El plebiscito
La jornada de hoy es histórica e inédita. Sea cual sea el resultado, debe respetarse y no olvidar que la clave para el desarrollo está primero en las personas. Ni siquiera los medios internacionales tienen acuerdo en los efectos que habrá. Este es un libro por escribir.
La épica de una elección absolutamente determinante será vivida esta jornada en todo Chile. Es cierto que el contexto lo determina la pandemia, pero se trata de un proceso superior que debe reconocerse en su relevancia histórica.
Lo que está en juego hoy es la posibilidad de cambiar o mantener la Constitución del país, el marco fundamental que se da la sociedad para definir cuestiones fundamentales que garanticen la convivencia en paz, el respeto por la vida humana y su desarrollo.
Sea cual sea el resultado, no olvidemos que Chile es una república democrática y la democracia exige el abandono de la violencia como mecanismo de coerción, por eso es relevante este evento, al institucionalizar la discusión y llevarla por los caudales ad-hoc.
Es obvio que las posiciones causan escozor y para eso es mejor revisar algo de los medios internacionales que miran más desapasionadamente el asunto.
El Wall Street Journal, por ejemplo, publicó una columna de opinión escrita por su editora, Mary Anastasia O'Grady, la que se tituló "La Misión Suicida de Chile". Allí planteó que "es difícil entender por qué existe un respaldo popular para hacer estallar un sistema que ha tenido tanto éxito" y añadió que "es probable que una nueva Constitución haga al país más pobre, más corrupto y menos libre".
Una visión distinta sostuvo el periódico español El País, que destacó que "Chile celebrará la que probablemente sea la votación más trascendental en sus últimas tres décadas" para "cambiar el armazón institucional del país".
Algo similar dispuso The Economist: "Es probable que cualquier nueva Constitución haga a Chile más socialdemócrata. Los defensores de la nueva carta quieren introducir la idea de 'igualdad de oportunidades', que en términos chilenos significa hacer que mejores servicios públicos sean asequibles para todos", recalcaron.
The New York Times también dispuso de conceptos similares: "El proceso de reforma no necesariamente tiene que descarrilar el estatus de Chile como una fuerza económica en la región. Un sistema político más inclusivo que promueva los intereses de la mayoría de sus ciudadanos también puede beneficiar a los empleadores mediante estabilidad política y una fuerza laboral más feliz y saludable".
Es obvio que una Constitución -cualquiera- no es la solución de todos los males, pero tampoco es inocua, entenderlo bien es clave para fundar la decisión que cada uno de los ciudadanos tome.