Carta sobre "Norte Grande"
Pensaba en la novela como la concluí: la pampa puesta a disposición del tiempo. La pampa, como espacio. Sobre ella pasarían las cosas de su vida; su nacer, su crecimiento, sus sangramientos. El personaje no podría ser otro que la tierra pampina. Encima de su dramatismo iría el dramatismo humano por lo demás la pampa no retenía demasiado a los hombres; éstos siempre fueron de un lado para otro. De ahí la dos partes del libro: la primera para contar y cantar la vieja pampa; la segunda, para centralizar la nueva acción, porque la pampa nueva concentró a los hombres con violencia. Por tal razón surge Rosendo Aguilera, el héroe más visible.
La imaginación tiene que trabajar, caldeada y en delirio de poesía. La pampa es poética: los que la juzgan dura, no deben conocerla: ¿hay algo más poético que el espejismo, más mentira poética que el espejismo?
Si no hubiese dejado suelto el animal de las imágenes no habría concordancia entre la generosidad del paisaje y su transcripción.
Además, no quise narrar una vida; quise que las vidas que llegaron a mí, por muchos caminos, sensibilizaran la soledad de la pampa. Creo haber cumplido: hay poema, hay ensayo insinuado, hay historia y hay símbolos. Ese "relleno revolucionario" que usted señaló alguna vez era el pago a mis ideas hirvientes en 1942 cuando escribí el libro. Esta vez está en pie la fe…
La nueva edición de "Norte Grande" (se refiere a la tercera, Editorial Orbe, Argentina, 1966; las revisiones aluden a la de 1942, Santiago y, a las de 1959 y, 1966, en Antofagasta), fue sometida sin pena a un proceso de "matar hijos". Volaron imágenes, palabrotas. La documentación es exacta. Aporta noticias y trae primicias, como aquella página en que los obreros quisieron salvar a Mr. Jones, herido en la refriega entre pampinos y soldados.
N. de la R.: El fragmento de carta, es parte de la presentación de Norte Grande, de Lautaro Yankas, publicado en revista Atenea Nº 396, de la U. de Concepción e incluido en la tercera edición.