"En todos mis viajes llevo un póster de Bruce Lee; me hace sentir en casa"
Para Marko Zaror, las consecuencias de la pandemia no han sido triviales. Hasta su aparición vivía en Los Ángeles, Estados Unidos, preparaba una película que había sido grabada en Tailandia y también daba sus primeros pasos para hacer la segunda parte de "Mirageman". Entonces comenzó el confinamiento. Un poco antes lo habían invitado a conocer el balneario de Pichilemu, lugar del que se enamoró a primera vista y en el que se radicó. Al igual que esa reacción que tuvo al ver por primera vez una película de Bruce Lee, acá quedó prendido con la naturaleza.
"De pronto me encontré en un lugar hermoso, valorando las cosas simples y donde puedes llevar una vida a escala humana, conectado con la esencia de las cosas, pescar, traer tu comida, comer la carne local, aportar al pequeño locatario y tener una vida de comunidad muy rica interiormente. Es como me gustaría que el mundo fuera, por la cual apuesto mi plata y por la que me jugaría como un proyecto de familia", comenta el actor y director de cine. Tras esa rotunda confesión hay mucho de tributo a la filosofía de Bruce Lee, su pública inspiración, y a esa frase: "Sé agua, amigo", donde el fallecido artista marcial, que por estos días habría cumplido 80 años, postulaba que el ser humano tenía la capacidad de fluir, se flexible y adaptable como el agua frente a los constates cambios del mundo moderno.
¿Cómo piensas que habría sido de Bruce Lee si hubiese vivido hasta los 80 años?
-Uf, qué pregunta. La verdad es que no me imagino qué sería de él hoy vivo, con 80 años, pero viendo lo que fue su existencia, creo que habría tenido la capacidad para seguir reinventándose. Él era apasionado, muy intenso, por lo que de seguro nos habría seguido sorprendiendo con cosas interesantes.
¿Qué tan vigente sigue su imagen para las nuevas generaciones, pese a que falleció hace casi cinco décadas?
-Yo lo siento muy vigente. Sus películas siguen dándose una y otra vez, y en otros filmes de artes marciales siempre hay guiños o referencias a su persona. Ahí ves, por ejemplo, en las peleas de la UFC donde las alusiones son permanentes. En ese sentido la idolatría está muy viva.
¿Qué es lo más sorprendente que tenía?
-Que técnica y físicamente, para la época, estaba realmente en otro nivel. En ese tiempo sobresalía en un nivel impresionante, porque es como si se hubiese adelantado como cuatro generaciones a todos los demás. Él fue un innovador, ya que tuvo una visión de cómo había que entrenarse, de romper los esquemas. Planteaba una cosa que me encantaba, que es tener libertad dentro del conocimiento, no regirse al control de las doctrinas de las artes marciales. ¿Con qué propósito?, para que sea un experimento constante de fluidez y movimientos para redescubrir y reconectarte con tu propio camino de las artes marciales, tomando lo que te funciona y con lo que estás cómodo.
Cambió todos los paradigmas que existían, entonces.
-Exacto, porque trabajó y potenció las habilidades físicas de una manera ultra profesional desde el trabajo con pesos y fundamentalmente la alimentación que era un aspecto poco explorado en esos años y así varias cosas más. En el fondo, se trataba de cuestiones nunca vistas en la preparación física y que él las llevó a un nivel de excelencia.
Su trabajo cinematográfico potenció al ícono que conocemos hasta hoy. "Operación Dragón", de hecho, es reconocida de forma unánime como una joya dentro de las películas de artes marciales.
-Fue la primera película que yo vi en la tele y la que me voló la cabeza. Cuando veo a ese ser humano, con ese físico desarrollado, sentí que era la perfección misma. Era la sensación como que estaba mirando algo sobrenatural, algo que no parecía humano con un cuerpo con una musculatura tremendamente desarrollada, pero al mismo tiempo flexible, como si se tratara de un superhéroe sacado de las revistas, una especie superior, algo irreal. Esa energía me pegó muy fuerte y por eso las artes marciales tuvieron un impacto muy fuerte en mí.
