Jessica Atal y el lujo de escribir para las otras
"Teoría de una práctica amorosa" (Ediciones Bonnefont), el nuevo libro de poesía de Jessica Atal, está dedicado a las mujeres víctimas de violencia.
Las biografías de muchas mujeres dedicadas al ámbito creativo suelen evidenciar dificultades extra que han debido sortear. En no pocas ocasiones, han debido hacerse un espacio en paralelo a labores domésticas o de crianza, a veces en soledad. Basta recordar entre ellas a Lucia Berlin. O mirar caminos como el de Violeta Parra (que al viajar a Europa perdió una hija), Emily Dickinson (que se aisló) o Sor Juan Inés de la Cruz (que prefirió el claustro al matrimonio).
Todas ellas tienen en común estar en la dedicatoria de un poema de "Teoría de una práctica amorosa" (Ediciones Bonnefont), el octavo libro de Jessita Atal, el sexto de poesía, género en que se inició en 1991, con "Variaciones en azul profundo". Atal también escribió crítica literaria en la Revista de Libros de El Mercurio y actualmente lo hace en La Panera.
Cada poema del libro está dedicado a una mujer artista. La mayor parte son escritoras, pero también hay artistas icónicas como la cantante Janis Joplin. Otras dedicatorias van a Elvira Hernández o Anne Carson.
En el prólogo del libro, Atal reflexiona sobre la violencia que sufren las mujeres. Cuando le preguntamos por el origen de ella, nos sumerge en la historia: "La mujer está en el lugar de diosa madre a comienzos de toda civilización humana. La primera cultura adoraba a esa mujer como dadora de vida, incluso los hombres que la servían de ella. Hubo un quiebre en la civilización cuando apareció el hombre cazador, creando esta sociedad patriarcal que nos domina. Hasta se cuestionó si la mujer tenía alma. Recién se están abriendo puertas, pero la violencia permanece".
El libro está intervenido por las fotografías de Isabel Skibsted, imágenes que se ciernen sobre el cuerpo de la mujer.
-El libro está dedicado a las mujeres víctimas de violencia. ¿Qué puede aportar la literatura a este problema?
-Entiendo la literatura como revolución. Julio Cortázar dijo que la literatura debía actuar sobre las personas, tiene que llegar a provocar una reacción en el lector. Particularmente este libro busca abrir consciencias de mujeres y de hombres sobre estos delitos en la sociedad chilena. Hemos visto justamente en estos tiempos de pandemia que han escalado impresionantemente alto. Mi libro busca que sea tomado como una compañera, para tantas mujeres que viven violencia y están solas. El arte, la escritura y la lectura son un grito de denuncia.
-¿Cómo fue la decisión del trabajo de fotos del libro?
-Desde siempre pensé este libro como un trabajo de poema y fotografía. Siento que la imagen actúa aún más eficazmente que la lectura, ese dicho que hay que una imagen vale más que mil palabras. Estas fotografías tienen un sentido, buscaban también ser un impacto al ver el mismo abuso que yo intento reflejar en el poema. El trabajo se hizo en conjunto con Isabel Skibsted, una artista que me fascina por su sensibilidad. Somos amigas de toda la vida, fue un trabajo cómplice. Y ella no muestra mucho las cosas, siempre he sentido que su talento debiera estar más al alcance de las personas. Esta fue una manera de empujarla.
-¿Cómo fue dialogar con estas creadoras a las que dedicas cada poema? ¿Cómo influyen en los poemas en sí?
-En algunos casos fue un diálogo más directo. En el caso de Sylvia Plath o Anne Sexton, tienen que ver con su vida. Pero en general, o los poemas fueron adaptándose a estas mujeres creadoras, o ellas fueron adaptándose al poema. Ahí se produce esta magia del diálogo.
-¿En tus talleres promueves la lectura de autoras?
-Claro. Mi última clase estuvo dedicada a Lucia Berlin y Alice Munro. En una de las primeras entrevistas que se le hizo a ella, el título era "Una dueña de casa que escribe cuentos", "que tiene tiempo para escribir cuentos". Este título jamás se lo habrían puesto a un hombre en una entrevista, por más que se dedique a las labores del hogar. Ese periodista no sé qué estará pensando ahora, Munro se ganó el Premio Nobel.
-¿A quién le habrías dado tú el Premio Nacional de Literatura?
-No te puedo dar un nombre. Creo que puedo primero decir que hay una deuda inmensa con la creación de las mujeres, de poetas y narradoras. Me encanta la poesía de Elicura Chihuailaf, el premio se lo merece sin duda, pero lo importante aquí es destacar que van cincuenta y cinco premios nacionales de literatura y solo cinco se los han dado de mujeres. No sé cómo podremos saldar esa tremenda la deuda de los premios que se entregan a hombres y a mujeres.
-¿Cómo has padecido tú la falta de tiempo?
-Durante uno de los lanzamientos de un libro mío, de poesía justamente, una tía, una de esas tías raras de repente me pregunta de dónde saco tiempo para escribir poesía. En ese minuto no le pude contestar nada, me quedé paralizada, y me quedé con ganas de contestarle. El tiempo no lo tengo, más bien me lo invento.
-Especialmente en esta pandemia.
-Trabajo mucho desde mi casa, el panorama no me cambió mucho. Se agregan tareas, como estar presente en la vida y en la educación de los hijos. Las ocho horas del colegio están en la casa. Al principio dije qué rico, voy tener más tiempo para la escritura, y retomé una novela de la que llevo mil versiones. Le dediqué dos horas al día, cuando terminé de pronto que me vi más llena de trabajo que nunca.
- ¿ Por qué?
-Por la pandemia, tuve que inventar más trabajo, tuve que hacer más trabajo, estoy haciendo tres talleres literarios, aparte de edición, crítica y escritura de artículos. Trabajo todo el día y ya no he tenido tiempo para mi escritura. Ha sido más bien trabajo para sobrevivir.
-El trabajo de la mujer es duro en estos tiempos.
-Para tener libertad poética, hay que tener libertad económica, escribió Virginia Woolf. Para las mujeres es súper difícil, me incluyo, lograr esa libertad para escribir, siento que todavía estamos luchando, tenemos que trabajar en otros ámbitos como ser madre. No sé el orden, porque ser trabajadora es antes que ser madre, porque tenemos que alimentar a nuestros hijos, las madres solas sobre todo. La escritura queda súper postergada, para muchas mujeres es todavía un lujo dedicarse a la escritura.
La poeta ha escrito anteriormente "Pérdida", "Arquetipos" y "Cortina de elefantes", entre otros.
Por Cristóbal Gaete
IVÁN PETROWITSCH