"Soy un nortino más, me siento de acá"
ANTOFAGASTINIDAD. Carlos Vergara Montero, mecánico y vecino de Sierra Gorda .
Uno de los emprendedores más antiguos que tiene la comuna, se siente como un vecino más en el desierto más árido del mundo.
Carlos Vergara Montero nació un 16 de octubre de 1943 en Ñuñoa, Santiago, y llegó a Sierra Gorda en 1986, junto a su esposa y sus dos hijos, tras perder su casa en el terremoto de 1985, que afectó a la Región Metropolitana.
Quedó viudo el año 2000, pero no quiso regresar a Santiago, pese a que sus hijos ya habían formado sus propias familias, porque se siente un nortino más, tras vivir durante 34 años en el desierto más inhóspito del planeta.
Pasó sus primeros 25 años en el norte, viviendo en la localidad de Sierra Gorda, donde montó el primer taller de bicicletas y vulcanización que tuvo la comuna, y el único que en los años 90 funcionaba en toda la Ruta que une Antofagasta y Calama.
El oficio lo heredó de su padre y su abuelo ciclistas, quienes desde muy joven le enseñaron a trabajar en el taller familiar. Incluso aún guarda en su taller una fotografía a sus 17 años, reparando una bicicleta rodeado de repuestos de la década de los sesenta.
En los años 90, junto a un grupo de vecinos, fundó en Sierra Gorda, la Primera Compañía de Bomberos, cuando la comuna no tenía luz ni agua potable.
"Había tres o cuatro personas que tenían un generador y había que adaptarse a vivir con luz a ratos durante el día. Vivir sin agua no fue tan difícil, porque el hombre es un ser de costumbres", dice el vecino.
Carlos no solo sabe de vida en el desierto, pues además fue pescador en Iquique en su juventud, pero no cambiaría por nada la tranquilidad de vivir en la pampa, aventura en la que su familia siempre lo apoyó.
Actualmente vive en la localidad de Baquedano, donde también montó un taller y ha desarrollado su arte en soldadura. Allí, rodeado de herramientas, reliquias y recuerdos de su vida en el lugar, asiste a los viajeros y vecinos que requieren ayuda.
¿Quiénes son los principales clientes de su taller en estos años?
- Acá es muy común que los vecinos se muevan en bicicleta, sobre todo los extranjeros que han llegado a vivir en los últimos años, pero también llegan a veces turistas que recorren el desierto en moto o bici. Han pasado brasileños, argentinos y hasta una persona de Alaska.
¿Qué rasgos destacaría Ud. de los nortinos, de sus vecinos?
-Me saco el sombrero por la gente de Sierra Gorda, son amistosos, cariñosos, entre todos nos conocíamos y compartíamos las fiestas tradicionales como 6 de junio. Pero en Baquedano, hay más familias antiguas, tradicionales, más cerradas y que aún me ven como santiaguino, como un extranjero en el norte. Aunque he participado activamente como uno de los fundadores del Club de Adulto Mayor, Pampa Ilusión de Sierra Gorda, y he participado en todo como un nortino más, porque estoy aclimatado, me siento de acá.
¿Qué lugares de Sierra Gorda recomendaría visitar?
-Yo fui guía para recorrer el ex mineral de plata de Caracoles, y ahí lo más atractivo es la animita de "La finada", que queda en un socavón dentro de una roca, cerca de donde era el campamento minero de los bolivianos. Uno entra ahí y se encuentra con dos ataúdes, de una mamá y de una guagua.
Dice la historia que son los cuerpos de una mujer que caminó por días en el desierto con su guagua enferma en busca de un médico pero murió en el trayecto y la dejaron ahí con su hijo. Dicen que hace milagros, los camioneros le dejan cigarros y botellas de agua.
¿Cómo era el pueblo cuando usted llegó y cómo ha cambiado?
- Ha cambiado mucho. Ahora tenemos luz, agua, plazas, incluso un edificio con ascensor, van a hacer pavimento nuevo. Son muchos los cambios, sobre todo los últimos diez años.
¿Qué cree que podríamos hacer los chilenos para tener un mejor país?
- No nos queda otra alternativa que obedecer las leyes porque irse contra la democracia es una tontera y se ha visto tanta locura en estos años.
¿Cómo ha afectado la pandemia a su negocio y a su rutina diaria?
- No ha cambiado tanto la cosa, paso solo acá en la casa, aunque ya no puedo bajar a la Feria de Las Pulgas a Antofagasta, donde compro repuestos, herramientas y esas cosas, porque en tres horas que dura el permiso no alcanzo a hacer nada.
¿Si pudiera elegir de nuevo, cambiaría la decisión que tomó en los años 80 junto a su familia de radicarse en la comuna?
- No, si hubiese podido elegir dónde nacer, me quedo con Sierra Gorda.