Vivir al día: antofagastinos relatan cómo están enfrentando el desempleo
CRISIS. Tasa de desocupación en la región alcanzó su índice más alto en la última década.
Camila Jopia se encuentra desempleada desde el año pasado. Su madre, una profesora jubilada, también está en la misma situación luego que fuera desvinculada junto a otras 11 personas de la empresa en que trabajaba como reponedora.
La joven, quien además tiene dos hijas, explica que la situación económica de su familia se ha vuelto compleja en los últimos meses. Hoy estas mujeres viven de allegadas en la casa de un familiar quien les permitió construir una pieza, esto luego que no pudieran seguir pagando el arriendo en su anterior vivienda.
A la fecha ninguna de ellas ha logrado conseguir un trabajo formal. Por el momento Camila realiza entregas en bicicleta de pedidos de personas que participan en una página de trueques. Por este servicio no cobra dinero, sino que a cambio recibe alimentos o artículos de aseo.
"Desde el estallido social el empleo ha ido en una caída increíble. Tanto yo como mi mamá estamos sin trabajo. Claramente estamos en un hoyo económico, así que apenas pude conseguir una bicicleta empecé a hacer entregas de favor en favor. En mi caso esto me salvó literalmente de no tener un plato de comer en la mesa", cuenta la joven, quien en una de sus últimas entregas pedaleó cerca de 13 kilómetros para cumplir con un servicio.
Desempleo
Este martes el Instituto Nacional de Estadísticas dio a conocer que la región de Antofagasta alcanzó una tasa de desocupación de 13,2%, liderando el índice a nivel nacional y siendo la más alta en los últimos 10 años.
Sin duda que los efectos de la pandemia han golpeado fuertemente la economía del país, obligando a las empresas a realizar importantes recortes de personal para mantenerse a flote.
Hasta hace algunos meses Jaquelin Díaz (45) se desempeñaba como guardia de seguridad en el Estadio Regional. La empresa para la que trabajaba la despidió apenas se confirmaron los primeros casos de contagios en la región. Su cesantía repercutió de forma directa en su familia, afectando principalmente a su hijo, quien en ese entonces iniciaba su segundo año en la carrera de Nutrición y Dietética en la Universidad Pedro de Valdivia.
"Lo que más me duele es que mi hijo no haya podido seguir en la universidad. No tuve opción. Si no pagaba, él no podía seguir estudiando así que tuvo que congelar. A raíz de esto mi hijo entró en una depresión muy grande", cuenta Jaquelin.
Actualmente esta jefa de hogar aún no encuentra trabajo estable, por lo que se ha visto en la necesidad de alimentar a su familia trabajando como voluntaria en una olla común.
"Yo soy el sostén de mi familia. Por lo mismo, opté por hacer un voluntariado en una olla común. Así puedo comer yo y mis hijos. Son muchas las personas que están en la misma condición que yo", explicó Díaz.
La mujer agrega que encontrar empleo se ha vuelto complejo para todos. Sin embargo, enfatiza que en el caso de las mujeres existe una mayor desventaja en comparación con los hombres.
"Hoy por el tema de la pandemia es muy difícil conseguir trabajo. He postulado a varias pegas como guardia de seguridad pero nunca quedó porque este país es tan machista que eligen solo a hombres", puntualizó Jaqueline.
Con lo justo
Adriana Ortiz ya suma siete meses sin trabajo. Hasta diciembre del año pasado se desempeñaba como asistente en un estudio jurídico. Según cuenta, cuando le comunicaron que no continuaría prestando servicios, le explicaron que no podían mantener a un trabajador si no había ingresos. Llevaba cuatro años trabajando como honoraria en ese lugar.
"Se me ha hecho difícil estos meses sin trabajo. A veces me las ingenio vendiendo cosas para comer. Vivo el día a día. Esa es mi realidad. Ojalá que el próximo año esto se pueda arreglar para poder trabajar. Lo que más anhelo es poder tener un sueldo", declaró esta técnico jurídico, que al igual que en el caso de Jaquelin, su hijo también tuvo que congelar su carrera de Medicina por falta de recursos.
"Estar sin trabajo te afecta harto psicológicamente. Antes con mi sueldo ($450 mil) podía ir al supermercado a comprar cosas o darme algún gusto. Ahora vivimos con súper poco. No nos podemos ni enfermar", agregó Adriana.
Deudas
La falta de empleo ha traído como consecuencia el endeudamiento de los antofagastinos. Ante la falta de ingresos muchos se han visto obligados a recurrir a préstamos para amortiguar las deudas que se van acumulando durante los meses sin trabajo.
Ricardo Tapia ya suma tres meses de deudas impagas tras perder su trabajo como jornal en una construcción que paralizó su obra debido a la pandemia. En estos momentos solo se mantiene a duras penas con el seguro de cesantía, fondo que está pronto a terminarse.
"Hoy en día son pocas las construcciones que están recibiendo jornales. Afortunadamente alcancé a ahorrar algo pero no sé cuándo podré seguir así. Lo más probable es que tendré que dejar el lugar donde estoy ahora para irme a vivir con un familiar. No veo otra opción", explica el obrero.