La otra Chimba
La Chimba cambia de rostro. Será una playa artificial, que favorecerá a los pobladores del sector norte. Pero miremos hacia el pasado y veamos que esa "Chimba" tiene una linda historia, desde esos tiempos en que la isla "Guamán" estaba separada del continente por un correntoso canalizo de unos 80 metros de ancho. Entonces, era el paraíso del guano de aves y la gente pasaba a la isla, para obtener ese abono natural, que reverdeció las quintas locales.
A comienzos de siglo, la firma "Ilabaca, Espinoza y Cía", concesionaria de ese sector costero, levantó un muelle sobre pilotes de rieles. Allá recalaban los vapores que llegaban con "patente sucia" para permanecer en cuarentena. Eran las naves que traían tripulantes variolosos y/o bubónicos y se les impedía bajar a tierra. Años más tarde y dada la lejanía con la ciudad misma, la caleta de "La Chimba" fue habilitada para la carga y descarga de explosivos: Se instaló un donkey "a vapor noruego" (movido con fuerza humana) para minimizar el riesgo de explosiones. Se atendían los vapores que cargaban explosivos "Tronador" (precursores de la Dupont), hacia operaciones mineras en el centro del país.
En esta función es dable señalar lo ocurrido en el invierno de 1952, cuando una violenta marejada estrelló un lanchón con explosivos contra los roqueríos. La embarcación se rompió y miles de "velas" de dinamita flotaron durante días en aguas de la bahía. Felizmente, el episodio no pasó a mayores.
Trece años después, el trágico incendio del "María Elizabeth", (13 de enero de 1965), motivó la habilitación de un terminal de gas, para lo cual hubo que unir la isla al continente, luego de acalorados debates en el Municipio. Convertida ahora en península, por el itsmo artificial corría una cañería que llevaba ese combustible desde los buques gaseros al terminal, situado donde hoy existe una estación de servicios. Eran el "Copérnico" y el "Galileo".
Talvez los bañistas que lleguen a disfrutar de esas nuevas arenas, ignoren toda la historia que encierra esa otra "Chimba" antofagastina, tan llena de episodios rescatables.
Jaime N. Alvarado García, Profesor Normalista, Periodista, Escritor