"Nunca más me fui": el relato de profesionales encantados con la Perla
ANIVERSARIO. Habitantes que llegaron a trabajar a la ciudad y se terminaron quedando, relataron sus experiencias en la conmemoración de los 142 años de Antofagasta.
La perfecta nomenclatura entre uno de los desiertos más áridos del mundo y el océano Pacífico, testigo en la zona norte de la migración de diversas especies, entre ellas los mamíferos marinos más grandes del mundo; sus colores y atardeceres, son solo algunos de los atributos que hacen de Antofagasta un buen lugar para vivir.
Una ciudad que pese a las dificultades del último periodo, y la todavía inminente amenaza del coronavirus, ha sabido salir adelante gracias a la coordinación de sus habitantes, movimientos e iniciativas sociales. Estas últimas por ejemplo, mediante la organización de las ollas comunes, que han sido claves para las familias más vulnerables.
El director de Creo Antofagasta, Nicolás Sepúlveda, explicó que si bien la región aun tiene enormes desafíos en múltiples materias, también mantiene diversas oportunidades de desarrollo y crecimiento.
"Antofagasta es una zona llena de oportunidades, pero con grandes desafíos, como bajar los números de contagios con tal de poder recuperar cierta normalidad, y así retomar proyectos que nos permitir desarrollarnos y vivir de mejor manera", dijo.
No obstante, y dentro de sus atributos, explicó que Antofagasta es "una tierra con todo el potencial de la industria minera, y sus tecnologías derivadas, además de los planes en turismo, la agricultura en el desierto, la energía y la astronomía".
En la celebración de su aniversario 142, diversos actores, profesionales y especialistas en diversos rubros, relataron los motivos y razones que los trajeron a la Perla del Norte, y que hoy los siguen manteniendo en esta zona.