"Hay que volver a pensar en el prójimo"
IDENTIDAD. Jorge Lawrence, abogado y presidente de Copanor.
Siempre anda con la inquietud de hacer algo nuevo y es un optimista por naturaleza. Si bien en un primer momento trasluce una apariencia algo seria, a medida que avanza la conversación adquiere ritmo y deja en claro su desarrollado y especial sentido del humor.
La descripción corresponde al abogado Jorge Lawrence Santibáñez (40), casado, tres hijos, quien desde hace cuatro años está al frente de la Coordinadora de Colegios Particulares del Norte (Copanor), con una amplia trayectoria profesional en el ámbito de la educación, donde no duda en dejar en claro la carta de navegación de su sector en estos tiempos de pandemia.
Nacido en Concepción, llegó hace 11 años a Antofagasta y ya tiene sólidas raíces en suelo nortino. Aquí, dice que hay mucho por hacer, pero que falta creerse el cuento para dar el gran salto al desarrollo con una visión de futuro.
¿Cuál es el recuerdo de tus padres y cuál fue su mejor enseñanza?
-Mi padre siempre fomentó en nosotros la autonomía y tener opinión propia. Recuerdo que en mi casa la mesa del comedor siempre fue redonda, porque se nos enseñó que no había lugar de privilegio al compartir el pan y que en la familia todos éramos valiosos, que la opinión de todos importaba.
¿Qué poema o canción te identifica?
-Uno de los primeros poemas que aprendí y que me ha acompañado toda la vida, fue "Caminante, no hay camino", de Antonio Machado. ¿Una canción que me identifique? "La Cigarra", de todas maneras: "tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo, estoy aquí, resucitando…".
Una pasión tuya es la música ¿Qué escuchas habitualmente?
-The Beatles. Tengo todos los discos, colecciono souvenirs, libros, películas, etc. He estado en Liverpool y tengo fotos en el paso de cebra de Abbey Road en Londres. El grupo "Beatlemanía" tocó en mi matrimonio y mis hijos rayan con la canción "Don't let me down".
¿Qué es lo mejor de ti?
-Mi esposa y mis hijos, sin duda alguna. Sobre mis personalidad, procuro mantener los pies en la tierra, evitando que los logros que uno alcanza en la vida te quiten la humildad. No olvido que vengo de una familia cristiana, soy hijo de profesores, egresé de un liceo público y logré estudiar gracias a becas y créditos como la mayoría de los jóvenes. Trato de ser un tipo optimista y agradecido.
Entiendo que tuviste una crianza marcada por la fe. ¿Cómo es aquello?
-Mi padre es pastor evangélico, por tanto crecí en un ambiente de iglesia. La relación con Dios es algo que mis padres me inculcaron desde pequeño. También fui líder juvenil en la Iglesia Bautista a comienzos de 2000, lo cual me permitió recorrer Chile varias veces, haciendo amigos de Arica a Punta Arenas, muchos de los cuales conservo hasta hoy.
¿Y cómo llegaste a la educación?
-Por un amigo de infancia, que es uno de los fundadores del Antofagasta Baptist College. Él me invitó a colaborar en los temas legales del colegio, cuando estaba recién partiendo. En esa época eran muy pocos los abogados dedicados a temas educacionales. Fue mi amigo y su familia quienes me motivaron a especializarme en esa área y de eso ya han pasado varios años.
¿Cómo ves a Antofagasta?
-Desde lejos, Antofagasta se asocia sólo a la minería, sin mayor valor agregado. Sin embargo, cuando uno vive aquí se da cuenta el enorme potencial que tiene la ciudad. Antofagasta tiene todo para transformarse en un polo de desarrollo para el Cono Sur. Para ello necesitamos creernos el cuento y tener autoridades con menos fotos y más relato, con su visión puesta en los próximos 20 años más que las próximas elecciones.
¿Qué objetivos debe plantearse la región para su desarrollo?
-Emanciparse de la minería como principal fuente de sustento. Hay que diversificar la matriz económica de la región. Dios nos ha bendecido con un clima privilegiado, muchos kilómetros de costa, un aeropuerto con una ubicación estratégica en el mapa latinoamericano, a pocas horas de lugares icónicos a nivel mundial, como San Pedro de Atacama o Cerro Paranal. Nuestra ciudad tiene todo para transformarse en la capital sudamericana del turismo.
¿Qué cosa has aprendido en estas semanas y meses tan inciertos?
-Este tiempo de confinamiento me ha llevado a reforzar los valores. Hay que dejar de ser tan individualista y volver a pensar en el prójimo. Nuestra sociedad se ha vuelto muy egoísta y la crisis actual nos lleva a pensar en el otro y no sólo en uno mismo, para ser mejores personas.
En tiempos tan convulsos, ¿qué consejo le darías a personas que no conoces?
-Debemos valorar lo que tenemos, sea mucho o poco: nuestra familia, nuestros amigos, nuestro trabajo e inclusive, nuestro país. Hasta hace poco era de lo más normal salir a caminar por la costanera, armar panoramas con la familia o simplemente ir al supermercado, cosas que ahora se hacen tan complejas. Lo vivido estos meses nos ha demostrado la fragilidad de todo lo que nos rodea. Por eso debemos cuidar y valorar las cosas simples de la vida.