Uno vive en un campamento y varios amenazados por el covid-19: el presente de "Los 33" a 10 años del accidente
MINEROS. Los protagonistas comparten sus recuerdos, reclamos y vida actual. Johnny Barrios está en una toma en Copiapó, Carlos Mamani lamenta no haber regresado a Bolivia, Mario Sepúlveda quiere "volver a un turno" y José Ojeda padece distintas enfermedades.
Algunos enfermos, otros sin trabajo y muchos confinados por la amenaza del covid-19. Ese es el presente de los 33 mineros de Atacama que hace exactamente diez años protagonizaron el accidente que los tuvo 69 días atrapados a 700 metros de profundidad en la Mina San José. Muchos, tal vez todos, aún conservan huellas físicas y sicológicas de aquella tragedia que se convirtió en proeza.
Uno de los mineros más recordados es Mario Sepúlveda. Vive actualmente en Santiago. El "loco Mario" o "Súper Mario", como lo bautizaron durante el rescate, cuenta que está "trabajando todos los días para ser mejor persona" y que "a la cuarentena hay que ponerle el pecho nomás 'pue', hijo".
De 2010 tiene recuerdos de todo tipo. "Es angustioso a ratos, también hay emoción y distintas reacciones espirituales y sentimentales. Yo sigo insistiendo en que Dios hizo un gran milagro con nosotros y hay que darle hasta que cuando él diga lo contrario", dice Sepúlveda. Agrega que "se pasaron volando los 10 años y no han sido fácil. Yo soy trabajador en lo que sea y si me lleva a limpiar el baño de su casa, yo voy. Han sido 10 años con ganas de volver a entrar a un turno, con ganas de volver a tener compañeros de pega y todo".
Mario reconoce que afuera de la mina "me cerraron el mundo laboral obrero en el caso de postular a operador, que es lo que estaba haciendo en la minería, pero sí se me abrieron otras puertas con el tema de las charlas motivacionales (…) con la pandemia se echó a perder todo el tema".
Barrios en campamento
Para Johnny Barrios tampoco ha sido fácil la vida después del accidente. Él trabaja en el municipio de Copiapó desde 2016 y se encuentra en cuarentena desde marzo como medida preventiva, porque es del grupo de riesgo: padece silicosis. "Esto no tiene cura y se agrava cada vez más, sobre todo en invierno. Yo casi no salgo, paso adentro y me compré mercadería para no salir", dice.
También cuenta que estos 10 años "se me pasaron volando". "No recuerdo cosas buenas", admite y cuenta que toma medicamentos para poder dormir. Johnny vive actualmente en un campamento en los cerros de Copiapó, donde debe esperar a que le llegue el agua en camiones aljibes y sufre con los cortes de luz.
Barrios asegura que al salir de la mina San José les prometieron cosas que no se cumplieron. Recuerda que "el ministro Mañalich me ofreció un trabajo en algún hospital y una beca para estudiar enfermería (…) todo fue un cuento tonto, yo estuve esperando más de un año".
Mamani no volvió
"Todo el mundo se olvidó de nosotros", dice Carlos Mamani, único boliviano en el accidente. Él coincide en que las puertas de la minería se les cerraron una vez que salieron del encierro. Él, por ejemplo, actualmente trabaja en una panadería.
Mamani vive en Copiapó junto a su esposa y dos hijas. Recuerda que estuvo dos años en tratamiento siquiátrico con crisis de pánico y que no ha podido volver a la mina San José. Sobre el ofrecimiento de volver a Bolivia que le hizo el expresidente Evo Morales, reconoce que "no supe manejar bien las cosas y con la cosa de la película, al final me quedé por un trabajo que iban a dar. Al final, yo la 'jodí' con no irme esa vez".
Amenazados
El minero con mayor riesgo de salud en la actualidad es Mario Gómez, el más longevo del grupo y quien se encuentra encerrado desde marzo en su casa en Copiapó por los problemas respiratorios que lo han obligado a usar asistencia mecánica portátil de por vida.
Gómez es pausado para hablar, por su enfermedad, y se toma su tiempo para que se le pase lo agitado. Confiesa además que si se llega a contagiar con coronavirus, "no voy a sobrevivir".
Sobre lo ocurrido hace 10 años, comenta que "es como si hubiese pasado ayer. El tiempo pasa muy rápido y ahora estamos acá encerrado en casa", dice Gómez, quien ahora espera crear una fundación para ayudar a la gente que lo necesite. "Antes que me vaya, debo dejar algo", asegura y lamenta, por otro lado, que "luego de 10 años la gente ya se ha olvidado de esto (…) esto fue algo inédito y tuvo un impacto mundial".
Otro minero que mira con preocupación a la pandemia es José Ojeda, es el creador del papelito de la esperanza: "Estamos Bien en el Refugio los 33". El sobreviviente actualmente debe luchar contra enfermedades cardiacas, a la próstata, diabetes, riñones y problemas sicológicos que no lo dejan dormir.
"Estoy más o menos no más. La salud no está buena, estoy bastante enfermo", reconoce y solicita ayuda para realizarse exámenes que superan los 800 mil pesos y que hoy no puede costear, porque vive solamente con la pensión, que bordea los 400 mil pesos, y debe costear todos sus remedios e insumos básicos. "Tengo rabia con las empresas, porque todos los que éramos de los 33 estábamos fichados y no nos dieron trabajo", se queja.
"Mejor suerte"
Quienes han tenido mejor pasar son Omar Reygadas y Franklin Lobos. Ambos tenían trabajo estable en el transporte de trabajadores a faenas, lo que se detuvo por la cuarentena. Ambos han conservado una amistad en estos 10 años y junto a sus familias esperan que pase la pandemia para no perder sus fuentes laborales.
Entre las secuelas del accidente que cuenta Reygadas está dormir entre dos y tres horas. Franklin Lobos, exfutbolista profesional, tenía solamente cuatro meses de experiencia en la minería cuando fue el accidente. Dice que nunca podrá olvidar cuando se desprendió el cerro a sólo 20 metros de donde él se encontraba. "Yo decía: ¿cuándo se va acabar esto?, porque era una cosa terrible. Ahí fue cuando giré la cabeza, me acuerdo clarito, y le digo a (Jorge) Galleguillos: cagamos, vamos a morir".
Otro de los mineros más conocidos fue Luis Urzúa, el jefe de turno de la mina San José, quien espera en su hogar el fin de la cuarentena en Copiapó. El minero comenta que trabaja en Sernageomin y espera volver a terreno para entregar su conocimiento en el rubro. Urzúa recuerda del accidente que "los primeros 17 días fueron los más complejos y de unión, porque no teníamos ninguna posibilidad de salir por nuestros medios".
"Era una cosa terrible. Ahí fue cuando giré la cabeza, me acuerdo clarito, y le digo a (Jorge) Galleguillos: cagamos, vamos a morir".
Franklin Lobos
05 de agosto de 2010, 33 trabajadores de la Mina San José quedaron atrapados a 720 metros de profundidad.
14.30 horas de ese día ocurrió un derrumbe en la faena. El 22 de agosto dieron señales de vida con el "papelito".