Alejandro Ahumada R.
"Nos gustaría que a la gente en condición de calle se les hiciera test masivos. Nos olvidamos que también son vulnerables y pueden ser un foco de infecciones. A nuestro grupo lo tenemos bien georeferenciado, pero necesitamos que la seremia de Desarrollo Social y de Salud, trabajen en conjunto para poder hacer test a gente de calle de otros sectores, ubicarlos y aislarlos en caso necesario".
Desde hace cuatro años el médico antofagastino, Alejandro Álamos Ubeda (42), recorre el sector centro norte de la ciudad, junto a un grupo de voluntarios y amigos, entregando alimentos y atención de salud a personas en situación de calle.
El especialista explica que las condiciones en que sobreviven las personas sin casa se han visto fuertemente alteradas con la emergencia sanitaria, sobre todo, con las restricciones al tránsito y el cierre de actividades comerciales no esenciales.
"Hay que entender que en general ellos viven en ciclos migratorios. Se van al sur en el verano y vuelven en el invierno. Pero ahora con pandemia, no pueden y están en el lugar donde habitualmente viven. Podría ser más fácil referenciarlos. Pero la APS tampoco tiene datos de ellos y sin datos es muy difícil hacer un seguimiento y mucho menos definir un programa de apoyo", indica.
El especialista afirma que en sus operativos semanales - que abarcan desde la playa Paraíso hasta el Trocadero y sectores de la avenida Pedro Aguirre Cerda - realizan en promedio 100 atenciones de salud las que no se han suspendido, pese a la presencia del coronavirus.
Playa Trocadero
Álamos recuerda que lo que partió como una colaboración puntual para una amiga que entregaba raciones de alimentos en la playa Trocadero se convirtió -poco a poco- en un voluntariado que creció hasta formalizarse como la "Fundación Corazones Unidos".
"Siempre he sido voluntario. En distintas organizaciones. Soy bombero de la Segunda Compañía por casi 25 años. Un día me llamó Lilian Navarro porque tenía un caso de una persona que tenía una mordedura. Me pidió que fuera a verla a la playa el viernes. Y resulta que cuando llegué habían más de 50 personas esperando atención. Así partí", comenta.
Las ganas de colaborar y apoyar la labor de su amiga se fueron afianzando. Durante dos años trabajaron informalmente por playas y caletas del sector norte de la comuna.
El grupo de voluntarios creció hasta que decidieron dar forma y personalidad jurídica a la idea.
Junto con entregar asistencia médica, Álamos comenta que el propósito de la Fundación es recuperar a las personas de calle que presentan adicciones de alcohol y drogas. Para ello, indica, cuenta con el convenio de una red de iglesias evangélicas de la zona centro sur que administran centros de rehabilitación.
"Lamentablemente no hay ningún lugar estatal para poder recuperar a estas personas. Solo programas ambulatorios y clínicas privadas con programas carísimos. Afortunadamente tenemos el apoyo de las iglesias bautistas. Nosotros hacemos todo el apresto y control médico previo para quienes manifiesten su voluntad de ingresar al programa. Además entregamos recursos para su traslado, manutención y primeros meses de estadía. Todo con aportes de nosotros o de colaboraciones", señala.
"Hemos sacado de la calle a más de 40 personas que han presentado consumos problemáticos de alcohol y drogas. Hay cinco que están trabajando. Es cierto hay mucha deserción, pero de todas formas es un tremendo logro que difícilmente otro programa de este tipo puede exhibir estos resultados", precisa.
Hoy en día la fundación cuenta con un grupo de apoyo en las que se cuentan enfermeras, sicólogos y paramédicos que se han unido a la tarea de pesquisar aquellas personas que quieran ingresar a tratamiento o bien, simplemente, para conectarlos con la red de atención primaria.
Junto a la labor de calle, la fundación realiza operativos vecinales. Durante el invierno del 2019, efectuaron atenciones en 22 juntas de vecinos de la ciudad.
"Estuvimos cuatro meses atendiendo dos veces a la semana a personas en las sedes. Desde las 3 de la tarde hasta la medianoche. Casi mil atenciones en total. Fue un trabajo arduo en que contamos con mucha colaboración de todos", comenta el facultativo.
Hospital Regional
Durante 15 años, Álamos se desempeñó como paramédico del Servicio de Atención Médica de Urgencia (SAMU) de Antofagasta.
El año 2010 -junto a su esposa- decidió vender todo lo que tenía para estudiar medicina en la ciudad de Santa Cruz.
"En el internado que hice en la selva boliviana pude ver una pobreza extrema. Aprendí mucho y debido esa experiencia siempre con mi señora nos quedó la idea de ayudar en lo que pudiéramos cuando volvimos a Chile", indica.
Actualmente, trabaja en el servicio de urgencia no respiratoria del Hospital Regional de Antofagasta adonde volvió a propósito de la emergencia sanitaria.
"El personal clínico de Antofagasta es gente que está super comprometida. Yo sentía que no podía estar ausente de esta emergencia. Trabajaba en un centro médico, pero hemos dejado de lado eso por estar en el hospital hasta diciembre. Varios médicos que habían dejado el servicio público han retornado. Hay un gran grupo grande de enfermeras y paramédicos que se puso a disposición de esta emergencia", precisa.
"Hemos sacado de la calle a más de 40 personas que han presentado consumos problemáticos de alcohol y drogas. Hay cinco que están trabajando"
Alejandro Alamos, médico