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"Días después murió; el mismo día en que los enfermeros de la UTI le cantaban cumpleaños feliz a mi abuela. El funeral lo tuve que ver por una videollamada. ¿Habrá algo más frío y doloroso que eso? El covid no solo se llevó a mi abuelo, arrancó la oportunidad de despedirnos de él, de abrazar a mi mamá y de pasar este doloroso momento con mi familia".
Una experiencia similar, relató la también periodista, de 26 años, en Calama, Constanza Carvajal, quién explicó que su abuelo Rubén, murió tras contagiarse en una sesión de diálisis.
"Fue bien duro al principio, uno siempre quiere cuidar sobre todo a los abuelos, que son los más vulnerables en esta pandemia. Como familia, incluso desistimos de hacer reuniones familiares los domingos, a fin de no ser un riesgo para ellos, pero igualmente se contagiaron, mi abuela, por causa de mi abuelo, quien se contagió en el centro de diálisis al que asistía. Fue bastante complicado, porque eso hizo que se nos escapara de las manos su cuidado", recordó.
La profesional manifestó que incluso en el momento del funeral, su abuela no pudo salir de la casa, ya que todavía estaba con cuarentena. "Solo logramos hacer que la carroza fúnebre, en su salida del hospital, pudiera pasar por fuera de la casa de mi abuela, para que al menos le dijera adiós de esa forma".
Protocolo y familia
Para la enfermera supervisora (s) de Urgencia, del HRA, Romina Navarro Ortega, la muerte de su primo, en segundo grado, Mario Leiva, fue una experiencia muy angustiante, no solo por el hecho de perder a un familiar, sino también por no poder revelar el estado de salud del paciente a su familia, mientras el médico no hablara con ellos primero.
"En su casa (la del primo), todos tenían covid, por eso nadie podía salir, yo era el nexo y quien podía dar las noticias respecto de su estado de salud. Pero eso igual suponía cierta angustia para mí, ya que habían situaciones que yo no podía contarle a mi familia, por protocolo. Todos los días veía la ficha, como iba empeorando y lo mal que se veía su futuro, pero no podía decir nada. No antes del médico", relató la profesional.
Agregó que "es súper fuerte intentar dar un ánimo, en este caso a tu misma familia, sabiendo cómo viene el panorama. Por eso en algún momento, comencé a decirles que rezaran, no para que se mejorara, sino más bien para que se hiciera la voluntad de Dios", reconoció.
La profesional explicó lo riguroso que es el protocolo cuando un paciente covid positivo fallece. "Es súper riguroso, cuando una persona con covid muere, lo tienen que envolver casi como una momia, tapándole incluso su carita, para después sellarlo en una bolsa que no se abre nunca más. Luego te dan la opción de enterrarlo al tiro, o cremarlo. Es súper rápido todo, no se puede cerrar bien el duelo. Todos los que éramos familia, no pudimos ir al funeral".
hermano y cuñada
Pedro Carrasco, pensionado de Codelco, desde 2015, relató que su experiencia con el covid, ha sido dolorosa. El virus se llevó a su hermano y cuñada, a mediados de junio, algo que todavía no puede explicar cómo pasó.
" Mi hermano Marcos, y su esposa Helen, se cuidaron bastante, mucho y realmente no sé dónde pueden haberse contagiado, pero fue de un día para otro. Marcos estuvo como tres semanas hospitalizado, Helen, en tanto, estaba en su casa, pero casi fallecieron en la misma fecha, mi cuñada el día 20 y Marcos, el 21 de junio (...) todo fue muy rápido, no alcance ni a viajar al funeral, ya que me encontraba realizando trámites en Santiago. De hecho aún no puedo regresar, porque está todo cerrado", dijo.
"Lo más difícil de enfrentar, siempre es la posterioridad de todo esto. Estando aquí en Santiago, prácticamente no pude hacer nada", explicó.
Soledad
La dirigenta del comité "El Bosque", en el macrocampamento 'Los Arenales', ubicado en el sector norte alto de la ciudad, Patricia Jupaqui, relató que uno de los aspectos más difíciles que ha tenido que evidenciar en algunas de las muertes por covid, es la soledad que envuelve a las víctimas, más allá de los protocolos.
Recordado es el caso de Zabino Sanga (de su mismo comité), quien a sus 57 años falleció en el hospital tras contagiarse de covid. No tenía esposa ni hijos, solo una pareja, a quien veía ocasionalmente (del mismo campamento). Toda su familia, hermanos y un padre de 100 años, viven en Perú, de donde llegó en 2015.
"Él era un buen vecino, trabajador. Se dedicaba a la construcción y se defendía haciendo pololos en las casas del campamento, donde creemos se contagio, llegamos a tener 15 personas enfermas. Me dio mucha pena su situación, porque estaba solo y durante el mes y medio que estuvo en el hospital, poco pude saber de él. Su familia, no sé cómo, me llamó desde Perú para preguntar por su situación... fue muy fuerte vivir eso porque no había nadie más", dijo.
"Es triste la muerte, pero lo es más en estas condiciones. No poder abrazar a tu mamá, a tu familia. ¿Puede haber algo más frío que eso?".
Tamara Miranda, periodista.
"Pasar por esto, fue angustiante. Al ser enfermera, mi familia me pedía saber de mi primo, pero por protocolo, no podía decir nada".
Romina Navarro, enfermera Urgencia.
"Hay personas que al igual que don Zabino Sanga, murieron solos, ya que no tenían cerca a sus familias. Fue triste evidenciar algo así".
Patricia Jupaqui, dirigenta "El Bosque".