"El clima de polarización que dejó el estallido social permanece en las conversaciones"
ACTUALIDAD. Analiza los roles en la crisis sanitaria, el proceso constituyente y dice que "estamos con déficit de estadistas".
Confinamientos, cuarentenas, cierres de fronteras. Algunas de las medidas más importantes para controlar la crisis sanitaria provocada por el nuevo coronavirus parecen limitar las libertades individuales. ¿Están en peor o mejor condición las democracias liberales para tomar estas estrategias? La grave crisis económica ha vuelto a destacar el papel asistencial del Estado, con formas de ayuda a la población e industrias que se han visto imposibilitadas de producir o de realizar su actividad usual. ¿Qué diría la doctrina liberal sobre esto?
En su libro más reciente, aparecido n medio de la pandemia, "Liberalismo: una cartografía" (Editorial Taurus), Cristóbal Bellolio, abogado, doctor en filosofía política, profesor en la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez y columnista, pretende entregar una suerte de mapa de esa tradición intelectual y política en la cual él se inscribe.
El volumen lo describe como "un ejercicio de teoría política, y en ese sentido se independiza un poco de la realidad política, eso que Maquiavelo llamaba la 'veritá efetuale della cosa'. Tampoco es un programa de gobierno liberal ni una historia del liberalismo. Es un recorrido por sus tensiones internas desde una perspectiva filosófica. La idea es que podamos luego mirar la realidad y ver cuánto se acerca o se aleja del estándar ideal que plantea la filosofía política".
¿Cuán liberal es el gobierno y cuánto la oposición en Chile?
-El liberalismo en Chile, como en casi todo el mundo occidental, es un proyecto monumentalmente exitoso, en el sentido que se convirtió en una especie de sentido común. El síndrome liberal se ha colado prácticamente en todos los proyectos políticos que se plantean. Piense en los derechos humanos. No están en discusión. Son el desde. En Chile hay rasgos liberales en casi todo el espectro político. Hasta el Frente Amplio, más allá del Partido Liberal, está permeado por sensibilidades liberales en materia de autonomía individual.
Existe una fuerte relación entre el liberalismo y los cauces institucionales de la política, como, por ejemplo, los que establece la Constitución. En principio, ¿un liberal debería estar más de acuerdo con los procesos constitucionales antes que los revolucionarios?
-Sí, el constitucionalismo liberal es un componente central del modo que tenemos de concebir las democracias modernas. Las nuestras no son democracias radicales rousseaunianas, donde la voluntad general se impone contra viento y marea. El liberalismo limita la democracia porque limita cualquier poder que se ejerza sobre las personas. Y esa limitación se ejerce a través de una serie de instituciones y mecanismos, que a veces serán contramayoritarios y poco populares. Pero es parte de su tarea. Respecto del proceso constituyente en ciernes, yo creo que hay razones profundamente liberales para apoyarlo. Un orden político no legitimado es un orden político que carece de potencia justificatoria.
¿Cree que el proceso constituyente debería seguir a como dé lugar después del primer aplazamiento del plebiscito?
-En esto tenemos que ser prácticos: si las condiciones sanitarias hacen prever que parte importante de la población, especialmente adulta mayor, se abstendrá de participar por miedo al contagio, entonces habrá que moverlo para abril. Esto para proteger el proceso, porque de lo que se trata justamente es relegitimar la arquitectura política del país, y para eso tiene que participar mucha gente. Incluso me parece más razonable que los delegados a la convención se elijan junto con el Congreso a fines del 2021, porque se trata de elecciones ideológicas, que junto con los alcaldes y concejales, que suelen ser elecciones donde se vota más por la persona. No estoy proponiendo correr el plebiscito, estoy desdramatizando esa eventualidad. Vamos a tener una chance, y esa chance hay que aprovecharla y hacerla bien.
¿Cuáles considera que han sido los efectos políticos de la pandemia entre nosotros?