De colega a colega, ¿qué destacabas en su forma de actuar?
-El carisma que proyectaba, sus gritos, la forma en que clavaba la mirada. Su presencia llenaba la pantalla. Al ver todo eso no había duda que era el camino que quería seguir para el resto de mi vida y ahí entendí toda su filosofía y como se une para la vida.
¿Qué escenas te quedaron grabadas de sus películas?
-Por ejemplo, en "Operación Dragón", está la escena de La Caverna, cuando sostiene una lucha contra varios oponentes y se enfrenta utilizando los nunchakus. Es una coreografía increíble que me quedó grabada de inmediato. Hay velocidad de movimientos, mucha habilidad. Es una secuencia fantástica.
El mito dice que en la edición final del filme había que ralentizar los movimientos, porque en tiempos real la cámara no se percibía, las patadas por la velocidad que le imprimía Bruce.
-Sí, hay un poco de mito lo que en realidad no me compro mucho. Como te decía antes, era admirable su técnica y preparación física para la época que vivió, pero hoy los que compiten en la UFC todos están entrenados a ese nivel o más. Yo más que nada me enfoco en cosas como filosofía, su pensamiento, las otras cosas no me llaman mucho la atención.
-Debes tener tu escena favorita.
-Sí, claro, costándome mucho tomar una decisión al respecto, seguramente me podría quedar con la pelea que tiene contra Chuck Norris en el Coliseo Romano ("El Regreso del Dragón") y que es icónica. Ahí se enfrenta con Norris que en la vida era campeón mundial y ahí puedes ver una diferencia de habilidad impresionante, de desplazamiento, de desarrollo físico, una cosa de locos, fuera de tiempo. Esa es una escena, pero también hay otras, por ejemplo, de la película "El Gran Jefe" que también son estupendas. Con Bruce Lee ocurre eso, que su filmografía, aunque acotada, está llena de grandes momentos.
¿Cómo recibes la opinión de sus detractores que dicen que no se medía en combates reales, en torneos verdaderos, que hubieran permitido calibrar su poder?
-Eso es mentira, porque era muy peleador y se metía en peleas callejeras todo el tiempo. De hecho, ya con alguna fama, viviendo en Hong Kong, lo vivían desafiando y no esquivaba el reto.
Tan mitológica fue su vida como su muerte. La versión oficial siempre habló de una reacción alérgica a un medicamento, pero deslizaron teorías que incluían a la mafia china vengándose por enseñar karate a los occidentales.
-No me creo eso último y lo que sí pienso es que en el último tiempo de su vida tenía un alto nivel de estrés, lo que repercutió en que casi no dormía y por lo tanto colapsó. Y a lo mejor como una forma de controlar esos momentos más extremos se tomó un remedio e hizo un cortocircuito interno. Ahí el ser tan perfeccionista tuvo su precio, porque desde luego siempre tiene que existir un equilibrio del trabajo intenso con el descanso y la recuperación. El cuerpo es sabio y tiene que sacar la energía de algún lado. Entonces, si no duermes o no descansas, la salud te va pasar la cuenta en algún momento.
¿Qué legado que dejó Bruce Lee?
-Fíjate que hasta la gente que no tiene nada que ver con los artes marciales ha recibido inspiración por su actitud, por su estilo, forma de pelear o su perfeccionismo. Su principal legado es que hay que vivir la vida con pasión, porque es una sola y hay que atreverse. Más vale la pena morir con una piel llena de cicatrices por intentarlo, que morir con la piel brillante y lisa por ser un cobarde. Eso es un poco lo que él nos vino a invitar, a vivir la vida, porque se vive una vez y porque hay que de alguna forma conectarse con tu pasión. Es nuestra tarea la de reconectarnos con la esencia y desde ahí en adelante tu vida va caminar sin miedo. Porque la sociedad en que estamos claramente nos mete miedo e inseguridades y al final de cuentas nada tiene mucha importancia, ya que estamos de paso por el mundo y nos complicamos la vida muchas veces de forma absurda.