LOS "CAMBALACHEROS"
El encierro obligatorio a que nos somete esta pandemia, nos ha hecho estrujar la memoria, para reconstruir recuerdos. Para mirar por el retrovisor y ver lo que teníamos, lo que perdimos, o que quedó en el camino.
Se terminaron los "garroteros", que vendían pescados colgando de un garrote. Otros, usaban carretones forrados en latón. Gentilmente, pelaban jureles, cojinovas y pejeperros. Y entregaban las cabezas para caldillos, por el mismo precio. Y no están los "soldadores", que con el grito de ¡Quiere componer!, soldaban bacinicas, lavatorios, jarros y ollas enlozadas, que "se saltaban" y se rompían.
Y dentro de estos "personajes", se perdieron los "cambalacheros". Personajes que se paseaban con un carretón lleno de plantas, tiestos, potes, recipientes, azafates y pocillos. No gritaban su mercadería, como otros ambulantes. Se asomaban por las esquinas y las vecinas se pasaban el dato. Entonces comenzaban los regateos, ofertas, contra ofertas. Hasta que se concretaban los cambios. Preferían las prendas de vestir, que -como requisito- debían estar en buen estado. En ese tira y afloja, perdí un terno que me quedó chico a cambio de un lavatorio enlozado. La vecina entregó un vestido de primera comunión y recibió un jarro y una mata de "Manto de Eva", con sus tremendas hojas. En aquellos tiempos de Antofagasta sin viveros", tener plantas exóticas era un lujo… Y bien se podía "cambalachar" un "Filodentro" por un vestón de gabardina. O entregar un ambo "Palm Beach" por un recipiente o un macetero con "Pelargonias". El trueque daba la opción de obtener aquellos utensilios que nos hacían falta, o tener esas plantas que sólo conocíamos en las revistas.
En el grupo familiar coincidimos, al estimar que este tipo de trueque terminó cuando comenzaron a llegar los fardos con "Ropa Americana". El valor de las prendas de vestir traídas desde tierras "yankees" permitió renovar el vestuario de muchos… Y los "cambalacheros" tuvieron que guardar sus carretones y cultivar sus plantas en sus propios patios.
¡Y eso sería todo!
Jaime N. Alvarado García, profesor normalista, periodista, escritor