Torciendo la democracia
Los congresistas, los mismos que no quisieron reducir su número de integrantes ahora quieren aumentar, por secretaría, la cifra de constituyentes: impresentable. Nadie está en contra de asegurar cupos para los pueblos originarios, eso es correcto, pero eso debe ocurrir dentro del margen de los 155 constituyentes elegidos. Lo otro es una trampa, un engaño a la gente.
Como se hace en las sociedades democráticas, los chilenos fueron a las urnas el pasado 25 de octubre y dieron dos resultados contundentes en materia de anhelar un cambio constitucional y que los encargados de su elaboración, fueran ciudadanos ajenos a los actuales congresistas. A partir de allí hay varias lecturas que pueden hacerse y quizás la principal sea el descrédito de este relevante sector nacional.
Como es sabido, el acuerdo fue elegir 155 constituyentes, cinco de los cuales saldrán desde nuestra Región de Antofagasta en elecciones abiertas a realizar e1 próximo 11 de abril de 2021.
Sin embargo, las sorpresas han sido mayúsculas durante los últimos días cuando el Congreso, en especial la oposición, intenta torcer completamente el acuerdo y sumar otros 23 o 24 constituyentes para los pueblos originarios.
Por lo pronto, nadie puede discutir que las etnias deben tener una participación destacada; aquello está fuera de cualquier duda y hay consenso en prácticamente toda la ciudadanía; sin embargo es difícil entender -democráticamente hablando- que se quiera generar un escenario artificial aumentando la cifra de constituyentes para privilegiar a un sector, como ocurre en este caso.
¿Qué pasaría si otro sector reclamara la presencia de empresarios con cupo asegurado, distintos a los que elegirá la ciudadanía en marzo, bajo el argumento de que es este grupo el que genera la riqueza del país? ¿O cupos mineros, forestales, pesqueros, bajo la misma lógica?
Debe repetirse: los pueblos originarios por cierto que deben estar representados, pero en el margen de los 155 que serán elegidos, porque solo un proceso limpio y transparente le dará legitimidad a un proceso que es demasiado relevante, pero los congresistas, como suele ocurrir cada vez con mayor frecuencia, no entienden o no consideran porque solo parecen interesados en sus cuotas de poder y no en gatillar un escenario coherente que asigne representatividad a todos y no a unos cuantos.
Esto es realmente insólito, cuando aún están frescos los resultados del plebiscito.