"Me mueve la gente que se desvive por algo"
ANTOFAGASTINIDAD. Ornella Rocco, actriz de la compañía Teatro en Tiempos de Guerra.
Ornella Rocco nació en un escenario. Desde pequeña su vida ha girado en torno este oficio que heredó de sus padres, Raúl Rocco y Gimena Cancino, ambos actores baluartes del teatro nortino.
Egresada el Liceo Experimental Artístico, lugar que acrecentó y nutrió su interés hacia las artes, el teatro y la cultura, inició su carrera teatral en la Compañía de Teatro Óscar Vigouroux y en la Compañía de Teatro de la Universidad de Antofagasta
Realizó sus estudios universitarios en la Universidad de Chile en Santiago. Una vez egresada regresó a Antofagasta para realizar su práctica en la sala de teatro Pedro de la Barra. Fundó en 2017 la Compañía Teatro en Tiempos de Guerra, conformada por jóvenes actores profesionales ligados al mismo interés-misión de transformar y aportar al panorama cultural y teatral en Antofagasta.
Hoy se encuentra retomando lazos teatrales que se han visto detenidos por la distancia y la pandemia, iniciando nuevos proyectos con la compañía.
¿Dónde creciste y qué recuerdos guardas de tu infancia?
- Nací y viví mi infancia en Antofagasta, viví gran parte de ella en calle Uribe con Esmeralda. Todo su barrio antiguo y mi casa de techo alto me devuelven lo que fue mi infancia. Recuerdo que con mis hermanos montábamos las obras de teatro que veíamos en el Teatro Pedro de la Barra e inventábamos todo tipo de juegos. Mi infancia son los VHS, la casa del árbol de nuestro vecino, aprender a nadar en las piscinas del Split, tirarme en scooter desde Av. Argentina hasta Esmeralda, el kiosquito de la esquina, ver mil veces el VHS de Mary Poppins, los Power Rangers y tardes enteras escuchando los cassetes de Silvio Rodríguez. Todos los veranos nos íbamos como un mes a Punta Itata a pasar febrero. Era como que todo el año esperábamos ese momento y recuerdo que en ese tiempo uno se demoraba casi dos horas en llegar ahí por carretera. Recuerdo a mi mamá y papá trabajando duro en el teatro y el ritmo que eso conllevaba, y nosotros yendo a ver los ensayos y las funciones los sábado y domingo. Recuerdo cuando se iban de gira a los temporales de invierno durante dos semanas, y para nosotros eran como meses. Recuerdo las historias y cuentos que mi mamá me contaba, y las canciones que mi papá cantaba con la guitarra.
¿Cuál es el espacio de la región que más te gusta?
- Creo que vivir sobre la Cordillera de la Costa en pleno desierto es una de las cosas más hermosas de vivir en Antofagasta. La mezcla de la costa caletera y esos cerros cafés inmensos que nos cuidan las espaldas forman parte fundamental del amor que siento por vivir aquí. Creo que donde más siento hogar es en la caleta pesquera y en el sector del muelle; un espacio que encierra la suciedad, la belleza y las delicias de esta ciudad. Solo falta que la ciudad ofrezca de una vez por todas las áreas verdes que tanto necesitamos y que urgen al planeta.
¿Qué te mueve, qué te apasiona en la vida?
- Me mueve la gente que se desvive por algo, me mueve el ritmo de la ciudad y sus noches, me mueven mis amigos que se desvelan junto a mí para hablar sobre lo que nos pasa. Me mueve el amor con todas sus variantes, me urge una vida más pulcra y sosegada, me mueve la muerte a diario. No me gusta olvidarme de la muerte. Me apasiona la poesía de la vida y las contradicciones humanas.
¿Qué crees que caracteriza/identifica al teatro nortino?
- Me parece que hace ya por lo menos 30 años el teatro a nivel local ha ido orientándose un poco a una búsqueda de una identidad nortina. Puede que haya influido la obra de Hernán Rivera Letelier, entre muchos otros tesoros de diversos autores, contemporáneos y no contemporáneos, y también los mismos cambios sociales han ido dando forma a temáticas que nos identifican con nuestra tierra natal y con su historia. Hoy podemos ver que muchas de las creaciones a nivel local se convierten en testimonios que ayudan a conocer más la historia del norte y también nos enseñan apreciar las características de la gente que viene a hacer vida aquí, al norte.
Creo que a nivel histórico el teatro del norte también es muy social desde siempre, ya que arrastra el ímpetu con el que se necesitaba hacer arte desde los tiempos de las salitreras con la lucha de la clase obrera. Es un legado de lucha que nos heredaron tantas mujeres y hombres que se dedicaron al teatro para educar y abrir conciencias sobre los derechos básicos del ser humano, esto en definitiva es una base para nosotros(as). Pareciera también, tristemente, que las matanzas también nos identifican y persisten en la memoria, y es y seguirá siendo nuestro deber revivirlas a través del arte y del teatro.
Por último, a nivel estético y poético, me parece que se instala entre los creadores(as) de la región una especie de imaginario de desierto que nos atraviesa y determina tanto a nivel discursivo como humano.
¿Cuál es la principal enseñanza que te dejaron tus padres?
- Mi madre y padre me dejaron la enseñanza y la disciplina del oficio. Durante mi adolescencia fueron además de mis educadores de vida, mis profesores de teatro en el colegio, inyectando en mí el amor y entrega al oficio teatral. El esfuerzo y la perseverancia son las principales virtudes que dejan en mí. Admiro con mucho amor la vida que ellos viven en torno al teatro: son profesionales de la experiencia, fueron dichosos de poder dedicar su vida a esta labor trabajando de manera estable dentro de la universidad, dignificando así sus carreras artísticas. Toda esta herencia se debe a ellos y viviré agradecida de esto por siempre.