Recuerdos de un día de septiembre de 1970
HISTORIA. La elección que comenzó a cimentar el triunfo de Salvador Allende Gossens fue una jornada marcada por la alta tensión y expectativas en una ciudad en desarrollo y en un mundo polarizado por la Guerra Fría, Vietnam y los tres tercios político- electorales marcados en el país.
Triunfo, derrota, esperanza, incredulidad, miedo y sobre todo tensión. Pocas veces un solo hecho puede provocar lecturas tan distintas. Este fue el caso del 4 de septiembre de 1970.
Por entonces la ciudad de Antofagasta sumaba unos 125 mil habitantes, extendiéndose desde el norte poco más allá de la población El Trocadero, que estaba en plena construcción, y el recinto militar, por el sur. El Autoclub quedaba fuera de la ciudad. La entonces capital provincial respiraba un ambiente de progreso y crecimiento.
Poco antes se habían inaugurado obras que permanecen hasta hoy, como el Estadio Regional, el edificio Centenario, frente a la Plaza Colón, una incipiente población Coviefi, el edificio Curvo, y se terminaban las obras de la planta de filtros que permitiría reducir el arsénico en el agua potable que se traía desde la aducción de Toconce.
El contexto internacional bullía con los EE.UU. marcados por las dos caras de una moneda. Un año antes la NASA había puesto un hombre en la Luna, pero la guerra de Vietnam ya mostraba signos inequívocos de un desastre para la principal potencia del planeta.
The Beatles tocaban sus últimos acordes en Londres, la revolución castrista sumaba una década y su impronta se hacía carne en movimientos como los tupamaros (Uruguay, 1960), el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (Perú, 1960); Montoneros (Argentina, 1969) y en Chile con el MIR (1965), mientras una serie de dictaduras gobernaba Latinoamérica.
Chile era una excepción. La tradición democrática seguía en pie, pero con una tensión enorme para esa jornada.
Se conocería al sucesor del DC Eduardo Frei Montalva, quien gobernó el país en complejos seis años. En la papeleta estaban el abogado DC calameño educado en el colegio San Luis de Antofagasta, Radomiro Tomic (1914); el ingeniero y expresidente Jorge Alessandri Rodríguez (1896), por la derecha; y el médico Salvador Allende (1908), por la izquierda aglutinada en la Unidad Popular.
Eran tres opciones distintas en sus modos de ejercer el poder y entender al individuo y la sociedad, alternativas modeladas por los efectos de la Guerra Fría que gobernaba el planeta por aquellos años y que tenía en Washington y Moscú, los ejes neurálgicos de un conflicto silente del que nadie podía rehuir.
La mañana
La tensión partió temprano ese viernes soleado; todo indicaba que Allende y Alessandri tendrían las primeras mayorías, pero ninguno sumaría el necesario 50 más uno.
Los retratos y mensajes publicitarios de la época eran elocuentes. Tomic insistió en su llamado de "tranquilidad para el mañana" y agudizar los avances conseguidos por la administración de Frei (fundamentalmente la reforma agraria y estatización de la minería). Allende enfatizaba sus mensajes a la "clase trabajadora", la "conciencia de clase", el sueño de una "revolución a la chilena" y furibundos ataques a la derecha, mientras el comando alessandrista respondía con la misma fuerza, catalogando las propuestas de Allende de "marxismo apátrida" y "discursos de odio".
Ese viernes se jugaba el todo por el todo, con los tres tercios político electorales definidos, aunque con una mayoría que tenía decidido apoyar a Allende o Tomic.
René Piantini, actual empresario, era por entonces un estudiante de Construcción civil de la Universidad del Norte, jugado por la opción de Alessandri. Su recuerdo es que aquel momento era de suspenso absoluto.
Las tomas universitarias, ver jóvenes que se marchaban del país, el impacto de la guerrilla boliviana, el surgimiento del MIR, le daban la sensación de que Chile podría ser la próxima Cuba. Piantini no podía votar (podían hacerlo los mayores de 21 años), pero ese día ya había definido ayudar en el traslado de adherentes de Alessandri.
La impresión contrasta con la que tenía Domingo Claps, por entonces un joven abogado egresado de la Universidad de Concepción. Para el sanluisino, la jornada era de "esperanza" y de trabajo. Él debía trasladarse hasta la Pampa para "defender votos" en Pedro de Valdivia y María Elena.
Fueron 124 mil los electores habilitados para sufragar en esa ocasión en la provincia (símil de las regiones de hoy: había 25 en todo el país) y todo partió temprano. En la ciudad había cinco centros de votación y, como es tradicional, todas las celebraciones y venta de alcohol estuvieron prohibidas hasta las 18 horas. Las radios Libertad, Corporación, Minería, Cooperativa, entre otras, mantenían informados a los auditores.
