Un momento de confusión
Sería apropiado declarar que no sabemos mucho del presente y del mundo que viene. Prepararnos más y poner ánimo en saber nos hará menos ciegos. Tampoco sabemos el mundo que vendrá tras la pandemia que hoy nos golpea. No sabemos qué efectos vienen en la educación, la economía, la salud, las relaciones personales. Todo puede ser distinto.
No sabemos. Tal vez sería tiempo de asumir que desconocemos muchas cosas, de nosotros mismos, de los otros, de la sociedad y, por supuesto, de lo que vendrá en el futuro.
En tiempos de tanta incertidumbre, nuestro ser y cuerpo tiende a buscar refugio en las certezas anticipando lo que puede venir, pero la mayoría de las veces las respuestas son erradas o su hipotética contundencia no nos ayuda mucho. Además, hay mucho de ilusión en demasiadas respuestas.
Sabemos, por ejemplo, que ocurrirán terremotos, hay investigaciones avanzadas que proyectan dónde podría suceder y hasta estiman las posibilidades de daño, pero desconocemos precisamente cuándo y en qué magnitud sucederán.
Nuestro afán de control perece a ese nivel de detalle.
Sabíamos que en Chile había un malestar, que el endeudamiento privado iba en aumento, que irritaban mucho los casos de corrupción, que enfrentábamos una progresiva destrucción de la imagen simbólica de las instituciones, junto a un avance del individualismo, un retroceso de las ideologías, pero nada de esto -hechos que se vieron como factores aislados- permitió saber lo que ocurriría a partir del 18 de octubre de 2019 (y que sigue suspendido).
Y tampoco sabemos el mundo que vendrá tras la pandemia que hoy nos golpea. Habrá una vacuna, pero no sabemos cuándo estará disponible, a qué costo y para quiénes.
Menos luces tenemos respecto de cuánto cambiará la educación, la economía, las relaciones sociales, el trabajo, el turismo, el ocio, la tecnología, sabemos que todo mutará pero no hacía dónde ni cómo, apenas que el cambio será cada vez más veloz y profundo mientras más tiempo permanezca en nuestras relaciones cotidianas.
¿Sabemos menos que antes? No, sabemos más, pero se asemeja a una paradoja por el momento de atomización y heterogeneidad que hacen más difícil la búsqueda de consensos y posibles soluciones.
No sabemos, pero hay que estar tranquilos, si investigamos y colaboramos, para lo cual se requiere conversar y escuchar más. No hay otra manera.