Adultos mayores: historia viva de la tradición pampina y ferroviaria
RELATOS. Alcalde y profesionales de Dideco visitaron hogares de los vecinos de más edad, quienes compartieron sus experiencias y recuerdos de una vida ligada a la Pampa y las vías del histórico tren.
Como una manera de reconocer el aporte y la historia de vida de los primeros vecinos de las localidades de Baquedano y Sierra Gorda, el alcalde de la comuna José Guerrero Venegas, junto al equipo de la Dirección de Desarrollo Comunitario (Dideco), visitaron los hogares de los adultos mayores, en el marco de la celebración de su mes.
En este contexto, el municipio organizó la visita domiciliaria a los vecinos de 65 años o más, mientras que los adultos mayores hasta 60 años participaron de un encuentro realizado con todas las medidas preventivas, para evitar contagios en ambas localidades.
El alcalde destacó el aporte y las historias de quienes con su trabajo, dieron vida a lo que es hoy la comuna.
"Una de nuestras principales preocupaciones es el bienestar de los adultos mayores, por eso Dideco tiene un programa especial para ellos, en el cual los profesionales los visitan constantemente con apoyo sicosocial, además de acompañamiento, que es tan importante durante esta etapa de su vida", agregó el alcalde.
Actualmente Dideco atiende a 90 adultos mayores en ambas localidades y durante el año realiza diversas actividades, para propiciar un espacio de encuentro y crecimiento, en donde ellos participan con gran entusiasmo.
Historias
Felisa del Carmen Cortez Zarricueta vive en Baquedano desde los 14 años cuando sus padres en su natal San Félix, "la casaron" con quien fue su marido y padre de sus cinco hijos.
No está segura de cuántos años tiene, y le pregunta a su hija qué año nació, mientras reconoce que la inscribieron el año 1932, para poder casarla.
"Debo tener más de cien años, me inscribieron para casarme, porque era menor de edad. Mi marido era "carrunchero" (reparaba las líneas del tren) y yo cocinera en el Ferrocarril, donde me cuidaban mucho porque era muy jovencita para andar entre las cuadrillas de trabajo", relata con emoción.
Felisa también vivió junto a su familia en las oficinas Aguas Blancas y Eugenia, y pese a su dificultad para caminar, goza de muy buena salud, "porque me alimentaba a puro cocho y chuchoca", dice.
Ella es una de las vecinas que participa activamente del programa Adulto Mayor del municipio, y aunque vive con una de sus hijas y una nieta, espera todas las semanas la visita de las trabajadoras sociales de Dideco.
Con orgullo muestra el patio de la casa donde crió a sus hijos, y donde ahora cultiva papas, ajos y otras plantas que riega todos los días con esmero, mientras pasa sus días en Baquedano, el pueblo que la vio convertirse en mujer.
Otro de los vecinos con una gran historia, es Sergio del Rosario Cortez Saavedra, de 76 años, quien nació en Canela, en la IV Región, y llegó a la comuna a los 19 años a trabajar en la mina Elenita, que funcionaba en las cercanías de María Elena.
Es soltero, sin hijos, ya que ninguna pampina logró enamorarlo, según confiesa. Pasó su vida trabajando en minería y hoy reside en Baquedano donde vive solo, "pero las niñas del municipio siempre vienen, porque mi familia vive en la IV Región", agrega Sergio.
Su vida fue muy dura, de trabajo físico bajo el sol del desierto, en una época en que no existían normas de seguridad laboral, pero sí buenos sueldos, según explicó.
"Yo juntaba la plata en sacos, pero fui muy confiado y prestaba, pero no me devolvían. Mil pesos era como un millón de pesos de hoy. De lo único que me arrepiento es no haber ahorrado ni cobrar lo que me debían", relata.
Cambios
Un testigo de los avances del pueblo y protagonista de las tradiciones ferroviarias, es Hugo Castro Ossandón, vecino de Baquedano desde 1986 y trabajador de Ferrocarriles del Estado desde los años 60. Castro nació en 1937 en Iquique y tuvo 14 hijos, a quienes educó en la comuna cuando llegó por trabajo.
Desde los 24 años su vida gira en torno a la actividad ferroviaria, cambiaba las vías por donde se trasladaban las centenarias locomotoras que unían al país hace décadas.
Trabajó en la empresa hasta su retiro el año 2009 y actualmente vive junto a su familia en una de las pocas casas que permanecen habitadas en Ferronor en Baquedano.
"Este pueblo es muy distinto a lo que era, antes no había posta rural con médico, sólo un puesto de atención de la empresa, cualquier emergencia había que viajar a Antofagasta. He visto varios alcaldes pasar, pero sólo en los últimos 10 años se han visto avances", asegura.