Nueva fase de la pandemia
Los casos de contagiados van a la baja en la región y el país, pero esto no significa soltar todas las restricciones de una vez; el cuidado individual será fundamental. Es fundamental que las autoridades regionales y locales sean muy claras en los mensajes que se entregan a diario a la ciudadanía. La amenaza sigue ahí, invisible. Solo la consecución de una vacuna será una solución definitiva.
Entrada ya la segunda quincena de julio, el país parece estar saliendo de los peores momentos de contagios de coronavirus y su letalidad asociada; una especie de luz al final del túnel es el que comenzamos a ver, aunque aún estamos lejos de cantar alguna victoria.
Las cifras de infecciones están experimentando una caída hace poco más de un mes en el país y un par de semanas, en el caso de la región, según el reporte del Ministerio de Salud, y aquello es lo que hace abrigar algunas esperanzas, en medio de un contexto que ha resultado lamentable para el país.
Casi 340 mil infectados y cerca de 9 mil fallecidos, nos dejan entre los peores del mundo.
Qué gatilló este descalabro es algo que con el tiempo quedará más claro, pero parece obvio que una mirada muy relajada, llamados contradictorios ("nueva normalidad" y "retorno seguro", de los cuales se hizo cargo el propio Presidente Sebastián Piñera) y una suerte de uso político, por parte del gobierno, fueron asuntos que pesaron mucho.
A lo anterior hay que sumar cierto relajo de la población. Hubo un segmento importante que no entendió la relevancia del confinamiento como herramienta de prevención.
Sin embargo, no es el momento de relajos. La pandemia ha demostrado una enorme contagiabilidad que encima se ve incrementada por una respuesta inmune acotada. Basta un cluster, que alguien no cumpla con los requisitos o sólo que la gente se descuide, para que el virus se esparza y termine por tensionar la red asistencial de salud, con el peligro cierto de hospitales colapsados y personal de salud sobreexigido.
Por ello es fundamental estar alertas: Antofagasta está entre las regiones más golpeadas por esta crisis que ha desnudado muchas fragilidades y abrió otras tensiones distintas a la sanitaria, con un alto desempleo y una inédita destrucción de empresas, especialmente de servicios.
Es fundamental que las autoridades regionales y locales sean muy claras en los mensajes que se entregan a diario a la ciudadanía. La amenaza sigue ahí, invisible y hasta no contar con una vacuna, el problema estará reapareciendo de manera recurrente.