Ciudad
La Región de Antofagasta no será la misma, tampoco Chile y el mundo, ojalá seamos mejores y no los mismos de siempre. Algo tenemos que aprender de esta tragedia en la que estamos.
Andrea González P.
Políticas públicas sin rumbo
¿Por qué en Chile las políticas públicas cambian un problema por otro?
Frecuentemente hemos observado que se implementan ciertas políticas, luego de un tiempo se discontinúan, debido a su ineficacia, y debemos comenzar desde 0 de nuevo.
La política habitacional en Chile ha sido muy exitosa para disminuir la pobreza, mientras solo nos fijemos en la pobreza, claro.
Tomemos como ejemplo la erradicación de campamentos en la década de los 90. En aquel plan, el Minvu, construyó distintas viviendas sociales en la periferia de Santiago. Si analizamos el caso de Bajos de Mena difícilmente se podría decir que se desarrolló una política habitacional exitosa.
En Bajos de Mena se estableció uno de los complejos de viviendas sociales básicas más segregados del país, creando un total de 19.405 viviendas ubicadas a 26 km del centro de Santiago. Un sector carente de servicios y negocios cuya lejanía del centro no se ve compensada de ninguna manera. Son viviendas que no superan los 50 m2 útiles y poseen una densidad poblacional sextuplica a la de Santiago.
No es difícil darse cuenta de que la política habitacional implementada buscó únicamente acabar con el déficit habitacional. Lo que en un momento fue visto por miles de familias como una nueva oportunidad, se convirtió luego en el lugar menos deseable para vivir.
¿Cómo es posible que una medida para beneficiar a las personas de extrema pobreza se haya convertido en el gueto más grande del país? Claramente hay un problema grave, es necesario que nos tomemos en serio este desafío y logremos trabajar coordinados para lograr políticas públicas de calidad, integrales, planificadas y que promuevan el desarrollo de todos y cada uno de nosotros, los chilenos.
Paula von Brand
Impotencia política
Un fenómeno comunicacional que se ha puesto en evidencia de cara a la pandemia del coronavirus es la impotencia política utilizada como justificación por parte de los propios políticos. Es un hecho no analizado suficientemente, pero que tiene repercusiones serias sobre los niveles de confianza de la población hacia el estamento político.
Efectivamente, frases como "no tengo atribuciones", "no estoy autorizado", "no procede según la Constitución", etc., son recurrentes por parte de autoridades y representantes políticos de distinto nivel.
Las utilizan los alcaldes para referirse sobre todo a atribuciones en materia de seguridad, los parlamentarios para explicar por qué no pueden presentar determinadas mociones que les están negadas constitucionalmente y hasta las más altas autoridades de Gobierno para explicar que no están facultadas para imponerle a las grandes empresas y a la banca determinadas formas de comportamiento.
La inoperancia de la institucionalidad puesta en evidencia en tiempos de crisis crea como contrapartida el surgimiento de formas de representación política no contempladas en la estructura constitucional, como las iniciativas conjuntas desplegadas por los alcaldes, que van más allá de lo estrictamente comunal. Son hechos a tomar en cuenta para un nuevo pacto social y político que necesariamente se debería configurar en Chile.
Jorge Gillies
La nueva educación
Muchos docentes están descubriendo la forma en que las herramientas tecnológicas se han convertido en aliadas que facilitan su trabajo permitiendo dedicar tiempo a lo que mejor saben hacer: transmitir conocimiento, captar las dudas y estado anímico de sus alumnos.
El modelo debería ser de aprendizaje mixto, en el que los distintos sistemas sumen para obtener el mejor resultado posible. Un buen profesor nunca podrá ser sustituido por un computador, pero si podrá facilitar y complementar su labor. La pasión, motivación y amor por una materia que puede transmitir un docente es algo único. Pero no podemos negar que la tecnología supera a los humanos en el trabajo individual de práctica profunda.
La pregunta que surge es cuánto cambiará la tecnología el aprendizaje de los estudiantes. Las autoridades y sostenedores de establecimientos solo lo sabrán cuando los estudiantes regresen a las clases presenciales en sus establecimientos. Esta es una de las grandes incógnitas del escenario post covid-19, ¿habremos aprendido a aprovechar las tecnologías que nos hemos visto obligados a usar?
Javier Arroyo