Probablemente todos nosotros hemos escuchado que Chile es un país ideal para la Astronomía. Sabemos que en nuestro país hay un número cada vez mayor de importantes observatorios internacionales. ¿Qué es lo que hace que los cielos de Chile sean tan interesantes para que las instituciones científicas de otros países estén interesadas en poner sus telescopios aquí? Las razones principales son el clima y las características atmosféricas del norte del país.
El clima desértico del norte hace que las noches nubladas en las que no se puede observar sean poco frecuentes. Además, la observación astronómica requiere condiciones atmosféricas muy estables y si es posible, reducir la cantidad de atmósfera por la que estamos observando. Podemos entender más claramente este punto si pensamos en cómo observamos mejor el fondo de un río. Si la corriente de agua es rápida, la imagen del fondo se emborrona. Cuanto menos profundo es el río, mejor se ve el fondo. Pensemos en la atmósfera de la misma forma. Cuanta menos turbulencia haya en las capas superiores de la atmósfera, mejor será la calidad de nuestras imágenes. Cuanta menos atmósfera la luz tenga que atravesar, mejor es nuestra observación. Las altas montañas de Chile, junto con una atmósfera muy estable, convierten al norte de nuestro país en un paraíso para la observación de los cielos. Finalmente, la ausencia de grandes núcleos de población cerca de los observatorios reduce la contaminación lumínica, que tanto dificulta la observación del firmamento en las ciudades.
Todas las características anteriormente mencionadas hacen del norte de Chile la meca de la astronomía mundial.
Javier Alonso-García es Astrónomo del Centro de Astronomía de la U. de Antofagasta, www.astro.uantof.cl