Legítimas demandas de las mujeres
Las mujeres, siendo mayoría, sufren discriminación: Desde la violencia física, hasta cuestiones más complejas como el acceso a determinados cargos. La mujer se ha ganado todos los espacios, pero la cancha sigue desigual, como con los más pobres, las minorías étnicas y un sinnúmero de segmentos sociales que reclaman por un reconocimiento pleno y cabal.
Hace algunas horas fue conmemorado el Día Internacional de la Mujer en todo el planeta y también en Antofagasta, Calama y las comunas de nuestra región. Se trata de una fecha que ha ganado en notoriedad y significancia conforme el género suma poder simbólico con sus demandas.
Se trata de un petitorio diverso, que podría resumirse en la demanda por equidad y buen trato considerando los evidentes detrimentos que este sector de la sociedad tiene. Son asuntos de implicancia política, pero ni relacionados con los partidos, ni con una cuestión de clase social, tampoco de origen, nivel de estudios, raza o ingreso económico, sino estrictamente con demandas históricas y el empoderamiento sumado en estos años.
Pero es importante que la coyuntura del momento no impida apreciar los avances conseguidos, por su propio esfuerzo y sacrificio, incluyendo vidas. El recuerdo mismo del 8 de marzo rememora la tragedia de Nueva York que costó la existencia de 120 féminas que protestaban por los salarios.
Desde entonces, la mujer, al menos en Occidente, ha conseguido cuestiones básicas: derecho a educarse, a votar, a elegir, a decidir, por lo que ha ganado en ciudadanía y humanidad.
Sin embargo, aún resta mucho por hacer. Las mujeres ganan menos en muchas empresas, por trabajos similares que un hombre, pagan más por su seguro de salud y tienen pensiones más bajas, a pesar de que viven más. Es claro que la respuesta es económica, pero para eso está la política: para corregir y modelar lo que sea injusto u oprobioso para un sector.
Este tipo de demandas son cada vez más recurrentes, están por cierto vinculados a la modernidad y especificidad de sectores particulares. Es otra de las consecuencias de un mundo cada vez más atomizado y en permanente búsqueda de sentido.
Mujeres, pueblos originarios, minorías sexuales, los pobres, las personas de color, los inmigrantes, niños e incluso los ancianos, son algunos segmentos que sufren discriminación explícita o subyacente, que hasta ayer parecían normales, pero que hoy, en plena modernidad, resultan medievales.