El pasado
Revisitar lo pretérito con los acuerdos y fundamentos del presente es necesario, pero debe tomarse tal consciencia, porque entonces el análisis termina siendo injusto.
Varios monumentos han sido atacados o vandalizados en Chile, pero también en el mundo, confirmando una tesis ya expuesta: se trata de un fenómeno global, muy vinculado al revisionismo que desde el presente se hace del pasado, en especial de figuras polémicas.
El caso más conocido en Chile es la estatua del general Manuel Baquedano; el militar, jefe de las fuerzas del Ejército en la guerra contra Perú y Bolivia, es una figura sobresaliente para las Fuerzas Armadas y no puede discutirse que su servicio permitió la consolidación del país en términos económicos y militares.
También cumplió una tarea en la denominada Pacificación de La Araucanía y tras la caída del Presidente Balmaceda, aunque algo menor. ¿Habrá conciencia de quién es Baquedano o se atenta contra el monumento solo por su ubicación en el epicentro de las protestas en Santiago y por su carácter de militar?
Al menos quedan las sospechas.
Pero -como dijimos- no se trata de un fenómeno nacional: en Bristol, Inglaterra, una estatua del traficante de esclavos Edward Colston, instalada en 1895 en una calle que lleva su nombre, fue arrancada de su pedestal y arrastrada por manifestantes que la pisotearon y luego la lanzaron al río.
En Boston (Massachussets, EE.UU.), una estatua del explorador italiano Cristóbal Colón acabó decapitada en el parque que lleva su nombre. La estatua del rey belga Leopoldo II en Amberes fue vandalizada, como otras esculturas en Bélgica. Una parte fue quemada y recubierta de pintura roja, como símbolo de la sangre derramada por los congoleños, colonizados por los belgas. En Praga, República Checa, una estatua del ex primer ministro conservador británico Winston Churchill amaneció con mensajes escritos como "era un racista".
Con más o menos violencia, hay ataques en contra del pasado y contra íconos del poder más duro, que sorprenden por su espectacularidad.
El asunto puede abordarse desde distintos puntos de vista y plantea variadas interrogantes: ¿puede valorarse el pasado desde la perspectiva y la lógica de una sociedad caracterizada hoy por la modernidad, individualidad, libertad y democracia? Ciertamente sí, pero el resultado casi siempre será inquietante: el pasado siempre fue peor. Había esclavitud, sometimiento de la mujer, de las minorías sexuales, de los pueblos originarios, de la relación con el poder y aquello, en ese tiempo, era lo "correcto", lo "aceptado".
El cuestionamiento es legítimo y busca "corregir" la historia, con mucho del "buenismo", tan en boga. ¿Puede cambiarse el pasado? Si los seres humanos somos y existimos en el lenguaje presente, queda en mayor evidencia que aquello ese es el objetivo. ¿Es la mayoría? No. Y eso es también discutible, por cierto.