"Desde cerca de las 8 horas empezaron a delinear en el sector céntrico verdaderas columnas de votantes, que a medida que transcurría la mañana convergían hacia los centros de votación: la Escuela Normal, la Escuela Anexa a la Normal, el Liceo de Hombres, la Escuela Técnica y el Liceo de Niñas", relató una de las crónicas de El Mercurio de Antofagasta.
Se estimó que a eso de las 10.30 ya había sufragado un 10% de los inscritos (voto obligatorio) y un 40% a eso del mediodía. Lo mismo se vivió en Mejillones y Calama y en la Pampa donde votaba un número importante de trabajadores del salitre.
El almuerzo fue en las casas, como era tradicional y a eso de las 16 horas, casi la totalidad de las mesas estaba cerrada.
Antofagasta era gobernada por el alcalde Germán Miric, militante comunista, en una ciudad repleta de pesos pesados de la política. José Papic era el presidente del Centro para el Progreso, Santiago Gajardo, era un líder de la DC, lo mismo que unos jóvenes Floreal Recabarren (alcalde pocos años atrás) y Pedro Araya Ortiz, por entonces diputado; Jonás Gómez, del Partido Radical y Sergio de Los Ríos y Manuel Feliú, de la derecha.
El alcalde Miric llegó a votar al Liceo de Hombres y allí declaró: "Yo veo esta elección como todas las que han habido en Chile: con normalidad total y estoy convencido que se mantendrá esta tranquilidad hasta el término del proceso eleccionario".
Uno de los pocos hechos lamentables ocurrió en el Salar del Carmen, donde un microbús con adherentes a Allende tuvo un accidente sin víctimas fatales.
Otra curiosidad, en las mesas de mujeres, era la exigencia de no usar collares u otros ornamentos. La crónica de entonces también destaca que la mayor parte de las féminas vestía pantalones o mini faldas.
Poco más tarde el general Galvarino Mandujano, jefe de las fuerzas de Antofagasta, también entregó su impresión a eso del mediodía: "La elección está tranquila conforme al carácter democrático y cívico de nuestro país".
Palabras similares usó el intendente Joaquín Vial Izquierdo, hombre muy cercano al Presidente Frei.
Los cines proyectaban "Shalako" protagonizada por Sean Connery y Brigitte Bardot, "Melodia inmortal", con Tyrone Power y Kim Novak, entre otras, muestra de la bonanza que mostraba la ciudad por aquellos años. A la serie de cines, se sumaba la llegada de la televisión un par de años atrás y actividades culturales como el Tambo Atacameño de Ossa con Baquedano, con el Conjunto Folclórico de la Universidad del Norte y El Tatio, especie de peña ubicada en calle Matta. Y se sumaba el Antofagasta Portuario nacido poco antes y que ya jugaba en la Primera División del fútbol.
El desarrollo musical también era potente: Inti Illimani presentaba "El canto al programa"; Quilapayún "La cantata Santa María de Iquique"; Los Blops, "Los momentos" y Aguaturbia, su sicodélico primer álbum. La escena la completaban, Cecilia, José Alfredo Fuentes, Buddy Richard, los Red Junior, por nombrar algunos.
El recuento
Francisco Daniels, liceano por entonces, tenía 16 años y como simpatizante socialista habitualmente compartía con Alejandro Guillier, los hermanos Müller (Thomas y Michael) y el sociólogo César Trabucco. De aquel momento recuerda que su pasión política provenía de su madre, doña Estefanía Rojas, furibunda falangista. Él no podía votar, pero acompañó a su padre esa mañana y ya en casa, esperaron los resultados.
Trabucco, también alumno del Liceo de Hombres, recuerda la fecha como un momento en que se jugaba "algo extraordinario y definitivo". "Estaba la esperanza del triunfo", apunta el sociólogo.
Piantini explica aquello enfatizando que el nivel de politización era tremendo. El Liceo de Hombres era un foco duro de la izquierda, partiendo por el profesor Mario Bahamonde (PC), incluso en el Colegio San José se había formado el Frente de Estudiantes Revolucionarios, especie de brazo del MIR, es decir, y en su opinión, había temores fundados de qué quería hacerse y qué podía pasar.
Antonio Sánchez, ahonda en la idea: incluso las elecciones de centros de alumnos secundarios eran con los partidos políticos.
Claps, en la otra vereda sostiene que tenían "la convicción de que tenían muy cerca el triunfo y estaba toda la ilusión de cambiar muchas cosas".
Pasadas las 16 horas, cerró la