Teletrabajan en Antofagasta pero a cientos de kilómetros de distancia
SOCIEDAD. Dos trabajadores cuentan sus experiencias laborando a distancia para empresas de Antofagasta, a pesar de que ellos dejaron la ciudad en medio de la pandemia.
De lunes a jueves a las 8 de la mañana, Carlos Ibáñez, ingeniero de contratos que trabaja para Minera Escondida, comienza su jornada laboral frente al computador en su casa de Copiapó. A sus 63 años, la perspectiva de realizar teletrabajo aún le genera extrañeza, por más que está por cumplir un año en esa modalidad.
"Es una sensación particular. Conversaba con un psiquiatra y le contaba que para quienes tenemos edad avanzada, que no crecimos con computadores y celulares, estamos acostumbrados a trabajar cara a cara y a ser de piel. Entonces, es difícil trabajar así, sin saber bien lo que una persona está pensando desde el otro laptop", expresa Ibáñez.
Su caso es similar al de muchos antofagastinos que han experimentado lo que conlleva el trabajo a distancia por casi un año a causa de las restricciones sanitarias que se han tomado para prevenir el esparcimiento del coronavirus.
Algunos de estos casos son protagonizados por personas que se alejan de la ciudad para proseguir con sus labores desde sus lugares de origen o donde están residiendo sus familias. Ibáñez es uno de ellos. De tres años en donde viajaba constantemente a faenas y oficinas en la segunda región, pasó a vivir de forma permanente junto a su familia en Copiapó, sin dejar de lado su trabajo.
"A las 8 estoy conectado y sigo hasta las 20 horas de lunes a jueves. Hago mi turno completo y apoyo lo que más puedo desde acá. Antes hacía mucho terreno. Normalmente mi rutina era medio día en oficina y en la tarde iba a faena. Ahora es estar 100% en la casa frente al computador y eso agota", señala el ingeniero.
Conectados
Desde una visión más principiante está el caso de Leonardo Aracena, ingeniero civil industrial que recién entró al mundo laboral a finales de 2019, como administrador de proyectos junior de la consultora Holos. "Tengo más experiencia en teletrabajo que en una oficina real", bromea.
Oriundo de Calama, Aracena vivió en Antofagasta desde 2013, cuando empezó sus estudios en la Universidad Católica del Norte, y la pandemia llegó justo cuando se planteaba un traslado hacia otra ciudad. Eventualmente terminó viajando de manera constante por temas familiares a lo largo del año pasado.
Primero, volvió a la casa de sus padres en su ciudad de origen, y tras un breve paso por Santiago, se terminó estableciendo en La Serena, donde vive junto a su pareja. En ninguno de esos movimientos abandonó el trabajo de su empresa en Antofagasta.
"Al principio, fue un poquito cansador, porque no había estado tanto tiempo en la casa desde que salí de cuarto medio. Pero con el tiempo es algo que se valora harto. Pude compartir mucho con mi familia. Ellos se han amoldado mejor a lo que hago", expresa Aracena.
Un aspecto que también lo ayudó fue el particular formato que Holos estableció para las jornadas laborales: "Nosotros trabajamos conectados por medio de Google Meet. No prendiendo cámaras, pero sí con los micrófonos activados cuando es necesario. Da la sensación de que estamos trabajando juntos. Entonces si alguien tiene una duda, se puede conversar enseguida".
Cambios en el perfil
La pandemia no tan solo ha obligado a cambiar los hábitos laborales sino que, con su larga extensión, también ha provocado una mutación de las necesidades que debe cubrir una empresa o institución. Esto las obliga a buscar empleados que cumplan perfiles distintos a lo que era usual.
El cambio lo puede testificar la consultora Rabanal y Stenger, dedicada a la selección de personal para empresas privadas y públicas. Desde que el coronavirus llegó a Chile, han visto cómo han variado las características que piden sus clientes.
"Muchas de ellas tuvieron que adecuarse y contratar más personal de apoyo administrativo, financiero y ventas que funcionaran de forma digital. Entonces, los perfiles comerciales se potenciaron por ese canal", explica el gerente comercial de la consultora, Jorge Rabanal.
Desde su perspectiva, él observa que se está frente a una modalidad de trabajo que llegó para quedarse, y que eventualmente se complementará con un potencial regreso a oficinas o trabajos presenciales.
"Creo que en el futuro se apunta a una situación mixta. Se pactará entre la empresa y el trabajador una jornada laboral semanal donde lunes, miércoles y viernes se estará en oficina y martes y jueves en la casa. Yo creo que llegaremos a un equilibrio, porque esto se ve mayoritariamente de buena forma por ambos lados", agrega Rabanal.
Por lo pronto, ante lo incierto que resulta un regreso a la normalidad, se deberá continuar con el trabajo a distancia, con el cual Ibáñez y Aracena mantienen su compromiso laboral, además de resguardarse ante potenciales contagios.
"A mí me bajaron por la edad, ya que soy de grupo de riesgo, pese a no tener una patología diagnosticada. Pero con más de 30 años de trabajo, ya tengo mi cancha, entonces muchas cosas uno ya sabe como son gracias a la experiencia, sin necesidad de estar allá", concluye Ibáñez.
"Estamos a la espera de lo que va a pasar. Hay que resguardarnos", dice Aracena.