Antofagastino estuvo grave por Covid y ahora está en primera línea de la Salud
SALUD. Estuvo conectado a ventilador mecánico y necesito terapia física para recuperarse. Hoy el paramédico Roberto Zúñiga maneja una ambulancia del Samu y traslada pacientes covid.
Fueron 38 los días que Roberto Zúñiga pasó internado en el Hospital Regional de Antofagasta. 25 de ellos estuvo conectado a un ventilador mecánico. Este tramo de tiempo ocurrido entre mayo y junio fue seguido de un duro proceso de recuperación.
"Yo estuve en coma. Al despertar fue chocante estar postrado en una cama. Del cuello hacia abajo estaba inmovilizado porque no tenía fuerza ni actividad motriz en ninguna extremidad. Tuve 60 terapias para volver a caminar, ducharme e ir al baño por mi cuenta. Para mí fue terrible que mi mama y mi hermana me tuvieran que mudar como una guagua", relata.
Pese a todo lo anterior, este paramédico de 33 años no tan solo pudo superar los efectos del coronavirus, sino que pudo volver de regreso a su trabajo en el Samu así como retomar sus funciones como voluntario en la Octava Compañía de Bomberos. Hoy ejerce como conductor clínico de ambulancias avanzadas, trasladando y atendiendo pacientes con Covid-19.
"Una ambulancia avanzada envuelve más responsabilidades. Somos tres personas. Un paramédico, un enfermero y un conductor. Nosotros somos el equipo humano que salva vidas en terreno. Somos una UCI en movimiento. Entubamos personas arriba de la ambulancia, le ponemos el ventilador, las bombas y la sonda", explica.
Tras la experiencia que lo tuvo en estado crítico, Zúñiga se ha asegurado de tomar todas las precauciones posibles, considerando que se contagió junto a varios de sus compañeros de trabajo.
"Ahora el cuidado aquí es el triple. Todos los funcionarios se han capacitado y se siguen capacitando para darle una mejor atención a los pacientes. Yo personalmente me compre un escudo facial, una fullface y una 3M para mi autocuidado, porque no quiero pasar por lo mismo", advierte.
Lo mismo se aplica a su trabajo en Bomberos: "El control de los ingresos a cuarteles es súper estricto. Se tiene que medir la temperatura, junto a las frecuencias respiratorias y cardiacas. Se deben desinfectar camas, baños, living, comedor, los carros y el personal en el cuartel se restringe a solo 4 personas".
Conciencia
Ahora que la región de Antofagasta ha vuelto a superar su peak de casos activos de coronavirus, la capacidad del sistema hospitalario se ha visto sobrepasada. Algo que Zúñiga vive en carne propia a lo largo de su jornada diaria.
"De las doce horas que tiene mi turno, todas son para salir a buscar a pacientes con Covid-19. Por agosto o septiembre eran uno o dos por día, ahora es algo 24/7. Si bien aquí hay una población grande, nosotros solo tenemos cinco ambulancias para dar la pelea. Y después de cada traslado uno tiene que hacer el aseo correspondiente, lo que implica media hora perdida", describe.
Un aspecto que molesta al paramédico es el hecho de que la población aún no toma conciencia de la gravedad que implica la pandemia, incluso tras la difusión de casos como el suyo, que pasaron por complicados cuadros de salud a causa del virus.
"A mí me dio una falla renal, se me envenenaron todos los órganos del cuerpo, tuve una falla multisistémica. Y aún así la gente no le toma el peso. Siguen haciendo su vida normal. Veo personas que se pasean sin mascarilla, que comparten el mismo vaso o botellas", se queja.
Zúñiga profundiza en lo anterior al notar que "la gente no cree que los hospitales están llenos, que es lo peor. ¿Cómo le haces entender a la población que el hospital no da abasto con todo lo que sucede?".
"Uno se cansa, porque uno lo da todo por el paciente y arriesga su vida y familia, pero ve que la gente sigue comportándose de manera similar. Yo viví las dos caras de la moneda, ayudando a pacientes y siendo uno. Y es muy difícil salir del hospital, porque uno todos los días se tiene que proponer dar la pelea. Si uno se echa a morir, no se puede recuperar", concluye.