Nuevo gabinete
El gobierno debe asumir con realismo que el presente y el futuro no le son halagüeños, en tal sentido, debe apostar por encauzar el debate a lo institucional. Ciertamente el cambio de gabinete era una obviedad. Lo relevante ahora es concentrarse en el futuro, en lo que Chile debe hacer para retomar el diálogo, escuchar a la gente y proponer una conversación formal.
El quinto cambio de gabinete -el segundo estructural- fue ejecutado ayer por la administración de Sebastián Piñera. Modificaciones importantes, previsibles y que hay que leer con atención.
Concentrarse en la coyuntura es en error: por más compleja que sea la pandemia y la crisis económica, ya tienen foco sectorial y serán superadas, lo que exige asumir que la tarea principal de estos meses para el nuevo equipo, es definitivamente otra.
El desafío del gobierno es estructural: encauzar institucionalmente los debates abiertos.
Y habrá que partir por lo interno: Chile Vamos está quebrado, el gobierno en el piso y el país está dividido. Tal desencuentro es malo para el país y la única forma de salir adelante es acentuar el trabajo político, tender alianzas, recoger las aspiraciones y elaborar un plan de corto, mediano y largo plazo.
El plebiscito de octubre es una enorme oportunidad de legitimar con y ante la ciudadanía parte del nuevo pacto social que debe realizarse.
Esto no significa acceder a todas las demandas (tarea que debieran recordar los políticos), sino abrir el debate de aquello que es posible, entendiendo los contextos y tendencias que hay en el mundo y otras que vendrán.
Cualquiera lo sabe, las sociedades y las personas no se construyen o desarrollan solo con los anhelos, sino con planes de ejecución de lo posible, las que están determinadas por los contextos sociales que habitamos.
Y el mundo que viene ofrece enormes posibilidades para Antofagasta y Chile, cuestiones que hay que observar con detención.
Tener tranquilidad, calma y atender que cualquier solución pasa por construir puentes de diálogo real con la oposición, es inevitable y un ejercicio de realidad política.
La Moneda ya no tiene espacios para errores, está derechamente asediada, por lo que debería asumir que tal presente es el fracaso de su comprensión de la sociedad nacional.
Salir de esto, de la manera más eficiente posible y abrir un sueño para Chile -que sería la materia de debate en las próximas elecciones presidenciales y tarea para ese ejecutivo- es algo en lo que debiera tener foco el nuevo gabinete.
La frialdad y realismo en el análisis es pieza fundamental.