Las farmacéuticas planean alianza para garantizar una vacuna segura
COVID-19. Las empresas estarían a las puertas de firmar un acuerdo que garantiza que no aprobarán ninguna vacuna contra el coronavirus sin estar seguros de su eficacia, a raíz de las presiones de la Casa Blanca por lograr una antes de las elecciones.
Varias farmacéuticas que trabajan en distintos proyectos para conseguir una vacuna contra covid-19 planean firmar un compromiso conjunto de no sacar nada al mercado sin haber garantizado del todo que sea seguro y eficaz, independientemente de posibles presiones políticas.
Según informaron los diarios The Wall Street Journal y The New York Times, las compañías rivales planean difundir a comienzos de la próxima semana un comunicado en el que prometen no buscar la aprobación de cualquier gobierno hasta haberse asegurado de que su vacuna es completamente segura y eficaz. Entre las farmacéuticas que firmarán el documento se encuentran las estadounidenses Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson, coinciden los dos diarios, mientras que el New York Times agrega que también compartirán el compromiso la británica GlaxoSmithKline (GSK) y la francesa Sanofi.
"Creemos que este compromiso ayudará a asegurar la confianza pública en las vacunas de covid-19 que puedan acabar siendo aprobadas, y en la adhesión al riguroso proceso científico y regulatorio por el cual se evalúan", indica el borrador del comunicado conjunto, de acuerdo con el Journal.
Despejar dudas
La iniciativa busca apaciguar a quienes ven con escepticismo el rápido avance de los ensayos clínicos para desarrollar una vacuna, un proceso que normalmente dura años, y a quienes temen que esos proyectos puedan acelerarse por motivos políticos, en detrimento de la posible seguridad o eficacia del producto.
Los científicos se han apresurado a una velocidad récord para desarrollar una vacuna que podría poner fin a la pandemia, que se ha cobrado casi 190.000 vidas e infectado a más de seis millones de personas en Estados Unidos, donde el programa impulsado por la Casa Blanca para hallar rápidamente una vacuna fue bautizado como "Operación Velocidad de la luz" (Operation Warp Speed). Mientras, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) del país, pidieron la semana pasada a todos los estados del país estar preparados para empezar a distribuir a finales de octubre o principios de noviembre una posible vacuna contra el covid-19, en caso de que esta se aprobara. Esas fechas, justo antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, despertaron temores entre algunos expertos en salud pública de que la Casa Blanca pudiera estar presionando para saltarse pasos en el proceso de aprobación de la vacuna, con el fin de potenciar las opciones de reelección del presidente Donald Trump.
"Realmente es posible que (la vacuna) pueda distribuirse antes del final de octubre, y eso estaría bien. Estaría bien no por las elecciones, sino porque queremos salvar a gente", aseguró Trump el jueves durante un mitin en Latrobe (Pensilvania). Dos de las farmacéuticas que firmarán el comunicado, Pfizer y Moderna, tienen ensayos de fase 3 activos en EE.UU. y ya están inoculando a miles de personas para probar la eficacia de su preparado. Mientras, el proyecto de Johnson & Johnson está por comenzar sus ensayos de fase 3, y GSK tiene dos candidatas en la fase 1, una de ellas compartida con Sanofi, que cuenta con otro proyecto de vacuna en etapa preclínica.
El director ejecutivo de Pfizer, Albert Bourla, dijo esta semana que espera que su compañía tenga suficientes datos en octubre para pedir una autorización para uso de emergencia si los resultados de su estudio son positivos. Según el New York Times, altos cargos de la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE.UU., de la que dependerá la aprobación de una vacuna en este país, plantean emitir otro comunicado conjunto para dejar clara la necesidad de fijarse en la ciencia, y no en otros criterios, a la hora de dar luz verde a la vacuna.
Si una vacuna resulta tener efectos secundarios peligrosos, las consecuencias podrían ser catastróficas, dañando la reputación de las farmacéuticas y socavando ampliamente la confianza en las vacunas.