Lo institucional
Una solución real al momento pasa por tener un gobierno con fuerza, pero también unas oposiciones potentes. Ese cuadro es el que evita el caos y el desorden. El presente es muy distinto. Hay un gobierno en el piso, pero también la oposición, mientras la calle se consolida como una fuerza inmanejable, en un fenómeno que, obviamente, no puede seguir para siempre.
El líquido escenario político y económico de estos días tiene, por supuesto, salidas y ciertamente la mejor será la que ofrezcan las instituciones, es decir, el trámite de una respuesta que provenga desde los órganos propios de la República.
Tal vez conviene revisar lo ocurrido a partir del año 2000, cuando Ricardo Lagos asumió la Presidencia, con el fantasma de ser el primer Mandatario socialista desde Salvador Allende. Hoy parece una cosa anecdótica, pero por aquellos años, no era nada sencillo, tras 17 años de gobierno militar y dos administraciones demócrata cristianas (Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle), las dificultades que debió asumir ese gobierno no eran nada de sencillas.
¿Qué enfrentó Lagos? Los temores del mundo militar, empresarial y de la oposición, quienes observaban entre dudas y curiosidad, qué camino seguiría el fundador del PPD.
Lo interesante es que el expresidente no negó esta realidad, no la minimizó y tampoco pretendió anular todos los liderazgos ajenos. Por el contrario, hizo política y asumió su rol de Jefe de Estado.
Inteligentemente, el gobierno de Lagos Escobar consolidó las conversaciones, y hasta cierto punto levantó, los nombres de Juan Emilio Cheyre, comandante en jefe del Ejército (con quien se hizo un trabajo de largos años), de Juan Claro, presidente de la Sofofa y Pablo Longueira, entonces presidente de la UDI, convertido por aquellos años en el partido más grande del país. El gobierno evitó así un debate anárquico y anómico y potenció una conversación institucional que permitió llegar a acuerdos y disentir, pero con rostros visibles.
Hoy, el presente es distinto. Hay un gobierno en el piso, pero también la oposición, mientras la calle se ha consolidado como una fuerza inmanejable, en un fenómeno que no puede permanecer para siempre.
El desafío del gobierno es recuperar las confianza, lo que solo pasará por reconocer que necesita coaliciones potentes, incluyendo las oposiciones, porque de esa manera el país entero será capaz de abrir un canal de comunicación para salir de esta atolladero.
La crisis de un sector impacta en todo el sistema, algo que debe entenderse ahora para salir democráticamente de este momento.
Solo el respeto por la institucionalidad lo hará posible; en ningún caso la montonera o los caudillismos.