1927-2020
SOCIEDAD. El destacado hombre público deja un cúmulo de enseñanzas y experiencias como político e investigador, pero también como vendedor, empresario y profesor . Su vitalidad y generosidad fueron siempre sorprendentes, propias de una personalidad apasionada.
"Estamos consternados... Con don Floreal muere la historia reciente de nuestro norte. Sin embargo, nos deja un tremendo legado: la permanente construcción de identidad y arraigo".
Edgar Blanco, Intendente
Pocas personas tienen una dimensión tan amplia. Son escasos los humanos que consiguen destacar y crear una identidad que ilumina a otros. Juan Floreal Recabarren Rojas, fue uno de aquellos escogidos.
El hombre público falleció ayer en su hogar, producto de un paro cardiaco, a los 93 años, después de complicaciones que lo tuvieron un par de semanas hospitalizado.
El legado que deja Recabarren es extenso: exdiputado, exalcalde de Antofagasta, consejero regional, autor de una decena de libros de historia, columnista semanal de este Diario y empresario. Su último negocio fue el Café Central ubicado en el Paseo Prat, que abandonó hace algo más de un año, para dedicarse a descansar y practicar con sus amigos en lo que más disfrutaba: conversar.
Gran contador de historias, su pasión y generosidad eran algunas de las características que más llamaban la atención entre quienes le conocieron.
Niñez con privaciones
Hijo de Juan Bautista Recabarren y María Rojas, "don Floro" o "Reca", como le exigía a sus alumnos que lo llamaran, tuvo cinco hermanos, pero tres murieron en la infancia. Dos en el momento del parto y otro producto de una peste que asoló el Norte Grande.
El hombre de los 93 años nació en un Antofagasta muy distinto al actual. Una ciudad precaria, sin caminos hacia el norte o Santiago, apenas conectada por el ferrocarril y los vapores que viajaban a Valparaíso y otros destinos sudamericanos; con los ecos del auge salitrero y cuando apenas habían pasado 40 años del desembarco chileno en el inicio de las hostilidades de la Guerra del Pacífico.
Recabarren reconoció en una entrevista con este Diario que tuvo una niñez marcada por la pobreza material y la alegría de dos padres, que si bien no terminaron juntos, le dieron felicidad.
Las carencias obligaron a la familia a irse a Chillán, bien al sur, a mediados de la década del 30 y fue allá, en la tierra de Violeta Parra, Arturo Prat y Claudio Arrau, que comenzó sus estudios.
Su padre trabajaba en la Compañía Chilena de Tabacos y con él viajaba ofertando el "Tabaco Oro", hasta que sobrevino el terremoto del 24 de enero de 1939 y su fatal saldo de casi 30 mil muertos.
Su padre quedó sin empleo, lo perdieron casi todo y el grupo decidió marcharse a Santiago donde vivieron en un albergue por largo tiempo, hasta que decidieron retornar a Antofagasta. Floreal entró al Liceo de Hombres y entre sus maestros tuvo a otro gigante antofagastino: Mario Bahamonde.
La familia no volvería a salir de la ciudad.
La consolidación
Su juventud estuvo marcada por tres cosas: la educación, la política y el amor.
Partió al Pedagógico en Santiago, donde cursó sus estudios y consolidó su pasión por la naciente Falange; en Antofagasta entró en contacto con el senador Radomiro Tomic, de quien admiraba su oratoria, con Eduardo Frei Montalva y Juan de Dios Carmona, entre otros.
Y casi se casó. Pero eso implicaba quedarse en suelo capitalino, donde le esperaba su madre, con quien mantuvo siempre una estrechísima relación. Rompió con su novia y regresó al norte para iniciar su labor docente en el Liceo de Hombres.
Y fue acá que conoció a Magaly Raby Pinto, la mujer de su vida. Una joven 17 años menor, su alumna, y a quien escondió su amor durante años.
Pero volvieron a mantener contacto por motivos de estudio y tras largos meses, por fin se decidió a relatarle sus sentimientos en una carta que puso al interior de otra en la que adelantaba parte de su mensaje.
El matrimonio vivió los años públicos más intensos de Recabarren. Su primer fallido intento de convertirse en regidor de Antofagasta y su segundo paso exitoso; y luego su designación de alcalde, período que incluyó la inauguración del Estadio Regional en 1962 y el inicio de las obras del Teatro Municipal, entre otros.
No recibía pago alguno por ello. Durante años, la familia vivió de las comidas y dulces que su mujer preparaba y vendía en distintas partes, mientras Recabarren gestionaba la ciudad.
Luego fue diputado hasta el quiebre democrático de 1973. En aquellos años regresó la docencia, hasta que fue despedido de la Universidad de Chile por denunciar irregularidades en el proceso de votaciones de 1980.
Entonces buscó libertad financiera creando un preuniversitario, pero la recuperación de la democracia lo llamó de nuevo a lo público y a eso no podía negarse: entró a la alcaldía, a distintos puestos, hasta que el 2007 tuvo la gran pena de su vida: el deceso de su esposa.
"Magaly fue mi amor, fue mi compañera, mi confidente, mi asesora, una mujer emprendedora, creativa. Cuando ella murió hace 10 años, yo morí un poco también. Me comí solo ese dolor, pero salí adelante y aun mantengo comunicación con ella, converso con ella", citó en una entrevista.
Recabarren siguió escribiendo hasta hace poco, sus 93 años fueron eso: pasión, respeto, trabajo y honradez.
Se apagó la vida de Don Floreal Recabarren Rojas
"Fue responsable de que me interesara en la historia del norte y, especialmente, de la antofagastina. Siempre generoso en compartir datos e informaciones para que mi trabajo fuera documentado".
Isidro Morales, Historiador
"Iba a ser un hombre que no iba a tartamudear, y con esfuerzo y voluntad lo logré".
Floreal Recabarren, Entrevista de 2017
"Floreal Recabarren se transformó de ciudadano, de la vieja democracia, en custodio de la memoria de Antofagasta. En todo estaba su vocación de enseñar".
José Antonio González, Historiador
"El profesor tuvo en plena dictadura el gesto de participar y ser activo en la academia "puebla" donde PS, PC, DC e independientes pudimos generar un colectivo que hizo resistencia desde las ideas".
César Trabucco, Sociólogo
"Floreal pertenecía a estirpe de hombres que honraban con la vida la tierra en la que nacían, que atendían al prójimo y hacían suya la voz de los desposeídos. Un soñador, quería una Antofagasta mejor".
Marcela Mercado, Gestora cultural
"Tuve el honor de contar con su amistad. Fue de aquellas escasas personas que dejan una huella en su paso por la vida. Su cristiandad guió su paso. Su antofagastinidad muy pocos la podrán imitar".
Carlos Tarragó, Corporación Proa