en la base no sólo de los bajos salarios, que afectan a la mayoría de las personas insertas en el mercado laboral chileno, sino que, además, se extiende de manera brutal hacia el 40% de mayor fragilidad socioecómica del país, donde la capacidad negociadora es inexistente y la precariedad un asunto de "vida o muerte". Si las facilidades para negociar se han ido perdiendo por parte de los que tienen trabajo, en el caso de los más pobres esta situación se ve exacerbada en extremo, pues los pobres sencillamente no existen como parte negociadora, no tienen una representación orgánica que vele por sus intereses.
¿Quién se encarga entonces de representarlos en el modelo de economía de mercado existente en Chile, que con demasiada frecuencia se preocupa sólo de los que tienen trabajo, de los que tienen voz y voto? Nadie. Es por ello que cuando el país supere la actual pandemia de salud pública, la prioridad deberá estar orientada a corregir esta grave injustica social, que ahora ha quedado de manifiesto aún con mayor claridad y fuerza. Es el sistema como un todo el que deberá modificarse, con una clara orientación hacia un Estado Benefactor tipo centroeuropeo.
josé miguel serrano