Los Rayos X son un tipo de radiación electromagnética invisible a nuestros ojos, pero que está presente en distintos procesos físicos del Universo, desde un examen de radiografía, hasta el estudio de estrellas de neutrones, agujeros negros, o del gas caliente entre galaxias.
Esta radiación tiene un alto poder penetrante, el cual dependerá de su energía y de la materia irradiada. Entonces, no debemos preocuparnos por esto al tomarnos una radiografía, ya que la dosis de energía utilizada es mínima y segura para nosotros. Pero en el caso de un agujero negro supermasivo activo en el centro de una galaxia, la energía emitida es cientos de miles de veces la energía producida por nuestro Sol, asi que los Rayos X pueden penetrar el material de la galaxia para ser detectados fuera de ella.
Sin embargo, ¡esta energía no puede ser detectada desde la Tierra! Los Rayos X y Rayos Gamma son completamente absorbidos por la atmósfera terrestre. Pero, ¿Cómo se conoce la existencia de fuentes de alta energía en el Universo si no se podían detectar? La razón es que su descubrimiento fue accidental. En los años 60's un grupo de satélites, Vela, fue desarrollado por USA para detectar detonaciones nucleares. Estos satélites comenzaron a detectar explosiones de Rayos Gamma, que se atribuyeron a actividad humana o extraterrestre. Más tarde, se descubrió que correspondían a fenómenos naturales.
Así, en 1962, un equipo liderado por Riccardo Giacconi, detectó la primera fuente emisora de Rayos X fuera del Sistema Solar: Scorpius X-1, obteniendo con esto el Premio Nobel de Física del año 2002. Desde entonces, la Astronomía en Rayos X comenzó a materializarse con el desarrollo de instrumentos y satélites para explorar este nuevo Universo.
En la imagen, la galaxia Centaurus A, observada desde la Tierra en luz visible y su "radiografía" desde el espacio en Rayos X.
Alejandra Rojas Lilayú es astrónoma postdoc del Centro de Astronomía de la U. de Antofagasta, www.astro.uantof.cl