-La pandemia en Chile se ha "estallidizado". Es decir, el clima de polarización y desconfianza que dejó el estallido social permanece en las conversaciones. Yo pensaba que el coronavirus iba a cambiar el registro del debate público, nos iba a unir en torno a una epopeya, contra un adversario común, e íbamos a revalorizar el rol de la autoridad y la evidencia. Eso no ocurrió, y en parte importante eso es culpa de un gobierno que no supo o no quiso conducir la crisis de esa manera: no construyó confianzas en la ciudadanía, no tejió complicidades con la oposición, no sumó a la sociedad civil y solo parcialmente a la comunidad de expertos. Las condiciones políticas con que Chile enfrentaba la pandemia eran conocidas en marzo, y debieron ser parte de la ecuación a la hora de diseñar la estrategia.
¿Tienen más ventajas, en esta situación, las figuras más dialogantes que las de autoridad, digamos Paris frente a Mañalich? ¿Qué le parece, en lo poco que lleva, la labor política del actual ministro de Salud?
-Desde el principio se supo que Mañalich manejando esta crisis era como tener un elefante en una cristalería, en el sentido que lo suyo no es la sensibilidad. Tengo la mejor opinión de Mañalich como persona. Hizo muchos sacrificios personales. Pero no era el hombre indicado para proyectar sentido colectivo. Paris entró sabiendo todo esto, y por eso su tono ha sido distinto, menos "winner", menos socarrón. Así ha sido reconocido.
¿Qué le parece la discusión entre gobierno y Parlamento sobre los "proyectos inadmisibles"?
-Por supuesto que a uno le gustaría que los parlamentarios respetaran la Constitución y no la violaran a propósito. Pero también demuestra fácticamente el vencimiento de la norma. Políticamente hablando, la estrategia del gobierno tiene por objeto instalar en la ciudadanía sus razones para oponerse a proyectos que son populares. Aunque dudo que sea muy inteligente pelearse con el Legislativo justo ahora. Digamos que la lista de aliados del gobierno no es muy larga.
Todas las crisis recientes, ¿pueden hacer que sea sensato reconsiderar la figura presidencial y el régimen de gobierno?
-Sí, es una posibilidad. Buscar formas más colectivas de toma de decisión. Lamentablemente nuestros elencos parlamentarios no son muy inspiradores. Estamos con déficits de estadistas.
¿Considera que han surgido figuras políticas nuevas en estas crisis o se reafirman las existentes?
-A mí me interesan los liderazgos que construyen puentes, que conversan con el adversario, que se ponen en el lugar del otro y flexibilizan sus dogmas. No sirven los que sólo le hablan a la tribu propia en búsqueda de aplausos fáciles. Hay una imagen que se viene a la mente. En un partido del Barcelona, tiran un encendedor a la cancha y le cae a Piqué, quien hace un gesto impostado de dolor y busca al árbitro para que sancione al equipo contrario. Pero aparece Puyol, el gran capitán culé, le quita el encendedor de las manos y lo tira fuera del campo, como diciendo: deja de quejarte, apenas te dolió, concéntrate en el partido, esto hay que ganarlo en buena lid. La política chilena está llena de Piqués y le faltan los Puyol. Faltan capitanes capaces de enfrentarse a la hinchada, que usualmente quiere ganar a cualquier costo.
En cualquier caso, rescato lo que está haciendo Ignacio Briones. También destaco el espíritu que ha demostrado Mario Desbordes, más allá de estar de acuerdo o en desacuerdo con sus propuestas. Aunque muchas veces en silencio, Lagos Weber siempre hace su aporte. Creo que Gabriel Boric tuvo un gesto de responsabilidad patriótica en el acuerdo que abrió el proceso constituyente. En la sociedad civil, ha sido ejemplar la disposición de Javiera Parada. Creo que Izkia Siches ha tenido buenos momentos en los cuales se eleva por sobre sus legítimas adhesiones ideológicas y gremiales para pensar en el país.
"Por supuesto que a uno le gustaría que los parlamentarios respetaran la Constitución y no la violaran a propósito. Pero también demuestra fácticamente el vencimiento de la norma".