La conmemoración del 39º Aniversario de la Universidad de Antofagasta nos encuentra atravesando la peor crisis sanitaria de la que tengamos memoria, dejando consecuencias que aún no podemos dimensionar en lo social y económico. En esta compleja situación, es que nos detenemos a hacer un necesario balance de lo que ha sido nuestra vida institucional, pero no podemos hacerlo sin antes reconocer de manera sincera, el trabajo de las y los funcionarios de la salud, la gran mayoría de ellos formados y formadas aquí. Son esos valores los que han guiado a la Universidad de Antofagasta desde su origen, cuando nace de la fusión de las universidades Técnica del Estado y de Chile, instituciones de las que recoge su carácter estatal, imprimiendo su identidad ligada al norte y a su gente.

En estos 39 años hemos trabajado de manera ardua por consolidar un modelo de Universidad regional y estatal, orientada a la formación de profesionales y de ciudadanas y ciudadanos comprometidos con el desarrollo de su territorio. Y es gracias a ese esfuerzo que la Universidad de Antofagasta es hoy una institución valorada y destacada a nivel nacional e internacional. Hemos abordado el rediseño curricular, tanto de las carreras de pregrado como de postgrado, y en el área de formación técnico profesional, lideramos los nodos regionales, a través del proyecto ELEVA, abarcando de esta forma todo el abanico de la formación terciaria.

El desarrollo de la investigación en los ámbitos de la energía solar, procesos de minerales, sustentabilidad de los recursos hídricos, uso de nuevos materiales para el desarrollo tecnológico; además del impacto de investigaciones asociadas a los recursos marinos, biotecnológicos y biológicos son muestra de la heterogeneidad y compromiso con nuestra región. Esta decidida apuesta en Investigación y emprendimiento, nos han llevado a alcanzar posiciones de liderazgo en el reconocido Ranking Internacional Scimago, donde su última versión nos ubica en el 6º lugar en el área de Innovación y 9º lugar general a nivel nacional. ETodos estos esfuerzos requieren de un acompañamiento estructural para ser sostenibles, sin embargo el sistema de educación superior estatal adolece de una profunda debilidad instalada con la reforma universitaria de 1981 como es la falta del financiamiento basal que permita sustentar el desarrollo de la educación superior, garantizando que los avances alcanzados perduren en el tiempo. Incrementar la cobertura estudiantil hacia los deciles más desfavorecidos y la masa crítica del capital humano avanzado, invertir en la renovación de las edificaciones y en el uso de tecnologías. Todo esto es un bien público destinado a beneficiar a todas nuestras generaciones.

Esa vocación de servicio público de cada integrante de la Universidad de Antofagasta me enorgullese, pues es esa identidad la que buscamos imprimir en cada iniciativa que emprendemos, en cada aula, en cada laboratorio, en cada práctica profesional. Es por eso que al cumplir 39 años de vida, renovamos con mayor convicción, nuestro compromiso como universidad estatal, laica y regional al servicio del norte y su gente.

Luis Alberto Loyola

Como institución, cada uno de estos logros nos llena de satisfacción, pero es quizá más importante, dado el contexto en el que estamos, profundizar en el valor del servicio público que identifica a esta Universidad.

Rector Universidad de Antofagasta

La conocí en Nueva Delhi, años atrás. Era hija del embajador de Italia, perteneciente a la antigua nobleza del norte de ese maravilloso país y oriunda de Onara di Tombolo, cerca de Verona. Alta, estilizada, elegante, bellísima, como suelen ser algunos seres tocados por el aura de los espíritus celestiales. Y cuando se vestía con un "sari" indio u otro atuendo refinado, faltaba la respiración y el aire se hacía escaso. Era nuestra mejor amiga, junto con su hermano Vettor.

En una ocasión nos dirigimos con la familia en automóvil hacia Shimla en el estado de Himachal Pradesh, en plena cordillera del Himalaya. Había que escapar del calor sofocante de Nueva Delhi y en las montañas el clima era más fresco. Salimos muy temprano por la mañana. Un paisaje externo que se repetiría mil veces durante el largo peregrinaje de mi padre por India, en su búsqueda de una entrada que le permitiera acceder a otra dimensión, donde habitaban los héroes de antaño y los Siddhas que controlan los movimientos del universo.

La ciudad de Shimla era hermosa, colonial; había sido la capital de verano del Imperio Británico. Nos alojamos en un hotel ubicado en la avenida principal, donde se divisaban bosques frondosos y la cordillera del Himalaya que se perdía en el horizonte. Recuerdo que el hotel tenía una vida social muy activa, y la reina de las veladas era mi amiga Sandra, junto a mi hermana; ambas descollaban con su prestancia. Pude en algunas ocasiones bailar un vals con ella. Y mientras bailábamos, sosteníamos breves conversaciones con el secreto propósito de yo poder escuchar de cerca su voz, que tenía ese encantador timbre musical de las mujeres italianas, y que rivalizaba con los compases provenientes de la gran orquesta del hotel.

Pero teníamos otras empresas que acometer, otros lugares que explorar, en trayectos sinuosos que conducían hacia la frontera con China, donde se habían producido conflictos armados entre ambas naciones. En ese viaje fuimos con mi padre, mi hermano menor y Vettor; la misión era acercarnos lo más posible al sagrado monte Kailás, la residencia de Shiva en el ahora ocupado Tibet. Avanzamos hasta grandes alturas, sabiendo que el cruce hacia el "otro lado" era muy complicado, ya que China se opondría pues no le interesaban las cosas del espíritu. Nunca llegamos a ver esa luz singular que emana desde la montaña.

Han pasado muchos lustros desde aquella época. Estamos viviendo ahora en una era de incertidumbre y oscuridad. Poco tiempo atrás me enteré que la bella hija del Conde italiano había dejado esta tierra, para viajar hacia la luz que un día buscamos en el alto Himalaya. Son tantas ya las pérdidas...

josé miguel serrano

Salimos muy temprano por la mañana cuando un Sol inmenso ya aparecía en el horizonte para entibiar el ambiente. Pronto el calor comenzaría a caer como un manto desde el cielo, surgiendo también desde las profundidades mismas del suelo polvoriento.

Economista Universidad de Columbia