"De mis padres heredé sus lecciones de esfuerzo"
ANTOFAGASTINIDAD. Daniel Maribur Ceballos, violinista de la OSA.
Daniel Maribur Ceballos, nació en la Octava Región y su infancia transcurrió a orillas del lago Lanalhue, en el extremo sur de la Cordillera de Nahuelbuta. A los 4 años ya tecleaba un piano y disfrutaba oyendo a la Sinfónica penquista. Sin embargo, a los 9 años tomó un violín y no lo soltó más.
Tuvo una pelea con el instrumento, pero la reconciliación le valió enormes méritos. Ganó un concurso en Colombia, y quedó entre los cien mejores de Sudamérica. Llegó a la Sinfónica antofagastina, entrando por la puerta grande… Por donde ingresan los verdaderamente talentosos.
Hijo de la artista Bernarda América, profesora y cantante de folclor, Daniel lleva en la sangre la música, que lo arrulló desde antes de nacer.
¿Dónde naciste y que marcó tu infancia?
- Nací en Talcahuano, pero crecí en la ribera del Lanalhue. A los cinco años comencé a tocar piano y a los nueve tomé un violín. Tuve clases particulares e ingresé a la Academia de la U. del Concepción. De allí al Conservatorio de la Universidad Católica de Santiago. Y ahora, aquí en Antofagasta, en la Orquesta Sinfónica local.
¿Qué enseñanza te legaron tus padres?
- Lo primero que aprendí de ellos es reconocer que soy de sangre mapuche… Más bien soy lafquenche. Eso ya es motivo de orgullo, porque es una muestra que nuestra raza es generosa en talentos, hay escritores, poetas, abogados… Hoy están empoderados y se les deben reconocer como tales. Hay profesionales de todas las áreas. De mis padres, heredé esas lecciones que se basan en el esfuerzo y la perseverancia.
¿Cómo te recibió Antofagasta y su gente?
- En un principio fueron un tanto fríos… Pero poco a poco los fui conociendo, comprendiéndolos y me di cuenta que hay buena voluntad y disposición. Hoy en día disfruto de la amistad de muchos y siento el respeto de tantos, que eso me conmueve.
¿En qué tarea estás actualmente?
- Soy violinista en la OSA, pero además, soy profesor de violín en la Escuela de Música de la Corporación Cultural de Antofagasta. También dirijo en Ensamble de Cámara, donde participan los alumnos más adelantados. Hay muy buenos talentos y serán un gran aporte a la música. Es muy grato compartir y trabajar con las nuevas generaciones.
¿Qué lugares de la Región son de tu agrado?
- Las playas de Itata y Chacaya, son de mi especial preferencia. Las disfruto a plenitud… Pero sin dudas que San Pedro de Atacama es también un sitio muy especial, que cuenta con mis preferencias. Me llama la atención su gente y ese ambiente tan místico que se vive cerquita de la Cordillera.
¿Qué palabras dedicarías a los chilenos contemporáneos?
- Lo primero es que debemos reconocer nuestros orígenes. Todos tenemos algo de sangre nativa. Nadie es puro. Tenemos que ser más empáticos, porque solidaridad tenemos… Chile es un país generoso y su gente debe serlo, en todo sentido.
¿Qué debiéramos aprender las personas?
- Como músico, me gustaría que la gente aprendiera a entender y comprender la música, porque nos hace bien para el alma. Y de paso potenciar las conductas éticas, la tolerancia y la empatía. Es importante recuperar el valor de la palabra empeñada y fortalecer los valores. Eso es básico para que la sociedad madure.